Siguiendo con el símil empresarial, para los países de la UE la situación concursal de marcas como Irlanda, Portugal, Grecia, España y quizá Italia (PIIGS), es un hecho inevitable e innegable. Las finanzas del holding no se pueden permitir las inyecciones de dinero necesarias para reflotar esas marcas con graves problemas, entre otros motivos, porque los pasivos de éstas son descomunales. Y ni siquiera podemos excusarnos diciendo que la crisis mundial se ha cebado especialmente en estas empresas. Simplemente son estructuras corporativas ineficientes, obsoletas, mal gestionadas y con endeudamientos que estan quebrando sus balances con una rapidez lamentable. Sólo en el entorno expansivo, dulce y virtual del que venimos, unas empresas tan ineficientes podían sobrevivir, e incluso aparentemente progresar. Por todo ello, al igual que les ha sucedido a infinidad de empresas no pertenecientes al grupo, la crisis ha supuesto la más rigurosa y eficiente aplicación de la ley darwiniana empresarial (interesante releer "Darwin, crédito y Keynes" en clave de Estado y no de empresa). Para los Estados que se desprendan del grupo, esta liberación les permitirá competir en condiciones menos asfixiantes en cuando a divisa y estándares se refiere. Y con ello poderse evitar el cierre de estas empresas y favorecer la viabilidad de la reestructuración que precisan, redimensionándose en un entorno de UE B mucho menos exigente y asfixiante.
Se impone, pues, una operación de corporate histórica. El holding llamado "UE" debe reestructurarse, refundarse para sobrevivir. Veremos con toda probabilidad cierres, ventas corporativas, escisiones y fusiones inimaginables, llevadas a cabo por un equipo de M&A que hasta hoy ni siquiera se ha contratado. O al menos esa es la versión oficial. Pero aunque las propias víctimas de la "reestructuración" suelen ser siempre las últimas en enterarse de las intenciones de la dirección del holding, esta vez se trata de una amputación más que previsible, inevitable. Y sin embargo no anunciada por culpa de una corrección política insostenible ante el panorama actual.
La dirección del grupo no está reaccionando de forma ágil ni contundente. Quizá por las implicaciones sentimentales y políticas que conlleva la desmembración y/o amputación de las marcas desahuciadas. O quizá porque la dirección no está siendo suficientemente competente a la hora de tomar decisiones valientes y coger al toro por los cuernos (y nunca mejor dicho).
A pesar del 80% de abstención euroescéptica de países como Eslovaquia o Lituania, no deja de ser curioso que países tradicionalmente euroescépticos como Irlanda, ante su situación de quiebra estatal, esté cambiando ligeramente su sentimiento hacia la UE. Es decir, ante la imposibilidad de afrontar la crisis en condiciones de solvencia mínima y con un previsible pie en una UE B, el sentimiento europeófilo se está haciendo algo más evidente. Quizá el miedo a volver a volar solos y la derrota psicológica que supondría para el entorno PIIGS, provoque el sentimiento de aferrarse a la ubre. Pero también crece el sentimiento a la inversa. De hecho siempre suele ser así, y el país, nación u organización supranacional más rica tiende a desear separarse de sus vecinos, compatriotas o aliados más pobres. Los intereses económicos suelen prevalecer sobre las afinidades nacionales, y aún más si cabe cuando se trata de una UE en la que sus miembros tienen diversas culturas, diferentes lenguas y, evidentemente muy distintas capacidades económicas para afrontar momentos difíciles.
Como dijo Mary Ellen Synon ya en este artículo del Daily Mail hace meses y que os recomiendo leer entero con atención:
"In the days before the euro, when Italy had the lire and Greece had the drachma and so on (PIIGS), a country in such trouble could devalue its currency to help increase its exports and take pressure off its jobs. Escape from the euro would also allow a country to regain control over its own monetary policy."El euroescepticismo económico va en aumento de forma directamente proporcional a la insostenibilidad de la quiebra técnica del area PIIGS. Es comprensible y no puede ser de otro modo. Si nos ponemos en el lugar de un ciudadano de la UE A, el sentimiento de no querer ser arrastrado por los excesos cometidos en los países ahora en aprietos, es del todo razonable. Somos los funcionarios de la UE: Ineficientes, improductivos, acomodados y subvencionados. Vulnerables, falsamente resilientes y sin posibilidades de superar las adversidades que se ciernen sobre todos, al menos en un entorno de UE A y una divisa tal y como la conocemos.
Si pensamos en la supervivencia de la UE como proyecto político y económico, es decir si pensamos en clave de holding o grupo empresarial sostenible y competente, la amputación de las marcas PIIGS es ineludible. Y la restructuración profunda que necesitan estas empresas deahuciadas sólo es viable sin la presión de pertenecer a un holding que les exige unos estandards inasumibles hoy por hoy.
Un proceso de corporate político-económico traumático, inimaginable, técnicamente complicadísimo, previsiblemente negado hasta la evidencia e inverosímil. Pero a pesar de todo, inevitable. El elefante sigue en la habitación del holding llamado UE, y se llama PIIGS.