Nota: Debido a la extensión de este artículo, lo publicaremos en dos partes.
En respuesta al anterior artículo de Boquerones Fritos (VII), comenzaremos diciendo, DJ, que en tu comentario haces reflexiones que sería muy interesante plantearse desde el escepticismo más absoluto. Me explico: Hablas de "solucionar el problema". Y cabría preguntarse si queremos solucionarlo volviendo a nuestro orígen de lujuria crediticia, de financos e inversópatas jugando a ganar sin producir. Quizá lo más aséptico sea seguir y sufrir con mucha atención la quiebra del sistema. No digo que deba ser así, sólo que no tengo tan claro que nos convenga una solución que nos devuelva al bienestar virtual de donde venimos, una solución de ilusionista, de píldora azul.
Pensando en el absurdo de que debiéramos aconsejar a algún gobierno o al mismísimo G-20, lógicamente no sabríamos por dónde empezar. La protección de un patrimonio en el momento actual es un juego de niños en comparación con la solución que nos pides. Probablemente tan sólo podríamos intentar diagnosticar la situación desde nuestra perspectiva y experiencia personal. En ese intento por determinar dónde estamos y a qué nos enfrentaremos te diré que deberíamos olvidarnos del mundo que conocemos. Estoy convencido de que no hay vuelta atrás y de que hemos abandonado definitivamente el modelo financiero conocido. ¿Qué haríamos y qué recomendaríamos? ¿Para qué? ¿Para volver a algo que se ha demostrado insostenible y temerariamente irreal? Sinceramente no tengo claro cuál sería el objetivo de nuestro asesoramiento surrealista a un G20 que debería liderar el futuro. Intuyo que nuestro consejo debería contribuír a crear y a sumar en un Sistema mejor que el conocido, pero no debería pretender encontrar el camino de vuelta, entre otros motivos, poque probablemente no exista.
Seguramente será inevitable una gran dosis de sufrimiento social en una latitud tan poco habituada a ello como el mismísimo Occidente. También comentas que quizá no queramos explicar con detalle nuestra opinión respecto a lo que nos espera y, a pesar de que mayoritariamente venimos explicándola artículo tras artículo en los 250 que ya hemos publicado en los últimos 2 años, en parte es así. Pero no por evitar compartir gratuitamente nuestra opinión al respecto, nada más lejos. Sino porque quizá diríamos cosas que no sería responsable publicar en un medio que, aunque modesto, tiene cierto alcance. Nuestros clientes, tanto los que pagan como los que atendemos gratuitamente, saben cuál es nuestra opinión exhaustiva sobre el escenario actual y las propuestas de futuro detalladas y adaptadas para cada uno de ellos. Y también debo decir que, como no puede ser de otro modo, no todos comparten nuestra visión de la situación que nos está tocando vivir ni de las perspectivas de futuro.
El deterioro del Sistema evoluciona a velocidad de crucero, con unas inercias de petrolero que hacen que a la mayoría les pase inadvertida la irreversibilidad del colapso del sistema financiero conocido. En el mejor de los casos retrocederemos muchas décadas en la riqueza creada. Y quizá sea precisamente porque sólo aparentaba estar creada y en realidad estaba simulada por un apalancamiento basado exclusivamente en el beneficio unigeneracional.
El órden cronológico viene siendo el siguiente: Colapso del sistema bancario propiciado por una burbuja crediticia en cuyo interior se encontraba otra burbuja inmobiliaria (USA y algunos países europeos y asiáticos). Para evitar este colapso bancario los Estados decidieron que Lehman Brothers sería el último y único gran cadáver que el Sistema se podía permitir. Por tanto las finanzas de los Estados se han puesto al servicio del rescate del sistema bancario. Hoy estamos en el proceso de colapso de los Estados con menor capacidad de aguante, tanto para el rescate de sus entidades como para la propia resistencia al desplome de sus cifras macroeconómicas (paro, PIB, morosidad, delincuencia y disturbios sociales, etc.) Entre estos primeros países que quiebran, los hay con y sin divisa propia con la que intentar paliar sus situaciones extremas. Algunos ya vienen siendo mantenidos a flote por Estados o supra-Estados cercanos que no pueden permitirse que sus vecinos estallen por los aires. Pero la cuenta atrás es inexorable para los más débiles y también para los que fueron más imprudentes y menos rigurosos durante los años dorados que acabamos de enterrar hace menos de dos años.
Posteriormente vendrán también las urgencias extremas de los Estados con mayor aguante. Y de ahí, dependiendo de la suerte que hayan corrido los más débiles, debe surgir la semilla del nuevo Sistema. Quizá sencillamente porque más allá de los Estados llamados primeras potencias no hay nada más, fin de trayecto, game over. Por eso será el momento determinante de la creación del nuevo Sistema. Las incógnitas son tantas y tan importantes que se nos hace imposible predecir con cierta consistencia las directrices que pueden regir este nuevo sistema. No obstante parece lógico pensar que Oriente en general y China e India en particular tendrán mucho que decir en el Nuevo Orden Económico Mundial que veremos en pocos años. También el medio oriente petrolífero, al menos mientras el mundo sea dependiente de los combustibles fósiles.
