La nebulosa de cifras se aproxima a los 600.000 millones ya comprometidos a los que hay que sumar los 700.000 millones del plan definitivo, o sea: 1.300.000.000.000'-$ (1,3 billones de dólares) o lo que es lo mismo 150.000.000.000.000'- Pts. (150 billones de pesetas) es la factura aproximada de nuestros excesos. Los de todos. Ya que los compradores de las titulizaciones o tomadores compulsivos de préstamos bajo una u otra forma, conscientes o no, somos tan co-responsables como los titulizadores, las calificadoras de riesgo; o como las empresas que temerariamente ofrecian hipotecas a los insolventes, y éstos a su vez lo son por embarcarse en la compra de una casa sin saber nadar ni tener salvavidas. Un cóctel explosivo de Financos, Inversópatas, burbuja creditícia e inmobiliaria, con un toque de terrorismo y nuevos órdenes geopolíticos, un buen chorrito de especulación petrolífera y todo ello servido en un vaso de long drink made in China.
No obstante es muy probable que se puedan ahorrar algún centenar de miles de millones de dólares si algunos norteamericanos conservan sus empleos y su dignidad, y con ello puedan evitar el foreclosure de sus casas parcialmente pagadas. Aún así, la mayor parte de los inmuebles ejecutados irán a manos públicas o pseudo públicas que las pondrán en circulación privada según criterios inescrutables hoy por hoy. Y se lo habrán ganado con creces.
Los bancos europeos respiran aliviados porque ya sólo desaparecerán del mapa los que abusivamente ejercieron de falsas sanguijuelas de las extintas promotoras concentrando sus riesgos burdamente. Parece que sólo las cajas (españolas mayoritariamente) y algún que otro temerario banquito de medio pelo serán sacrificados bajo la ley de la selección natural. La Banca en mayúsculas parece que queda a salvo de su extinción si Padre, Hijo y Espíritu Santo secan y planchan el papel mojado que acumulan en sus balances. Ahora sólo les queda la parte fácil: Reinventar su core business, como lo han hecho tantas y tantas veces, a la vez que negocian a la baja las regulaciones venideras. Las gotas de sudor bajaban ya por el rostro de grandes nombres encorbatados en las suntuosas oficinas de las más prestigiosas entidades, por ejemplo en UBS sin ir más lejos. Era cuestión de semanas, de días, que esas gotas de sudor se hicieran evidentes ante el gran público. Y el suelo se habría desvanecido de debajo de sus pies, y también de sus millones de clientes.
Intervencionismo mayúsculo del liberalismo más feroz, socialización de pérdidas y privatización de beneficios... son obviedades que sólo quedarán en eso, pero es imprescindible aprender de este error histórico cometido por todos. En mi opinión no es criticable la medida del Estado más poderoso del planeta, sino vital. Juzgar la solución por su justicia es olvidar que no hay otra mejor. No hay alternativa, o mejor dicho la alternativa es tan dañina y regresiva que la Humanidad no se la puede permitir. Es la única aunque injusta forma de que millones de personas sobrevivan a la miseria y hambruna generalizada que habría provocado la extinción de nuestro Sistema económico. La Gran Depresión de los años 30 habría sido un juego de niños en comparación con lo que le esperaría a todo el mundo si se desmorona realmente el castillo de naipes más globalizado de la Historia, desde que el mundo es mundo. Aún consolidando los fundamentos del Sistema, a costa de todos los habitantes de Nortreamérica y de los repercutidos por las intervenciones concertadas de los bancos centrales habidas y por haber, quizás debamos superar algo parecido a aquella depresión. Pero será un mal mucho menor.
Durante el pasado siglo XX se teorizó hasta la saciedad acerca de la conveniencia o no de intervenir en Mr. Market. Eminentes teorías para todos los gustos. Pero todas hablaban de un Mercado en estado puro, y ninguna contemplaba que nuestros propios abusos lo distorsionaran hasta la aberración. Tanto, que la autoregulación del mercado pondría en peligro demasiadas vidas y haría imperativa una Intervención en mayúsculas. La teoría ha funcionado hasta hace muy poco pero, como siempre, la realidad supera la ficción. En este caso la realidad ha superado a las Teorías Económicas.
Quizás se le hayan quitado las ganas a Obama de ganar las elecciones y para McCain la derrota no será tan amarga si ésta se llega a producir. O viceversa. Y es que el panorama post-Bush es escalofriante como nunca para el futuro dirigente más poderoso del planeta. Pero el camino está marcado y ahora sólo queda la travesía del desierto propiamente dicha.
Reconocimientos de agujeros, provisiones, inyecciones concertadas, rescates, carroñeros y demás avances en la mayor multicrisis de la historia, nos llevaban hacia la luz que intuíamos al final del tunel incluso hace ya un año, cuando apenas nadie conocía el significado de subprime. Sin embargo que nadie se engañe: No hemos salido del tunel sino que han encendido las luces. Unos potentes focos que nos muestran la mugre, la sinuosidad y la enorme longitud del mismo. De este modo ahora nos damos cuenta de que probablemente jamás habríamos logrado salir indemnes de él aunque vislumbrásemos luz al final. Ahora sabemos lo que nos espera y debe servirnos de escarmiento para no volver a meternos en ningún otro tunel sin luz ni salida próxima.
Mientras tanto, esperpénticamente, los analistos encorbatados siguen recetando inversiones a diestro y siniestro, razonándolas académicamente sin el menor sentido del ridículo ni de la ética.
Llamadme benévolo o ingenuo (o cosas peores), pero me siento orgulloso de la reacción concertada mundialmente repetida hasta hoy y de la medida tomada por el Trio Calavera apoyada por la oposición demócrata.
11 de Septiembre de 2001 y 18 de Septiembre de 2008 son dos fechas que han cambiado el mundo. Menudo siglo XXI nos espera. Borrón, injusto y maldito borrón; y esperanzada y bendita cuenta nueva.