Normalmente a nadie le gusta reconocer sus fracasos en ningún ámbito de la vida, y por ello cuando nos preguntan qué tal nos van nuestras inversiones, o nuestro “trading”, tendemos a endulzar la realidad para que parezca algo mejor de lo que es. Sin embargo, una cosa es lo que decimos, y otra muy distinta lo que hacemos. Basta con mirar la duración media de las cuentas abiertas en los “brokers online”, para saber que en la mayoría de los casos, las cuentas se cierran por que acaban en números rojos a los pocos meses. O ver el grado de participación histórica de los inversores privados, como colectivo global, en los mercados de renta variable, con posiciones elevadas cerca de máximos históricos, frente a inversiones mínimas tras desplomes intensos después de cada crisis
¿Por qué ocurre esto? Hay varias razones que lo explican:
- Inversor particular generalmente dedica tan solo un rato de su tiempo a gestionar. No se dedica a ello en cuerpo y alma, como una profesión. Es más como un hobby, pero un hobby donde se juega sus ahorros que tanto le ha costado ganar.
- El grado de conocimiento medio que acumula el inversor particular antes de embarcarse en su primera inversión es bajo.
- Muchos inversores particulares comienzan su operativa sin tener un modelo de gestión mínimamente desarrollado. Desconocen cuál es su metodología, como van a gestionar sus posiciones antes de tomarlas, que riesgos están asumiendo, que volatilidad pueden esperar, a que plazo van a operar, que estadística pueden generar a medio plazo con su operativa, etc.
- Hay una creencia universal que te anima a pensar que todos podemos invertir de un modo u otro nuestro dinero. ¿Quién no tiene, o ha tenido alguna vez, una posición en bolsa? Sin embargo, ¿somos tan flexibles cuando hablamos de otras profesiones? se te ocurriría construirte tu propia casa aunque no seas arquitecto, o tu propio coche sin ser ingeniero, o tu defensa ante los tribunales sin ser abogado? Alguno estará pensando, “pues yo hago de fontanero, o de pintor, o de jardinero en mi propia casa y no tengo un título que me acredita como profesional en ese campo”. Es cierto, yo también, pero lo primero que hago antes de ponerme en marcha es aprender todo lo posible sobre ello, en videos de “youtube”, en programas o manuales de bricolaje, aconsejándome con alguien que si sepa del tema, es decir, estudio cómo hacerlo, me informo de que riesgos tiene si sale mal, si se podrá arreglar, de que materiales debo usar, de cómo usarlos, y por último soy consciente de que difícilmente me quedará tan bien como si me lo hiciese un buen profesional.
En la próxima entrada de mi blog os responderé a la siguiente pregunta: “Entonces, se debe o no se debe, gestionar a nivel particular? Allí os espero!