Una de las cuestiones que menos se tocan cuando se habla del trading o la gestión de posiciones en mercado, es el aspecto puramente emocional de aquel que toma las decisiones.
¿Qué es lo que ocurre en la mente de aquellos que operamos?
Nos sumergimos en un proceso dinámico de sensaciones cambiantes, y pasamos de la felicidad a la frustración en espacios cortos de tiempo. El resultado de las decisiones que tomamos, es decir, el beneficio o pérdida de nuestras posiciones, representa un porcentaje muy alto de cómo nos sentimos en cada momento. Cuando llevamos una buena racha, se nos ve en la cara lo satisfechos que nos sentimos, estamos exultantes, somos unos “genios”. Por el contrario, cuando pasamos la racha mala, se nos ve cabizbajos, irascibles o desilusionados, y también se percibe con facilidad. Estos procesos psicológicos van acompañados de una serie de reacciones químicas que se producen en nuestro organismo de manera involuntaria y que por tanto escapan a nuestro control.
¿Pero qué ocurre cuando la racha no es ni claramente mala ni buena?
Lo normal es pensar que entonces estamos relajados, en una posición emocional neutra, "descansando". Pero normalmente no es así. Todavía recuerdo días en que pasaba más de doce horas mirando el mercado donde la apertura, (8 de la mañana) empezaba siendo claramente a favor de mis posiciones, pero no lo suficiente para alcanzar los objetivos que tenía previstos para cerrarlas. Luego con la publicación de los datos europeos, (11 o 12 de la mañana), las cosas se torcían, y todo el beneficio acumulado durante las primeras horas de mercado se tornaba en pérdidas. A la hora de la comida, (14:30), se publicaban parte de los datos macroeconómicos en USA, y por suerte me beneficiaban, así que volvía a vivir un momento feliz, al ver como mi cuenta de resultados salía de los números rojos y volvía al terreno de los beneficios. Sin embargo, con la apertura del mercado americano, y los datos de las cuatro de la tarde, los mercados perdían fuelle, y finalmente volvía a perder lo que ganaba. Para cuando era hora de irme a casa, habían trascurrido 12 horas, con un resultado igual a cero, pero con un desgaste emocional enorme.
¿Qué es lo que produce tanto desgaste?
Que te estás examinando todos los días en tiempo real. Cada decisión que tomas, puede salir bien o mal. Y el mercado te pone a prueba en cada una de las compras y ventas que haces. Cada vez que abres una posición tienes que demostrar hasta qué punto son validos los argumentos que te han llevado a tomar dicha decisión:
- Cuando estés a pérdida tu confianza se pondrá a prueba.
- Cuando una posición alcance el límite máximo de pérdida que te habías planteado, es decir, tu “stop loss”, se pondrá a prueba tu disciplina para cerrar la operación.
- Cuando la decisión haya sido acertada, y estés ganando dinero, la avaricia te hará plantearte porque no pusiste más importe en esta ocasión, y lo que pondrás a prueba será tu gestión del volumen por estrategia.
- Cuando la operación vaya bien y se acerque mucho al nivel que te habías planteado para tomar beneficios, pero no llegue, y posteriormente se dé la vuelta, volviendo una vez más al punto de inicio, pondrás a prueba tu capacidad para marcar bien los objetivos de tus operaciones.
- Incluso cuando la operación salga bien, y obtengas beneficio, si el mercado sigue avanzando, y hubieras podido ganar el doble, pondrás a prueba tu criterio a la hora de decidir el mejor sitio para cerrar las estrategias.
Grafico: Analisis dinámico de los setimientos cuando operamos
Siempre te estarás examinando. Da igual cuanto sepas, o el tiempo que lleves haciéndolo, cada día es un nuevo examen que debes aprobar. Si te gusta este tipo de trabajo, encontrarás en esta actividad un mundo apasionante, que puede reportarte grandes dosis de emoción, y con el tiempo y la práctica, una fuente de ingresos adicional. Si por el contrario no soportas la presión, por mucho que te guste esta actividad, será muy difícil que puedas hacer de ella tu profesión.