(Continuará en el siguiente artículo...)
En respuesta al anterior artículo de Boquerones Fritos (VII), comenzaremos diciendo, DJ, que en tu comentario haces reflexiones que sería muy interesante plantearse desde el escepticismo más absoluto. Me explico: Hablas de "solucionar el problema". Y cabría preguntarse si queremos solucionarlo volviendo a nuestro orígen de lujuria crediticia, de financos e inversópatas jugando a ganar sin producir. Quizá lo más aséptico sea seguir y sufrir con mucha atención la quiebra del sistema. No digo que deba ser así, sólo que no tengo tan claro que nos convenga una solución que nos devuelva al bienestar virtual de donde venimos, una solución de ilusionista, de píldora azul.
Pensando en el absurdo de que debiéramos aconsejar a algún gobierno o al mismísimo G-20, lógicamente no sabríamos por dónde empezar. La protección de un patrimonio en el momento actual es un juego de niños en comparación con la solución que nos pides. Probablemente tan sólo podríamos intentar diagnosticar la situación desde nuestra perspectiva y experiencia personal. En ese intento por determinar dónde estamos y a qué nos enfrentaremos te diré que deberíamos olvidarnos del mundo que conocemos. Estoy convencido de que no hay vuelta atrás y de que hemos abandonado definitivamente el modelo financiero conocido. ¿Qué haríamos y qué recomendaríamos? ¿Para qué? ¿Para volver a algo que se ha demostrado insostenible y temerariamente irreal? Sinceramente no tengo claro cuál sería el objetivo de nuestro asesoramiento surrealista a un G20 que debería liderar el futuro. Intuyo que nuestro consejo debería contribuír a crear y a sumar en un Sistema mejor que el conocido, pero no debería pretender encontrar el camino de vuelta, entre otros motivos, poque probablemente no exista.
Seguramente será inevitable una gran dosis de sufrimiento social en una latitud tan poco habituada a ello como el mismísimo Occidente. También comentas que quizá no queramos explicar con detalle nuestra opinión respecto a lo que nos espera y, a pesar de que mayoritariamente venimos explicándola artículo tras artículo en los 250 que ya hemos publicado en los últimos 2 años, en parte es así. Pero no por evitar compartir gratuitamente nuestra opinión al respecto, nada más lejos. Sino porque quizá diríamos cosas que no sería responsable publicar en un medio que, aunque modesto, tiene cierto alcance. Nuestros clientes, tanto los que pagan como los que atendemos gratuitamente, saben cuál es nuestra opinión exhaustiva sobre el escenario actual y las propuestas de futuro detalladas y adaptadas para cada uno de ellos. Y también debo decir que, como no puede ser de otro modo, no todos comparten nuestra visión de la situación que nos está tocando vivir ni de las perspectivas de futuro.
El deterioro del Sistema evoluciona a velocidad de crucero, con unas inercias de petrolero que hacen que a la mayoría les pase inadvertida la irreversibilidad del colapso del sistema financiero conocido. En el mejor de los casos retrocederemos muchas décadas en la riqueza creada. Y quizá sea precisamente porque sólo aparentaba estar creada y en realidad estaba simulada por un apalancamiento basado exclusivamente en el beneficio unigeneracional.
El órden cronológico viene siendo el siguiente: Colapso del sistema bancario propiciado por una burbuja crediticia en cuyo interior se encontraba otra burbuja inmobiliaria (USA y algunos países europeos y asiáticos). Para evitar este colapso bancario los Estados decidieron que Lehman Brothers sería el último y único gran cadáver que el Sistema se podía permitir. Por tanto las finanzas de los Estados se han puesto al servicio del rescate del sistema bancario. Hoy estamos en el proceso de colapso de los Estados con menor capacidad de aguante, tanto para el rescate de sus entidades como para la propia resistencia al desplome de sus cifras macroeconómicas (paro, PIB, morosidad, delincuencia y disturbios sociales, etc.) Entre estos primeros países que quiebran, los hay con y sin divisa propia con la que intentar paliar sus situaciones extremas. Algunos ya vienen siendo mantenidos a flote por Estados o supra-Estados cercanos que no pueden permitirse que sus vecinos estallen por los aires. Pero la cuenta atrás es inexorable para los más débiles y también para los que fueron más imprudentes y menos rigurosos durante los años dorados que acabamos de enterrar hace menos de dos años.
Posteriormente vendrán también las urgencias extremas de los Estados con mayor aguante. Y de ahí, dependiendo de la suerte que hayan corrido los más débiles, debe surgir la semilla del nuevo Sistema. Quizá sencillamente porque más allá de los Estados llamados primeras potencias no hay nada más, fin de trayecto, game over. Por eso será el momento determinante de la creación del nuevo Sistema. Las incógnitas son tantas y tan importantes que se nos hace imposible predecir con cierta consistencia las directrices que pueden regir este nuevo sistema. No obstante parece lógico pensar que Oriente en general y China e India en particular tendrán mucho que decir en el Nuevo Orden Económico Mundial que veremos en pocos años. También el medio oriente petrolífero, al menos mientras el mundo sea dependiente de los combustibles fósiles.
(Continuará en el siguiente artículo...)