La economía española ha vivido diferentes etapas, siempre asociadas a algún acontecimiento externo o político y global que le ha llevado a ir evolucionando, a engrandecerse y, también, en ocasiones a tener que mirar hacia detrás. Uno de estos hechos, quizá el más importante de los últimos años, es el su adhesión a la Comunidad Europea (CE) en enero de 1986, que provocó cambios en las disposiciones nacionales de importación y exportación; tal y como lo describe Daniel de Busturia en La revolución tranquila, artículo publicado en la revista Futuro en junio de 1989.
En este artículo, el escritor afirma que los principales cambios económicos se dieron en el derecho de la competencia, de sociedades, las normas de medio ambiente, de libre circulación de capitales, el sistema de fijación de los precios agrícolas, el ejercicio de determinadas profesiones liberales, el sistema de fiscalidad indirecta y de desgravación fiscal a la exportación y las disposiciones relativas a la protección de los consumidores, entre otros.
Daniel de Busturia confirma que las primeras manifestaciones de este cambio de escenario han sido, “evidentemente”, de tipo comercial, y que encuentran su reflejo en el deterioro creciente de la balanza comercial española y en las modificaciones estructurales que se contemplan al analizar con la debida profundidad el aprovisionamiento externo del mercado español.
Por lo que se refiere a las importaciones, se está produciendo un cambio en la estructura del aprovisionamiento externo del mercado español, teniendo la Comunidad Europea un peso creciente (del 36,8 % en 1985 al 56,8 % en 1988), al tiempo que se disminuye la importancia porcentual de las importaciones procedentes de Estados Unidos, los países de la OPEP y Latinoamérica. El caso de las exportaciones es idéntico en estos casos, aunque con diferencias de cifras y porcentajes.
La inversión extranjera directa en España ha sido “tradicionalmente importante”, concentrándose en los transformadores metálicos, la química, el comercio y la hostelería y los productos manufacturados. En los tres primeros ejercicios desde la adhesión española a la CE ha “cambiado la filosofía”, en palabras de de Busturia, “y la cuantía de la inversión extranjera directa”, que ha superado con creces a la inversión durante el decenio de 1976 a 1985. Y, además, esta inversión ha cambiado cuantitativamente y, también, cualitativamente.
Ahora bien, dice de Busturia, es “difícil saber dónde está la gallina y donde el huevo; saber si los cambios estructurales externos que se contemplan son debidos a una actuación empresarial española consciente de las nuevas oportunidades o si, por el contrario, se asiste al juego de los automatismos de respuesta ante el comportamiento empresarial extranjero”.
Y el escritor lo tiene claro, asegura que “personalmente” se inclina “por la segunda interpretación” que, según él, se explica con que “la empresa extranjera –y especialmente la comunitaria- sabía muy bien dónde se encontraban los obstáculos que le impedían exportar hacia el mercado español”. Se refiere a los derechos arancelarios y restrictivos, que actualmente ya se encuentran desaparecidos y que llevan a España a una “revolución tranquila” que se está viendo “muy acelerada”, para fortuna de nuestras empresas y, con ellas, el mercado español y la vida de los ciudadanos del país.