Desde que empecé este blog, me he esforzado en mostrar a quién quiera escucharme que atravesamos la peor crisis económica, política y geopolítica de los últimos 400 o 500 años. No tengo ninguna duda al respecto. Aunque suene un poco “prepotente”. Lo que pasa es que tengo una visión holística de la realidad que me permite analizarla desde diferentes perspectivas. Será por mi formación de historiador… El caso es que por el mundo proliferan un montón de conflictos que siempre salen a colación cuando los imperios están al borde del colapso. Uno de ellos se refiere a la terrible desigualdad social que observamos entre los más ricos y el resto. Desigualdad que va in crescendo. Hoy sin más, leía la noticia de que el top 3 de los españoles súper ricos duplica la riqueza que posee el 20% de la población más pobre (según el último informe de Intermón Oxfam). Aunque no es una situación específica de España; ya que Spain is not diferent de lo que sucede en Estados Unidos, Europa y el resto de Occidente. Y es que en todas partes, menos en Asia, “cuecen las mismas habas”.
Esas diferencias de ingresos promovidas por las políticas irresponsables de nuestros banqueros centrales son una pésima señal de lo que se avecina… De lo que se avecina desde YA, pues la ola ya está aquí. Cuando los dirigentes de un país o de un imperio no pueden o no quieren redistribuir la riqueza entre sus ciudadanos, la economía entra en una espiral deflacionista muy difícil de contener. Es así porque la tendencia “natural” de los oligarcas es la de atesorar el dinero; probablemente, porque esperan forrarse con la recompra de los activos cuando su precio se haya desplomado. Lo cuál restringe el crédito bancario. En España este fenómeno se manifiesta en el estado lamentable de decenas de miles de pymes que malviven sin financiación hasta que, muchas de ellas, son fagocitadas por los tiburones que pululan en los despachos de los administradores concursales. ¿Os acordáis de la empresa de mi amigo Alberto? Bueno, en su caso fue incluso peor. No pudo superar el concurso, porque cuando los bancos provisionan los créditos fallidos se desentienden de los procesos concursales. Y sin su presencia, los empresarios no pueden reunir el quórum suficiente entre los acreedores para conseguir las quitas que les permitirían continuar con su actividad. De este modo, muchas compañías terminan sus días en las subastas; dónde se liquidan sus unidades productivas por cuatro duros para pagar las deudas contraídas con Hacienda o con el resto de los proveedores. No sé… Tras varias charlas con mi amigo, a uno le queda la sensación de que el sistema está en manos de una mafia formada por la banca, sus empresarios afines y los jueces de la administración concursal. En el caso de Alberto, al menos, pudo mantener la propiedad de la marca y cobrar unos royalties por ello. Pero no todo el mundo tiene esa suerte.
De vez en cuando, los gobernantes se dan cuenta de que la desigualdad social extrema no lleva a ninguna parte e intentan algo para remediarlo. Entonces el Estado pasa a la ofensiva. Los viejos emperadores romanos lo sabían muy bien… Tiberio por ejemplo, se inventaba todo tipo de excusas para procesar a los senadores corruptos que habían abusado del sistema en los tiempos de bonanza. Sobre todo a los que habían violado las leyes julias por conceder préstamos por encima del interés legal. Los encerraba en la cárcel o los mandaba asesinar para quedarse “por la cara” con sus propiedades, que pasaban a engrosar las arcas del Tesoro. Desde luego el viejo no tenía compasión. Pero es que ese era el camino más corto para obtener la financiación que necesitaba para sufragar la obra pública del Imperio. Así pues, no sólo eliminaba a las élites molestas que podían hacerle sombra, sino que contentaba al populacho de Roma con trabajo cuando más lo necesitaba. Y si lo pensáis bien… Salvando todas las distancias, la política de Tiberio no difiere demasiado de la que está aplicando Vladimir Putin desde su llegada al poder. Encarceló y encarcela a los oligarcas corruptos con delirios de grandeza y nacionaliza sus compañías energéticas para que el Estado pueda disponer de esos recursos en beneficio de una mayoría social.
