Es imposible separar los huevos después de hacer una tortilla, o al menos eso creían los euroburócratas, los políticos, algunos economistas y demás cocineros menos creativos. Pero la realidad es que yes we can o sí se puede, como promete el último anuncio de Pepsi. Al final, como casi todo en la vida, la necesidad obra milagros, pero esta vez en lugar de multiplicar panes y peces, estamos separando los huevos después de haber hecho más que una tortilla los peores huevos revueltos de la historia.
La realidad europea actual refleja cada vez más la imagen desunida, políglota, pluricultural y conflictiva de la Vieja Europa de los siglos pasados. La conciencia de Europa como nación que se pretendía hace tan sólo una década, ha estallado en la cara de todos. Los controles fronterizos se recuperan temporalmente (suspensión intermitente del acuerdo de Schengen) y a demanda de cualquiera de los afectados. Las políticas migratorias, económicas, sociales, etc.. van cada vez más por libre y ni siquiera se ha estado cerca de unificarlas. Se utilizan los ejemplos de la negligencia griega y periférica en general como arma arrojadiza electoral y populista. Y podríamos seguir con una sarta de sentimientos y hechos que demuestran que cada vez la UE es más europea que desunión. Y es que cuando la pobreza (crisis) entra por la puerta, el amor salta por la ventana.
Jamás se debió comenzar la casa por el tejado, es decir, la unión europea por la unión monetaria. Así, a pelo. A puros martillazos políticos, sin tener en cuenta las otras uniones y asimilaciones (fiscal, del tesoro público, políticas sociales, migratorias, etc.) que se debían haber producido previamente y durante muchos años.
Sin embargo el sentimiento y las medidas políticas de desunión progresiva tenían un vínculo aparentemente indivisible: La interconexión financiera del sistema bancario europeo. Parecía imposible poder quebrar o impagar sin una afectación en cadena e inmediata en los balances de entidades y Estados de cualquier otro país de la Eurozona. La tortilla financiera y sus huevos están tan revueltos que parecía imposible desandar el corto trecho (poco más de una década) que ha amalgamado lo incompatible. Pero la magia se está produciendo. Y el camino nos lo han mostrado las LTRO, cuya utilidad ya explicamos en "El Eurobono ha venido y nadie sabe como ha sido", que están consiguiendo lo imposible. No sólo permiten financiar encubiertamente la compra de deuda la deuda soberana periférica que ya nadie quiere, como explicábamos en dicho artículo, sino que están haciendo que la deuda de cada país sea comprada exclusivamente por su propia banca. Et voilà! Los huevos de la tortilla comienzan, lenta pero inexorablemente, a separarse y a volver a su cáscara de forma mágica pero irreversible, dada la desconfianza creciente. Una endogamia inducida, en un escenario teórico y surrealista de una unión europea en la que ya nadie cree, tal y como la plantean aún los tratados vigentes.
Este fenómeno ya fue analizado por George Soros en una magistral conferencia del pasado mes en el Institute for New Economic Thinking de Berlin (INET):
"The LTRO enabled Spanish and Italian banks to engage in a very profitable and low risk arbitrage in the bonds of their own countries. And the preferential treatment received by the ECB on its Greek bonds will discourage other investors from holding sovereign debt. If this continued for a few more years a break-up of the euro would become possible without a meltdown – the omelet could be unscrambled – but it would leave the central banks of the creditor countries with large claims against the central banks of the debtor countries which would be difficult to collect."
Os recomiendo la lectura íntegra del delicioso discurso de Soros cuyo enlace es este. Pero sigamos...
¿Y adónde nos lleva esta regresión? Pues si las LTROs, o cualquier sucedáneo evolucionado hacia el Eurobono que surja -como los bonos estruturales que Merkel se acaba de sacar de la manga- se convierten en la norma para apagar los fuegos deudores aquí y allá, ya no hará falta crear ningún banco malo. ¿Por qué? Muy fácil, si el BCE sigue ampliando su balance aceptando basura, él será el mismísimo y flamante bad bank que se ha reclamado por activa y por pasiva. Pero tranquilos, la sangre no llegará al río, ya que por definición un banco central, y su capacidad para fabricar dinero de la nada, no puede convertirse en un banco malo al que precintar cuando está lleno y enterrarlo para siempre. La basura se enjuagará manguerazo limpio, o sea con mucha, muchísima liquidez que pueda diluír tanta porquería. Y a nadie se le debería escapar que eso hará que su balance sea más y más descomunal, perdiendo valor la moneda (sea cual sea el nombre de la que emita el BCE) proporcionalmente. Aviso a navegantes e incluso a naufragados.
¿Significa todo esto que el futuro de Europa como nación vuelva a ser una entelequia y una utopía? No necesariamente, en absoluto. Pero lo que sí parece es que por el momento hemos conseguido que sea la Economía y no las guerras ni a mismísima política -a menudo tan tirana- la que asuma la autoría de los cambios geopolíticos que los mapas quizá recojan en los años venideros. Quiero pensar que, visto en perspectiva antropológica y global, todo este sufrimiento nos está sirviendo para mejorar el paradigma en el que sólo las guerras y las políticas podían cambiar los mapas geopolíticos y el rumbo de la historia, dando paso a un tercer actor en escena, tan potente o más que los anteriores: La Economía globalizada.
Qué queréis que os diga, ante la corrupción e incapacidad de la política y ante la brutalidad de las guerras, claramente me quedo con la Economía como factor generador de cambios geopolíticos en este mundo global. Quizá si conseguimos economías fuertes y sanas, algún día podamos acercarnos más a la justicia, no os parece?