Seguramente casi todos podemos estar de acuerdo en que durante nuestras impredecibles vidas debemos intentar acumular unos bienes que nos permitan alcanzar la decadencia con una estabilidad económica digna. Envejecer, enfermar y morir son etapas ineludibles en nuestras vidas. Aunque bien pensado sí que podemos eludir la vejez si morimos jóvenes, e incluso la enfermedad si además lo hacemos accidentalmente. Pero visto lo visto prefiero aferrarme a la esperanza de envejecer y enfermar antes de morir.
La mayoría se dan cuenta de esta necesidad de previsión económica cuando ya es demasiado tarde. Confían exclusivamente en su capacidad de producir unos ingresos vía sueldo o beneficios que gastan alegremente en la misma proporción que generan, o incluso a mayor ritmo. Los bancos se encargan amablemente de que un individuo pueda consumir bienes ávidamente muy por encima de su capacidad productiva. Incluso por encima de lo que podría producir trabajando con salud hasta los 65 años y siendo mantenido posteriormente por el Estado. Incluso en estas circunstancias ideales jamás podría generar todo lo que los bancos están dispuestos a proporcionarle en plena juventud. El límite del endeudamiento debemos ponerlo nosotros mismos, no las empresas que viven de hipotecar todo nuestro tiempo y productividad multiplicado por 2. Y aún así el endeudamiento moderado debería ser asumido sólo como inversión amortizable y no para la compra de consumibles de ocio. Encontraréis algunas situaciones divertidas en la novela "El vendedor de tiempo" de F. Trías De Bes (http://www.empresaactiva.com), que hacen referencia a la aberración de hipotecar todo el tiempo vital de las personas por un bien aunque sea la propia vivienda.
Es bien cierto que la mayoría de los mortales jamás logran salir del círculo vicioso que supone el vivir al mismo ritmo al que uno es capaz de progresar. Esto les condena a depender de los ingresos generados por su actividad laboral durante toda su vida productiva, y sólo vivir del Estado en la vejez, algo que cada vez es más evidente que no va a sucederles a nuestra generación de cuarentones ni por supuesto a las futuras. Da igual que hablemos de un oficinista con un sueldo de 25.000 eur/año o de un profesional de alto nivel que gane más de 100.000 eur/año. Si viven la vida al límite de sus posibilidades y no preven una acumulación de bienes productivos a lo largo de los años, siempre dependerán de sus trabajos. Y los imprevistos como los problemas laborales, conyugales, enfermedades, etc. los hundirán en miserias de las que no todos tendrán la capacidad de rehacerse. Robert Kiyosaki bautizó este fenómeno de "carrera de ratas" de la que no es fácil salir, en su popular libro "Padre Rico, Padre Pobre". Podéis encontrar más acerca de Kiyosaki en http://richdadclub.es Pero no sólo es importante salir de esta carrera de ratas sino que lo verdaderamente vital para alcanzar el éxito es hacerlo cuanto antes! Por eso titulo esta entrada diciendo que a los 30 es tarde:
El interés compuesto de 100 € trabajando financieramente de forma correcta ahorrado a los 25 años suponen más de 800 de esfuerzo ahorrativo a los 50!!! Incluso deduciendo la inflación el esfuerzo inversor no realizado durante nuestros primeros años de productividad lo pagaremos tan caro en nuestra madurez y vejez que resultará insoportable para la mayoría de personas que comiencen a acumular bienes productivos pasada la treintena o la cuarentena.
No estoy hablando de planes de pensiones sino de inversiones bien asesoradas y diversificadas en renta fija optimizada, inmuebles rentabilizables y con buenos rallies de apreciación; y renta variable juiciosa y muy moderada. Aunque por supuesto es mejor un plan de pensión o ahorro suscrito a los 40 que nada, tan solo paliará la hambruna venidera y, por supuesto, condenará a los descendientes a seguir la carrera de ratas por relevos.
Tu dinero debe servir para prestarlo a otros y que trabajen con él. Lógicamente no debemos encargarnos nosotros de ello, sino que lo haremos a través de la compra de productos financieros que se adapten minuciosamente a nuestro perfil. Para esta delicada selección deberemos estar bien asesorados por alguien que nos enseñe cómo hacerlo a la vez que nos guía, y que no nos venda productos simplemente (esto es fácil de decir y casi imposible de encontrar, pero haberlos haylos). A cambio recibirás más dinero (renta fija corporativa o soberana, por ejemplo). Esta es la diferencia entre producir a cambio de horas de trabajo y prestar tus activos para que otros produzcan. Al principio de nuestras vidas todo lo que ingresamos lo hemos producido personalmente y paulatinamente debemos prestar una proporción mayor de nuestro dinero para que otros produzcan. Nuestro interés debe centrarse en invertir la secuencia inicial lo antes posible. En cuanto lo hayamos conseguido, seguir trabajando o hacerlo en lo que uno verdaderamente quiera será nuestra propia elección. Habrá quien prefiera no hacerlo nunca más, es una cuestión de cálculo y de voluntad de dejar a los herederos en una situación u otra. La Libertad en mayúsculas. Paradójicamente amenudo trabajar sin la presión de la remuneración conlleva unos ingresos aún mayores si se hace con rigor y honestidad, os lo puedo asegurar.
Sólo las cigarras deberían ser capaces de vivir felizmente dependiendo de unos ingresos generados por una actividad laboral que puede truncarse en cualquier momento de nuestras vidas por infinitos imponderables, a cambio de una progresión (o regresión!) que tan sólo nos sirve para realizar mejores vacaciones, tener un coche más caro o una casa que tardaremos más años en pagar. Aunque cuando estemos a punto de hacerlo la volveremos a cambiar por otra mayor o compraremos para el banco una segunda o tercera residencia.
Mi consejo para aquellos que por sus condiciones laborales dispongan de ingresos modestos es la de realizar igualmente un esfuerzo para ahorrar e invertir aunque sea una mínima cantidad. La estrictamente prescindible, la no vital, la que nos permitiría vivir un peldaño más arriba que el año pasado. Esta aparentemente insignificante cantidad debe invertirse cuanto antes de forma un tanto más arriesgada pero bien asesorada. Y ante todo mantener un rigor inversor durante los años futuros, disminuyendo el riesgo de forma proporcional al volumen total disponible con el paso del tiempo. Todo ello de la mano de un buen counselor y no de asesores financieros ni por supuesto banqueros. Debe adaptarse la estrategia a cada caso como un traje a medida, de alta costura si es posible aunque dispongamos de poca tela.
Fumar mata. Bebe con moderación. Endéudate con moderación y criterio. Es tu responsabilidad. Debería advertirse en la publicidad bancaria y de consumo. Lamentablemente no hay otra forma hay de vivir la vida a medio y largo plazo. ¿Qué sentido tiene el pan para hoy...si todos esperamos poder envejecer?