La chusma neoliberal
Sin embargo no siempre los gobernantes se preocupan por sus ciudadanos. Normalmente eso pasa cuando las élites instaladas en el poder boicotean la acción del Estado en su propio beneficio. Tratan a sus correligionarios como si fueran ovejas a las que tienen que esquilar; sin importarles un carajo si eso es bueno o malo para el desempeño económico a largo plazo. Por supuesto saben que tarde o temprano el sistema se vendrá abajo. Pero les da igual. Mientras los demás sufren, ellos ganan dinero a raudales porque tienen la extraña creencia de que su status social los protegerá de los embates del destino. Es lo que pensaba María Antonieta… La reina vivía en su burbuja personal y cuando le preguntaron sobre que podía hacerse con el hambre que pasaban las masas harapientas de París, dijo: Bueno, si no pueden comer pan… ¡Que coman bollos! Menuda respuesta. Y es que cuando uno gobierna absolutamente, puede terminar con un deterioro absoluto de su sistema cognitivo. En fin… Su plan de desarrollo económico se fue al garete el 16 de octubre de 1793, cuando los revolucionarios le cortaron la cabeza en la guillotina.
Las razones sobre el “por qué” las élites se niegan a compartir su riqueza con los demás son muy complejas. Puede deberse a ciertos planteamientos ideológicos de base; o bien, a la emergencia de una crisis de tipo malthusiana en el que la casta reacciona agresivamente ante las demandas del populacho (pues si alguien tiene que joderse… Mejor que sean los pobres). O a las dos cosas a la vez. En cualquier caso, en ambos casos se reactivan los conflictos de clase de que hablaba Marx. Conflictos que suelen degenerar en revoluciones, fascismo, colonialismo, feudalismo, “yihadismo” o lo que dios quiera. Dependerá de la naturaleza de cada país. Cuando el egoísmo de los oligarcas transcurre en medio de una economía en expansión la situación puede reconducirse porque el origen del mal es “ideológico” y eso puede arreglarse con un cambio de gobierno. Siempre y cuando haya alguien con los cojones suficientes para enfrentarse a la casta. Es lo que pasó en Estados Unidos a principios del s. XX. El Capitalismo languidecía por el sobrepeso de los monopolios empresariales. La ley de la oferta y la demanda había dejado de funcionar porque tipos como Rockefeller acaparaban el mercado y fijaban el precio de los productos a discreción, en función de los vaivenes de su estado de ánimo (o de sus esposas). Asimismo las caídas salariales proliferaban por doquier, lo cuál situó al país al borde de la revolución más espantosa. La persona que tuvo los arrestos para enfrentarse a semejante desaguisado fue Theodore Roosevelt, el líder del Partido Republicano. Ganó las elecciones y se enfrentó a las élites. Recuperó la autoridad del Estado y cada conglomerado industrial fue troceado en varias compañías menores con dueños diferentes. Eso restauró automáticamente la libre competencia y una política de precios equilibrada que favoreció el despegue de la economía por la vía del consumo. Asimismo, también le ayudó la accesibilidad de una fuente de energía barata como entonces era el petróleo. Pero no nos engañemos, ¿eh? Roosevelt se jugó la vida por su país. Y lo convirtió en una nación mucho más poderosa y democrática de lo que había sido antes.
