Continuando con la serie de post que tratan sobre las cuatro virtudes clásicas aplicadas a la inversión value, trataré ahora de
A parte de estos condicionantes que pondrán a prueba nuestra fortaleza como inversores valor, existen también otros que puedan afectar plenamente a nuestras decisiones, como la experiencia del inversor o los conocimientos que se poseen en materia de inversores.
La actitud del inversor novato suele ser temeraria. Cuando nos iniciamos en la inversión actuamos con cierta valentía, con cierto ímpetu, aunque yo lo calificaría más bien de imprudencia. Lo que suele ocurrir es que muchos de los inversores empiezan su andadura en este espinoso camino en tiempos de bonanza económica y en ciclos alcistas de la bolsa, con lo cual la audacia siempre suele tener su recompensa crematística, recompensa que refuerza estos comportamientos arriesgados. Cuando se giran las tornas esta actitud es un verdadero problema, pues el castigo que te inflinge el mercado es tremendamente doloroso.
El conocimiento también puede llegar a bloquearnos, pues tras estudiar economía macro, micro, análisis técnico, fundamental, métodos de valoración, divisas, estrategias, etc etc podemos llegar a vernos desbordados y paralizadas nuestras decisiones ante tal complejidad. La fortaleza será una virtud necesaria para la toma de decisiones en momentos tanto fáciles como difíciles, y se hace necesaria para no derrumbarse en un momento dado, para no vender los buenos negocios que tenemos en cartera, o para tener la voluntad de seguir buscando. Debemos se fuertes, pues cualquier inversión, por bien estudiada que esté, conllevará unos riesgos que no podemos predecir. La fortaleza requiere la superación de la debilidad y del temor humano
El inversor valor, alejado del glamour y la emoción de las ganancias rápidas y de los métodos especulativos, puede llegar a caer en la rutina, en el aburrimiento. Por este motivo no solo es necesario una voluntad fuerte para enfrentarse a los problemas que nos plantea el mercado, sino también una disciplina en el trabajo diario o al menos semanal, según las posibilidades de cada uno, para leer cuentas anuales, estudiar estrategias empresariales, conocer nuevos sectores, productos, y de esta forma fortalecer y ampliar nuestro círculo de competencia.
Pero para ser fuertes debemos aprender también a ser pacientes, pues quien no sepa esperar nunca podrá ser un buen inversor value. Un impaciente no sabe gestionar el tiempo, ese buen aliado del valor.