Un interesante estudio de las crisis bancarias en el mundo, publicado por Rogoff y Reinhart a finales del pasado año, revela la inquietante conclusión de que los gobiernos generalmente subestiman la crudeza y el alcance real del coste de las crisis sobre las cuentas públicas. No es sólo que infravaloren el impacto de la crisis bancaria en sí misma sino que además no calculan adecuadamente una trivial consecuencia de los parones económicos, como es el frenazo en recaudación que sufren los estados posteriormente.
Este parón en la recaudación obliga a elevar el nivel de endeudamiento. Según los autores, el incremento de la deuda pública tras una crisis bancaria asciende de media al 86% del PIB. El presidente Obama ha comprometido (dinero, avales, garantías…) hasta la fecha unos $9 billones, es decir, el 64% del PIB. Según la estadística histórica de comportamiento presentada en el estudio, cabría esperar un aumento adicional de la deuda en otros $3 billones, hasta $12 billones. Considerando que estamos en la crisis más aguda en casi 100 años es una estimación optimista.
INCREMENTOS DE DEUDA PÚBLICA 3 AÑOS DESPUÉS DE UNA CRISIS BANCARIA
Cualquiera que sea la cifra final, mareante, hoy ya existe una apremiante necesidad de captación de fondos por parte del estado. El Tesoro americano está planteando lanzar emisiones de títulos de largo plazo una vez al mes, frente a las ocho veces anuales que suele. Además, se rumorea que están valorando la posibilidad de hacer emisiones nuevas de bonos a cincuenta años. Nada es excesivo cuando de momento, hay que financiar un déficit presupuestario estimado en $1.75 billones –trillion- para 2.009 y $1.2 para 2.010.
Para este segundo trimestre, por ejemplo, el Tesoro estima unas necesidades cercanas a los $361.000 millones, lo que supone multiplicar por 27 veces la cifra de igual trimestre del año anterior, que fue de $13.000 millones.
La competencia por captar dinero es elevada, los gobiernos, empresas e instituciones financieras necesitan cubrir sus necesidades en un mercado contraído y difícil y de hecho las últimas subastas de títulos soberanos así lo demuestran. Las necesidades son muy abultadas cuando por otro lado, la liquidez del sistema se ha reducido severamente. El efecto crowding-out o desplazamiento del ahorro hacia el sector público no es precisamente un catalizador para la recuperación económica.
El desenlace de la evolución de los precios -inflación, desinflación, deflación, estanflación- durante los próximos años es quizá una de las incógnitas cuya resolución es más anhelada por los gobernantes porque de ahí dependerá, entre otras cosas, su capacidad de financiación y captación de recursos privados, así como el coste de esa deuda.
Actualmente, la crisis amenaza con derivar en un proceso de caída de precios generalizada o deflación, contra el que las autoridades están luchando frontalmente, y en el que los inversores podrían estar satisfechos comprando deuda pública a tipos bajos. Mal escenario para las bolsas aunque positivo para los bonos y para la financiación estatal, que seguiría siendo barata.
Si, por el contrario, la avalancha de liquidez a chorros que están insuflando las autoridades para revertir la crisis se traduce en crecimiento económico y sobretodo en un fenómeno inflacionista, entonces los inversores descontarán un escenario bajo el que no comprarán deuda (más bien en condiciones así por norma general la venden). Los precios de los bonos irían a la baja y por consiguiente las rentabilidades al alza. Escenario hostil para las bolsas y también para las cargas estatales de deuda.
¿Existe alguna forma de entrever un entorno sostenidamente positivo para la renta variable? A priori e independientemente de sobresaltos temporales del mercado no, puesto que además del trasfondo económico y financiero, las valoraciones del mercado son generosas a los precios de hoy y los resultados empresariales proyectados muy pobres. Se espera una recuperación económica lenta y tortuosa; mal ecosistema para la mejora de los resultados empresariales y de las bolsas. Los niveles de deuda todavía pululando son imponentes. Vean el siguiente cuadro comparativo entre los niveles de deuda por áreas en 1982, inicio del último gran mercado alcista sostenido, y la deuda de ahora.
Francamente, la salud del sistema de hoy tiene mucho que envidiar a la de entonces y con estos niveles de deuda lastrando cualquier incipiente recuperación, muy virtuosos deberán ser los gobernantes para generar un nuevo ciclo alcista secular. Hoy no parece prudente apostar por ello.
A continuación adjunto unos enlaces con artículos interesantes respecto de la intención manifiesta de los reguladores de controlar los mercados de derivados OTC (curiosamente ha sentado mal a los banqueros) y el segundo referente a la opinión contraria de M. Hoenin, presidente de la Reserva Federal de Kansas frente al mito de que hay que salvar de la quiebra a cualquier institución grande para evitar un riesgo sistémico.
Regulación de los mercados OTC
Too big to fail
Mercados
El Test de Alivio del Stress de los mercados ha funcionado. Hemos podido observar el salero con que las autoridades han demostrado que acabaron los graves problemas. El optimismo continúa. Mucho cuidado!El mercado está extendido, ha subido un 40% desde el 9 de marzo, está sobrecomprado, los insiders venden, empieza la temporada estacionalmente débil del mercado y la magnética media móvil de 200 sesiones está muy próxima y amenazando con abortar cualquier intento de ser superada con éxito. En un mercado estructuralmente bajista esta media no se suele superar con facilidad pero en un mercado con el agotamiento técnico que acusa el de hoy, ésta media puede ser óbice suficiente para provocar una oleada de ventas.
SPDR. (ETF SP500). Diario
La figura técnica mostrada con los trazos blancos tiene unas implicaciones bajistas serias. En pura teoría esta formación indica que, una vez se rompa a la baja, los precios deberían regresar al origen del movimiento anterior, es decir, a los mínimos de marzo.
Considerando los esfuerzos de las autoridades por sostener y equilibrar el sistema financiero es difícil que se cumpla la teoría técnica pero, sin embargo, no es descartable que el SP500 retroceda en las próximas semanas del orden del 15%, en busca de la zona de los 800 puntos aproximadamente. Llegados a ese entorno, evaluaremos la capacidad de recuperación posterior o de corregir la pauta completamente y regresar a mínimos.
Atentamente,
Antonio Iruzubieta
CEFA. Certified European Financial Analyst.
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