Ahora bien: ¿qué sucede cuando el egoísmo “natural” de los oligarcas no se debe sólo a su posición ideológica?; ¿cuándo éste está motivado por una relación desigual entre los recursos disponibles y un tamaño sobredimensionado de la población? ¡Porque eso es lo que tenemos ahora! Entonces amigos, pintan bastos. Si algo nos enseña la Historia es que este tipo de crisis acaban con imperios y que cuando un país entra una espiral descendente hacia la precariedad, sus élites babean con las riquezas de sus vecinos porque no desean correr la misma suerte que tuvo María Antonieta. Por eso Obama está tan nervioso. O debería estarlo; porque se pasa el día jugando a golf… Estados Unidos es un país insolvente dominado por una caterva de economistas neoliberales adscritos a la Universidad de Harvard cuyo lema es “la codicia es buena”. Se trata de tipos como Jeffrey Sachs, Alan Greenspan, Ben Bernanke o Larry Summers, entre otros, que fueron amamantados en la época de Reagan cuando Occidente luchaba contra la U.R.S.S. Esta gentuza es la principal responsable de las siderales diferencias de riqueza que hoy observamos al otro lado del Atlántico. O dicho de otra forma: el Imperio es rehén de unos funcionarios al servicio de los súper ricos enemistados con el Estado que creen en la desregulación de los mercados para crear nuevos monopolios empresariales; y en la falacia de que el crecimiento económico será eterno porque los recursos naturales son inagotables. Pues en eso consiste otro de sus eslóganes: Perfora chico, ¡perfora! Vamos, esta gente da por hecho de que vamos a tener petróleo hasta el fin de los tiempos.
Los modos en que ese grupillo ha enriquecido a las élites son inescrutables. Les sobra imaginación. Pero no puede negarse que han aprovechado el dinero regalado por la Reserva Federal –venga o no a través de los QE-, para forrarse a costa del común de los ciudadanos. El mecanismo es sencillo; cuando llegó la Gran Recesión y el precio de los activos se desplomó, recurrieron a sus colegas del Banco Central para obtener el efectivo que necesitaban para crear nuevas burbujas que restauraran el balance de las entidades financieras. Pongamos un ejemplo: las acciones de la compañía “XX” se dan un castañazo. Entonces el banco “XY” le pide dinero prestado a la FED al 0’25% para comprarlas. Sin apenas riesgo porque los tipos son muy bajos. Y el valor empieza a subir. Lo cuál llama la atención de los hedge funds que desean aprovecharse de la tendencia alcista. Para ellos el coste de adquisición de las acciones es un poco más caro que lo que pagó el banco “XY”; pero da igual, su entrada en el capital de la compañía impulsa su cotización hacia arriba y eso llama la atención de otros actores del mercado que quieren ganar dinero. Y lo hacen. Y así sucesivamente hasta los inversores minoristas –que suelen ser los últimos en entrar-. Así se crean las burbujas. Sea en la renta variable o en la renta fija. Luego la cosa se complica cuando la compañía “XX” acude al banco “XY” para obtener crédito que utilizará en recomprar sus propias acciones… Y eso ya es el colmo “señores”. El banco se lo da gustosamente porque la tendencia bursátil sigue siendo alcista y porque los gestores de las multinacionales ponen como aval el sueldo de sus empleados. De modo que las caídas salariales que se observan en todo el mundo; en buena medida, no son otra cosa que “un fondo de cobertura” encubierto para obtener beneficios con que pagar dichos préstamos en caso de desplome bursátil (en mi humilde opinión).
Esta situación no puede ser más deflacionaria. Y por eso casi nadie invierte en la economía real. Pero aún hay más. No se vayan todavía… El banco “XY”, cuyos ejecutivos son “unos machotes”, aprovecha su posición de monopolio para drenar la riqueza en posesión de la clase media. Toma el dinero de la FED al 0 o 0’25% y lo presta a intereses prohibitivos:
¿Dónde está nuestro “Tiberio”?
Y luego hay gente que se extraña de que el consumo esté tan tocado…. Los salarios caen, el crédito se encarece y las familias hacen lo que pueden para ahorrar de dónde se pueda:
Sea en carburante (gasolina)
O en comida -evolución de las ventas de McDonald’s-
En definitiva, se han reproducido las mismas circunstancias que estuvieron a punto de aniquilar el bienestar norteamericano a principios del s. XX. Si Theodore Roosevelt levantara la cabeza… Volvería a su tumba de inmediato. No creo que pudiera soportar la imagen de 50 millones de estadounidenses viviendo de los cupones de alimentos que sufraga el gobierno de Barack Husein Obama.
El problema es la energía: ¡estúpidos!
