A pesar de que todavía hoy se oyen muchas pseudo-eminentes voces que proclaman con alegría la fortaleza del Euro contra el resto de divisas del mundo mundial, la realidad es que hoy en día la ventaja es de los que devalúan. De hecho siempre ha sido así en los momentos difíciles de la economía de un país. Pero la globalización ha cambiado el mundo, también en lo que a relación de divisas se refiere, y cuando las dificultades macroeconómicas son ya globales, alguien debe hacer de pardillo(UE). Es decir, al menos una de las divisas principales del mundo debe apreciarse como contraparte de las que se deprecian, ganando éstas en competitividad y teniendo más opciones algún día de levantar cabeza en la Gran Depresión.
De hecho, a toda la Unión Europea le vendría muy bien un Euro competitivo que reactivara las exportaciones y remontara los PIBs en la Eurozona. Pero para ello necesitaría perder valor contra las demás divisas principales, es decir USD, y las demás secundarias (GBP, YEN, CHF y poco más). O sea que necesitaría que una parte del mundo desarrollado, con capacidad económica, tenga una economía fuerte que soporte las miserias del que está en apuros. Que fortaleciera sus divisas permitiéndo así ganar competitividad a la divisa débil y reactivar así la economía del país pobre. Pero no. Hoy estamos todos mal, muy mal. Y nadie quiere ni puede permitirse el rol de país y divisa fuerte. Todos necesitamos una devaluación como el aire que respiramos, americanos y europeos (unos más que otros). Tonto el último. Y el último tonto hasta hoy viene siendo el flamante y fuerte €, para regocijo de europeos miopes y de no-europeos ágiles con sus respectivos bancos centrales.
En La Era de las Devaluaciones mencionamos varios motivos por los cuales era complicado devaluar para salir adelante. Uno de ellos era la incapacidad de financiarse que tendría un país con capacidad de devaluar su divisa de forma autónoma, como antaño. Pero en los últimos meses estamos viendo cómo también dentro de la Unión Monetaria la deuda soberana de algunos estados cotiza muy por encima de otros y está encareciendo la financiación, incluso con una moneda única. Por ejemplo Irlanda/España y Alemania/Francia cotizan a precios muy dispares desde hace unos meses. Pero la razón no es sólo la prima de riesgo por insolvencia o quiebra estatal, ya que existen diferencias muy grandes incluso en los bonos a un año, también cotiza la mayor o menor capacidad de cada uno para superar la depresión a medio plazo, y quizá cotice algo más a corto. Unos diferenciales que probablemente aumenten en los próximos meses, cuando las incapacidades de unos y otros queden más y más en evidencia. El caso es que, al igual como sucedió con el desequilibrio que detectamos en abril 2008, la molécula económica tenderá también al reequilibrio. Es decir, que o bien los costes de financiación se vuelven a aproximar entre países miembros de una Unión Europea que económicamente tienda a la convergencia (poco probable en nuestra opinión); o bien se amplían las diferencias y la divergencia se lleva por delante la Unión, comenzando por la parte financiera de ésta.
Este escenario nos lleva al euroescepticismo económico (que no político), voluntario o involuntario. ¿Hasta cuándo la UE podrá mantener de la mano países ricos y pobres en un entorno tan difícil? Esta crisis global que está impidiendo una divisa competitiva en un entorno de "tonto el último", quizá no llegue a romper los lazos políticos de la UE, pero se llevará por delante una unión económica que parecía equilibrar las diferencias entre países. Pero sólo lo parecía. Y este colapso hundirá en la miseria a muchos, sobre todo a aquellos países que no tengan la valentía y/o la capacidad para tomar esas medidas drásticas y draconianas.
"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."
Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930)