Sin embargo, aunque a muchos les parezca extraño, en otros lugares del planeta la clase media aspira a ser media-alta a lo largo de varias décadas. Pretenden ser propietarios de negocio estable o trabajar duro y productivamente como asalariados para ir escalando puestos de trabajo en diversas empresas (o la misma) con condiciones ligeramente mejores. Así, con merecida suerte, es probable que lleguen a la cuarentena con una capacidad de ahorro suficiente para alcanzar el fin de mes sin sobresaltos y una planificación del retiro privado coherente con su trayectoria laboral a lo largo de sus vidas. Por supuesto esto exige una cierta capacidad y un notable sacrificio que disminuye si uno logra disfrutar con lo que hace. Una independencia financiera digna a la edad del retiro es la finalidad de la progresión a lo largo de sus vidas laborales. Por ejemplo en EE.UU. existen grandes empresas especializadas en la organización del mejor retiro de ejecutivos y trabajadores de cierta edad y nivel.
Quizás a algunos pocos les parezca un escenario inalcanzable, pero no lo es para una mayoría de clase media con capacidades medias. A otros muchos tal vez les resulte un horizonte vital triste, mediocre o poco ambicioso, pero recordemos que nos estamos refiriendo a las perspectivas de futuro de la mayoría de nuestra clase trabajadora media con aspiraciones a media-alta. Pienso sinceramente que, para todos ellos, aspirar al bienestar financiero en la jubilación no es ni triste ni poco ambicioso, sino un éxito por el que hay que trabajar duro durante toda la vida. Sin olvidar que hay que disfrutar el camino, por supuesto, pero lamentablemente la vida es así de difícil para la mayoría de nosotros, aunque para algunos lo es todavía mucho más, obviamente.
Curiosamente, en España hay muchas personas jóvenes que tienen otros planes para su futuro financiero: Hacerse ricos antes de los 35 o 40. ¿Es posible? Claro que sí, pero también improbable. Por eso, si dedicamos nuestros años de juventud con mayor capacidad productiva, digamos entre los 25 y los 40, sólo a buscar la oportunidad de hacernos ricos y descuidamos nuestra progresión paulatina, estamos dejando nuestro futuro en manos de una oportunidad que probablemente jamás llegue. Y aunque así sea, probablemente no seamos capaces de reconocerla. Mientras vivamos esperando ese pelotazo nuestra progresión será plana en el mejor de los casos, ya que nuestras esperanzas y energías no se centrarán en nuestra labor diaria o profesión. Progresar paulatinamente en nuestra actividad laboral no significa ignorar las oportunidades que puedan presentarse, sino preparar el futuro a largo plazo por si esa oportunidad dorada jamás se realiza, tal y como mandan las leyes de la probabilidad.Pero hay quien prefiere pasar su juventud y primeros años de madurez a medio gas, soñando en cuentos de hadas y despreciando las oportunidades de progresar en el trabajo, aunque sea mínimamente. Esperando tan sólo el fin de la jornada laboral, la llegada de las vacaciones y un puesto de trabajo menos duro y con menos responsabilidad, y en consecuencia probablemente menos productivo. Con más tiempo libre para gastar el dinero que no se tiene y lamentarse de ello constantemente. Esto no sólo les lleva a la ruina sistemática sino también a la infelicidad crónica. Lamentarse de la injusticia suele ser poco práctico. Quizás este comportamiento alarmantemente generalizado en nuestra sociedad también guarde cierta relación con el sindrome de Peter Pan, aunque agravado por una incitación al consumo constante.
Sin embargo soñar en cuentos de hadas como los de Disneylandia es muy positivo si se tienen claras las posibilidades de éxito y en qué consisten cada uno de los ingredientes de la fórmula mágica del Sr. Walter Disney para hacer realidad los sueños: "Faith, Trust & Pixie Dust". La fe en nuestras posibilidades y creer en lo que estamos haciendo son premisas lógicas que a nadie se le deben escapar. Pero para tener alguna posibilidad de hacer nuestros sueños financieros o laborales realidad, el pixie dust no nos caerá del cielo ni de la mano de Campanilla, lo debemos aportar nosotros en forma de dedicación, trabajo duro, inteligencia, capacidad y en definitiva todas las virtudes necesarias aunque no suficientes para el éxito. A diferencia de lo que sucede en los cuentos, el pixie dust de Peter Pan y su fiel amiga Campanilla, habrá que crearlo con esfuerzo. Sólo entonces la fórmula tiene posibilidades, que no garantías, de éxito. Por todo ello, y sobre todo por la incertidumbre del final, lo vital será disfrutar el camino, es decir las paulatinas mejoras laborales que conseguiremos con el paso de las décadas. La felicidad de los nuestros la podemos encontrar de diversas maneras, pero quizás la más coherente con la realidad económica que vivimos sea encontrarla en el bienestar y seguridad conseguida a través del tiempo. Si desvinculamos nuestra felicidad del trabajo, va a ser muy difícil alcanzarla. Lamentablemente nuestra sociedad está basada en el trabajo y la producción, por lo tanto ser felices al margen de ello es una tarea casi imposible de lograr. Además la infelicidad en el trabajo nos hace más difícil la progresión económica, creándose así un efecto cluster negativo.
La búsqueda del pelotazo no sólo nos aparta del camino de la progresión sino que pone en grave peligro nuestra precaria estabilidad presente, ya que habitualmente para apostar por un pelotazo hay que invertir lo que no se tiene, asumiendo riesgos temerarios. Si sale bien la primera vez, será cuestión de tiempo ya que la gestión incorrecta del riesgo acaba poniendo las cosas en su sitio a medio plazo. En un escenario en que con toda probabilidad jamás conseguiremos el pelotazo soñado, y en que el Estado no podrá mantener nuestras pensiones. ¿Qué alternativas nos quedan si no queremos vivir al margen del sistema? Imaginación al poder, espero vuestros comentarios.