El principal problema de Estados Unidos es que está dirigido por una secta: la secta neoliberal. En la que habría que incluir también a los funcionarios “neocon” que pululan tanto en las administraciones republicanas como demócratas. Y es que el Partido Demócrata es una sombra de lo que fue… Por eso sus bases izquierdistas han abandonado a Obama y su índice de popularidad está por los suelos. Un presidente demócrata de verdad habría imprimido dinero para dárselo directamente a la población que lo necesitara –como hizo Franklin D. Roosevelt en los años 30-. Pero claro, para los acólitos de la secta eso es pecado porque significa transferir a riqueza de los ricos a los pobres. Dicen que eso conlleva “riesgo moral”; como si salvar a la banca no lo tuviera… No, es mucho mejor imprimir dinero para financiar el desarrollo económico; medida que Jim Rickards cuestiona en el siguiente gráfico:
La opinión de Rickards es interesante porque es un insider del Sistema
La emisión de moneda es, básicamente, emisión de nueva deuda. No dudo de que en un momento dado pueda funcionar como estímulo de la economía. Sin embargo y por muy bajos que estén los tipos de interés, finalmente la montaña de deuda es tan grande que absorbe toda la creación de riqueza. El análisis de Rickards es importante porque parece que hemos llegado al peak de la deuda. Es más, si seguimos imprimiendo dinero muy pronto será a costa del PIB. Quizá por eso han detenido la flexibilización cuantitativa, ¿no creéis? No sé, es un tema que me da que pensar…
En cualquier caso, esta tendencia no habrá pasado desapercibida a los burócratas de la FED. Por eso han financiado la burbuja del fracking. Alguna mente pensante habrá llegado a la siguiente conclusión: “Ok, si la economía no crece debido a la deflación salarial, lo mejor será que imprimamos dinero para abaratar los costes energéticos que soporta el país. A fin de cuentas, los recursos naturales son inagotables”. Y se entregaron a sus mantras particulares: Perfora chico, ¡perfora!; ¡la codicia es buena!
Y vaya si perforaron… En los últimos 4 o 5 años las petroleras norteamericanas han convertido las praderas del medio oeste en un queso de gruyere. ¿Cuántos pozos han levantado?: ¿12.000, 15.000…? Una inversión extravagante cuya producción Irak igualaría sólo con la puesta en marcha de 60 pozos de crudo convencional. En mi blog ya he hablado muchas veces del desastre medioambiental que supone el fracking y de los daños colaterales que provoca a su alrededor. Lo peor de todo es que se trata de un negocio ruinoso; pues por cada dólar que se extrae del subsuelo, las compañías invierten 1’5 dólares sólo para mantener abiertas las explotaciones. Como bien apunta Gail Tverberg: Las personas que creen que el gas natural resolverá los problemas energéticos del mundo están contando pollos antes de que salgan del cascarón. La vida de los pozos es muy corta, de 5 años a los sumo –por 30 o 40 de los rusos-. Por eso no se construyen oleoductos y por eso, también, Shell y otras multinacionales han abandonado el país tras reconocer miles de millones de dólares en pérdidas.
De verdad que me gustaría ver por “la cerradura de la puerta”, la cara que habrán puesto los miembros del club neoliberal al darse cuenta de que la burbuja del shale gas ha fracasado. Pero eso es lo que pasa cuando no tienes ni puta idea de geología, ni de termodinámica, ni lees los informes del Post Carbon Intitute, ni preguntas a la gente que realmente sabe de estas cosas como Gail Tverberg o Antonio Turiel. Así pues, visto el fracaso de la operación… Ahora la iniciativa pasa a los políticos; concretamente, a los chiflados neocon que han secuestrado la voluntad de la administración Obama. Seamos realistas, Estados Unidos está en bancarrota. ¡Lo sabe todo el mundo! El futuro del Imperio depende de dos circunstancias: 1) de que el resto del mundo siga interesado en reciclar su superávit comercial nominado en dólares en la deuda del Tesoro norteamericano (según establece el “Dilema de Triffin”); y 2) del mantenimiento del status del petrodólar; es decir, de que el resto de países siga interesado en realizar sus intercambios comerciales en la divisa estadounidense. En caso contrario, toda la política monetaria de la FED colapsará.
