En 2008 comienza la segunda gran crisis americana del siglo XXI. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la crisis de crédito. Lo que en un principio pareció ser un problema concreto de un país y de un sector, pronto se reveló como una de las mayores crisis mundiales que se recuerdan. Y alcanzó su punto culminante con la quiebra de Lehman Brothers, y el efecto dominó que tuvo lugar en el sector bancario de forma global. No voy a entrar en discutir si se debió, o no, dejar caer a Lehman, porque esto da para otro post. Pero si voy a hablar de las consecuencias. En ese momento todo el sistema, primero el americano, pero en pocas semanas también el europeo, y finalmente, el del resto del mundo, quedo en jaque. Los reguladores eran conscientes de la necesidad de frenar una espiral de pánico que podía colapsar, y en última instancia, quebrar el sistema tal y como lo conocemos a día de hoy.
¿Y porqué?
Porque el dinero en circulación del sistema es muy superior al dinero físico existente. Se trata del efecto multiplicador del dinero. Para explicarlo de modo sencillo, existe un coeficiente llamado “coeficiente de caja” que imponen los Bancos Centrales a nuestros bancos. Este coeficiente varía pero ronda el 2%. Eso quiere decir que por cada 100 unidades que uno deposita en el banco, el regulador solo exige al banco que mantenga el 2%, (coeficiente de caja), y el resto lo puede prestar. Por tanto de nuestras 100 unidades se queda con 2, y 98 las presta. El siguiente banco recibe 98, y solo tiene que guardar un 2%, es decir 1.96, y lo demás lo presta….y así se produce una masa de liquidez muy superior a las 100 unidades que realmente hay. Todo esto está muy bien, siempre y cuando todos nosotros no nos presentemos a la vez en nuestros respectivos bancos pidiendo nuestro dinero, porque de facto, no hay físicamente el suficiente para que nos lo den a todos a la vez. La mejor manera de comprobarlo, es que si uno quiere sacar una cantidad elevada del banco, generalmente te piden que avises un día antes, porque el banco no tiene la obligación de tener en liquidez más de una pequeña cantidad.
¿Y por qué diablos se van a presentar todos los ciudadanos en buena parte del mundo, a la vez, ante la ventanilla de sus respectivos bancos para pedir su dinero?
Por que pierdan la confianza en el sistema, y piensen que los bancos no son seguros, o que no les van a dejar retirar su dinero cuando ellos quieran. Ejemplos de estas situaciones las vivimos hace tiempo en Argentina y recientemente en Chipre. Solo que en 2008 estuvo a punto de pasar de una manera mucho más global.
¿Qué hicieron los Gobiernos y en especial los Bancos Centrales?
Intervinieron rápidamente inyectando de nuevo grandes cantidades de liquidez, pero esta vez el destinatario no bastaba con que fuera el consumidor. Esta vez se inyecto más rápido, y de manera más agresiva. Una buena parte del dinero se destino a respaldar a los bancos, que tenían en sus balances muchos activos valorados a precio de burbuja, y que pronto se descubrió que no estaban suficientemente capitalizados. Las medidas para compensar la crisis fueron por un lado de política monetaria, orquestada por la FED, llevando los tipos de interés hasta el 0%, nivel donde todavía están. Por otro lado, de política fiscal, orquestada por el Gobierno, en un intento de mejorar las cargas que soportaban los ciudadanos. Cuando ya no se podían bajar más los tipos de interés porque estaban al 0%, la FED creó una nueva herramienta, no convencional, de intervención monetaria que llamo “quantitative easing” o “relajación cuantitativa”. Este mecanismo le permitía seguir aumentando la oferta de dinero, incrementando el exceso de reservas del sistema bancario, mediante la compra de deuda de diversos tipos, incluyendo los bonos del propio Gobierno Central, para reducir los tipos de interés a largo plazo, y otros activos financieros privados que nadie quería, y que descansaban en manos de entidades financieras.
¿Que estaba ocurriendo mientras tanto en el sistema financiero?
La situación de desconfianza alcanzó su techo tras la caída de Bear Sterns y Lehman. El mercado monetario dejo de funcionar, ya que los bancos no se prestaban dinero entre ellos mismos, por miedo a no saber quién podía ser el siguiente en caer. El sistema se colapsaba irremediablemente. Entonces los Bancos Centrales de las economías desarrolladas intervinieron el sistema, cambiaron las reglas de juego, dejaron de ser árbitros para convertirse en jugadores activos. El banco que tenía exceso de liquidez se la daba al Banco Central, y este a su vez, se lo daba al banco que tenía necesidades de liquidez. No había intercambio directo. Y así se mantuvo la situación durante mucho tiempo. Por otro lado, el sistema financiero americano, tuvo que aceptar que el Gobierno les interviniese, inyectándoles liquidez en sus balances (recapitalizándolos), tanto si lo necesitaban como si no, porque lo que estaba en juego era la credibilidad del sistema. Años más tarde, se permitió que la mayoría de los bancos que habían demostrado que eran viables por sí solos, fueran devolviendo dicho dinero.
¿Y que ocurria mientras tanto en Europa?
Aunque el problema nació en Estados Unidos, no tardo en extenderse por Europa. En varios paises asistimos a la caida o intervención pública de bancos. Desde Reino Unido donde Halifax Bank of Scotland (HBOS), Royal Bank of Scotland (RBOS) y Lloyds acabaron cerrando o siendo intervenidos por el gobierno antes de desaparecer, hasta en España, donde ya conocemos lo que ha ocurrido con buena parte de las cajas de ahorros y alguno bancos pequeños.
La crisis entró con fuerza, y reveló problemas existentes en muchos de los modelos economicos de los paises de la zona euro. Los menos preparados para afrontar la situación fueron los países donde se habían producido más desequilibrios, o burbujas los años anteriores. Y así comenzó el saga que todos conocemos como “crisis periférica”, donde primero Islandia e Irlanda, despúes Grecia y Portugal, y finalmente España e Italia, han protagonizado los episodios de tensión que a día de hoy todavía están sobre el tapete, y que ha salpicado a la credibilidad de los Gobiernos, las cuentas públicas, las cuentas privadas de los Bancos y sus necesidades de capital, hasta el punto de que hasta hace solo unos meses muchos intelectuales debatían sobre la viabilidad o no del euro como divisa. No es que me haya olvidado de Chipre, pero a eso dedicaré otro “post”.
Y mientras tanto los Bancos Centrales y los Gobiernos siguen inyectando liquidez, de un modo u otro, como solución a todos los problemas. No se trata ya de un juego aislado, sino que a esta mesa de juego están sentados USA, Europa, UK y Japón entre otros.
Y esto nos lleva al último capítulo de esta historia de terror, que publicaré el lunes con este nombre: “Una historia de terror: los Bancos Centrales y el Sistema Financiero (3/3)”.