Pero claro, es que el tema promete. Del artículo me quedo con el siguiente extracto: "Era la época de las vacas gordas, de la burbuja inmobiliaria,..., y comenzaron a proliferar los avales cruzados, primero, entre familiares, luego, entre conocidos; al final, con gente a la que no habían visto en su vida". Lo que no cuentan los afectados es cuanto se llevaban al bolsillo para echar una firmilla a un desconocido delante del señor notario. Personalmente, siempre he pensado que avalar a otra persona es un acto de suprema responsabilidad. Pero ya avalar a un desconocido es ser directamente un necio insensato por no decir algo más fuerte.
Cabe esperar alguna aclaración de MAFO (Gobernador del Banco de España) sobre como es posible que esta práctica fraudulenta burlara todos los sistemas de control del Banco de España y como sancionará a las entidades y directivos que permitieron que todo este entramado chapucero siguiera adelante. Esperemos que MAFO encuentre un huequecillo en su ajetreada agenda de discursos "pro-despido gratis" para darnos alguna explicación convincente.
La situación justo se está empezando a destapar ahora, cuando el titular de la hipoteca se queda en paro, deja de pagarla y arrastra al embargo al resto de avaladores mediante una reacción de cadena. De hecho, a las empresas están empezando a llegar un aluvión de embargos de nóminas por importes desorbitados fruto de estos avales solidarios. Y curiosamente, siempre son las mismas Cajas de Ahorro (aquellas que están siempre en el disparadero sobre su solvencia) las que repetidamente se han pillado los dedos.
Otro turbio entramado inmobiliario a sumar a la lista de despropósitos de todos estos años; tasaciones trinchadas, megaendeudamiento a cómodos plazos, nóminas falsas, etc. Para que luego nos vengan con la cantinela que no hay chuppraim en Hispanistán, vaya si la hay, y mucho mejor que la yanqui¡¡.
En fin, para estos afectados mucho me temo que la solución menos mala, si no quieren estar embargados de por vida, es dejarles el pufo a las cajas, poner lo pies en polvorosa y largarse a su país de origen o al rincón más incógnito del mundo y rezar para que la caja de turno no tenga demasiadas ganas en seguirles la pista. Si bien, lo más factible es que muchas cajas acaben vendiendo su deuda a alguna empresa de morosos del país de origen y vuelta a empezar. Hay penitencias que duran todo una vida.