LA IZQUIERDONA
18-04-10
Si nuestro muy admirado Paco Umbral inventó por lo visto en su día el término la derechona, para referirse a la derecha casposa y nostálgica, fascista y anti democrática, heredera del franquismo, pues habrá que inventar un término equivalente para la supuesta izquierda, también casposa y nostálgica, estalinista y anti democrática, y heredera del peor comunismo soviético a lo Gulag. Este término, obviamente, es la izquierdona.
La izquierdona no es izquierda, sino un cúmulo de sujetos con aspecto de homínidos que les une el afán por el poder, y las oportunidades de medrar. Son tipos mediocres pero hábiles; intelectualmente indigentes pero sobradamente conspiradores; sin estudios, sin formación, sin idiomas, sin lecturas y sin viajes, pero eficaces en su permanente verborrea mitinera, ruidosa y cacharrosa.
La izquierdona, lo izquierdón, toma la bandera de la supuesta izquierda. Pero en verdad lo que toma es la bandera de su propia conveniencia.
Cuando uno es mediocre, y lo sabe, y también anticipa que el mercado de trabajo de la empresa privada no le va a dar ninguna oportunidad, debido a su escasa formación, indolente cuando no nula capacidad de trabajo y sacrificio, pues se tiene que buscar la vida como sea.
Así, su única oportunidad es la política, y por esta razón a ella van a parar los personajes más siniestros, las mentes más débiles, los tipos más mezquinos.
Y si estando en la oposición también se puede vivir, es cuando uno está en el poder, o a la sombra de él, cuando realmente se puede vivir bien, y medrar, y generar tal tráfico de influencias y de voluntades, que uno ya se puede asegurar económicamente y para siempre su vida, e incluso la de sus hijos y la de sus nietos.
Porque hay algo claro que siempre caracteriza a la izquierdona: el dinero y su irrefrenable afán por su tonta e insensata acumulación, y que los distingue de forma visible e irreversible de la verdadera izquierda a lo Julio Anguita, que vive como predica su ideología: con austeridad, y una sincera (y ejerciente y ejercida) solidaridad con los menos favorecidos.
La izquierdona no es de verdad democrática, porque es heredera de etapas muy oscuras de la historia, como el estalinismo. Es totalitaria y excluyente, y no admite más que la sumisión, y jamás la discusión. O estás con ella, o estás contra ella. Tampoco admite el legítimo (y sano e higienizante y purificador) juego de la alternancia, y cuando por su nefasta gestión de gobierno la realidad es demasiado obtusa y evidente y contraproducente para sus intereses futuros, su insaciable obsesión de mantenerse en el poder le impele a violentar la democracia de forma insoportable.
Todo le vale a la izquierdona con tal de mandar (y medrar), y aprovecharse de los frutos que da el poder. Mentir, engañar, manipular, falsear pruebas periciales, mandar investigaciones casi sin base, presionar la sagrada independencia judicial, chantajear a todos los medios de comunicación, afines o no.
De todo es capaz la izquierdona, con el único objetivo de mandar, y ganar en unas elecciones con apariencia, sólo apariencia, democrática.
La izquierdona es el fascismo vestido con la bandera de la izquierda. Es el totalitarismo y la dictadura disfrazada de solidaridad y la bondad.
La izquierdona es el travesti de la ideología: parece izquierda, pero en realidad es peor que cualquier derecha.