La crisis no ha supuesto una época de cambio, sino más bien un cambio de época: las reglas del juego ahora son diferentes a las que nos contaron nuestros padres y abuelos, incluso distintas a las que hemos vivido antes. No pasa nada por ello, la naturaleza está en continuo cambio y evolución y así es como estamos nosotros si sabemos adaptarnos.
¿Crees que realmente vivimos en un estado del bienestar? ¿Acaso eres de los que no quiere pensar en su jubilación? ¿Todavía quieres creer que está muy lejos?
¿El servicio de la sanidad pública y el sistema educativo siguen siendo competitivos?
¿Piensas que tienes un trabajo estable y, como se hacía antes, pretendes jubilarte en la misma empresa?
¡Deja de engañarte!
El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
La seguridad en el entorno de trabajo actual es una falacia. De ahí la importancia de adquirir educación financiera...
Hoy día, hasta los funcionarios son susceptibles de cambios en el sueldo o en los días de vacaciones. Las empresas se fusionan o son adquiridas por otras de mayor tamaño. Incluso las más grandes con cierta frecuencia se ven inmersas en despidos y en EREs.
El sistema de salud público cada vez tiene menos dotación y pese a su gran calidad, las listas de espera son inmensas y las posibilidades de sus profesionales de atendernos como corresponde cada vez es más complicado.
Algo parecido sucede con la educación, se sigue poniendo el foco en las inteligencias racionales en lugar de motivar a nuestros hijos con inteligencias múltiples para que desarrollen capacidades tan importantes para la vida adulta.
Somos peones en una sociedad que promueve el borreguismo y necesitamos aprender cómo salir de la manada. La incertidumbre ahora es mayor y por tanto una constante en nuestra vida. Aprender a vivir en ella es una tarea necesaria y para ello necesitamos prepararnos.
La incertidumbre es una constante en nuestra vida y no estamos preparados para ella.
La palabra crisis en japonés está formada por dos caracteres. Salvo que entiendas japonés, es posible que no sepas que el primero significa peligro y el segundo oportunidad. La cultura oriental nos pone sobre la mesa un interesante aprendizaje: aprender a vivir fuera de nuestra zona de confort (crisis), nos enriquece hasta el punto de salir fortalecidos de ella (oportunidad). Esto a su vez, nos prepara para nuevos retos con los que seguir creciendo y desarrollándonos.
Cada situación de crisis vivida incrementa nuestras capacidades porque amplía nuestra zona de confort.
Para llegar lejos has de pensar en grande, necesitas apuntar a las estrellas para llegar a la Luna. Para esto habrás de reconocer tus pensamientos, modificar tus creencias limitadoras, ampliar tus paradigmas. En definitiva: ampliar tu mentalidad.
El coaching financiero es el resultado de unir el conocimiento sobre las reglas del dinero, con potentes herramientas de coaching y del desarrollo personal. Cuando haces ejercicios con tus propios números, tomas verdadera consciencia. Esto te permite establecer una línea de trabajo que te orienta hacia tu objetivo: disfrutar de la vida al máximo.
Asimismo, una tarea fundamental para cualquiera es aprender a gestionar tus emociones, especialmente para aquellos que deseamos invertir en los mercados.
Así pues, con el coaching financiero ganas una estabilidad y seguridad reales, la verdadera sensación de tener tu vida financiera bajo control. Conseguirlo te permite dedicar tu energía en aquello que verdaderamente te satisface. Asignar bien tus recursos personales (actitudes y aptitudes), económicos (dinero y esfuerzo) y temporales (horas) en aquello que de verdad te devuelve lo mejor que uno puede pedir: la satisfacción personal.
El mundo está lleno de gente que quiere recoger frutos de árboles que nunca sembró. Para sembrar has de saber qué y cómo deseas obtener. Solo entonces estarás en disposición de recoger los frutos.
Este es el objetivo de fondo del coaching financiero.
Javier Gómez Coach.