Hoy en día, ambas cosas están en peligro. Los BRICS y los países que los acompañan empiezan a transaccionar en sus propias monedas y han creado instituciones paralelas al FMI, el Banco Mundial y la OMC (el último el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras o BAII, cuya capitalización dobla la del Banco Asiático de Inversiones…), para emanciparse del modelo colonial impuesto por Washington tras la conferencia de Bretton Woods (1944). Eso explica el arribismo de los neoconservadores estadounidenses; saben que su futuro está en juego y han ideado un plan para saquear los recursos naturales de Oriente Medio y de Rusia para que la rueda siga girando a su favor durante unas décadas más. Sergei Glaziev, asesor y amigo íntimo de Vladimir Putin lo explica muy bien:
Nos estamos moviendo ahora del ciclo estadounidense de acumulación de capital a un ciclo asiático. Esta es otra crisis que está desafiando la hegemonía estadounidense. Para mantener su posición dirigente frente a la competición que supone una China en alza junto a otros países asiáticos, los estadounidenses quieren comenzar una guerra en Europa. Quieren una Europa debilitada, desintegrar Rusia y someter al continente euroasiático entero. Es decir, en vez de una zona de desarrollo desde Lisboa a Vladivostok, que es lo que propone el Presidente Putin, EEUU quiere empezar una guerra caótica en este territorio, enredar a toda Europa en ella, devaluar el capital europeo, cancelar su deuda pública, bajo cuya carga EEUU ya está derrumbándose, cancelar lo que le deben a Europa y a Rusia, someter nuestro espacio económico y establecer controles sobre los recursos del gigante continente euroasiático. Creen que este es el único camino a seguir para mantener su hegemonía y derrotar a China.
Personalmente, creo que la iniciativa norteamericana se va a estrellar contra un muro. Mientras Obama va, Putin vuelve. Los BRICS han calculado todos los movimientos de Washington con antelación y nada les sorprende. Ya conocen su modus operandi (los papeles de Wikileaks y las revelaciones de Edward Snowden hicieron mucho daño). Las gracias también habría que dárselas a la chusma neoliberal vinculada a la Universidad de Harvard, cuyas huestes aterrizaron en la Rusia de Boris Yeltsin para destruir lo que quedaba de la URSS. El sueño de los harvardianos buscaba la destrucción del Estado ruso; reducirlo a la mínima expresión, anular la amenaza militar y privatizar sus vastísimos recursos energéticos para que pudieran exportarse a Occidente a precio de saldo. Perfora ruso, ¡perfora! Sin embargo después de la muerte de Yeltsin, los yanquis colocaron en el poder a un funcionario que en palabras de Bush hijo: Era un tipo en el que se podía confiar… Y ése alguien resultó ser Vladimir Putin; un lobo vestido con piel de cordero.
¿Y ahora qué?
Menuda elección hicieron en Washington… Huelga decir que cuando se sintió con fuerzas, Putin echó a los economistas de Harvard y anuló todas las reformas neoliberales puestas en marcha por esa secta de parásitos; restaurando con ello, gran parte de la independencia de la Federación.
Han pasado varios años desde entonces. Las relaciones internacionales están cambiando a velocidad de crucero y los BRICS se han convertido en un actor de primer nivel. Ahora bien, a los rusos les queda una cosa por hacer: rediseñar el panorama energético mundial. En este mundo se da la extraña circunstancia de que los asiáticos pagan un pastón por el gas natural mientras Occidente paga lo justo y “sin dar las gracias”. Es así porque en Estados Unidos y en Europa creemos que tenemos derecho de pernada sobre todos los recursos naturales del planeta. Se trata de una vieja tradición que se remonta al s. XIX, cuando los imperios occidentales que al final dirimieron sus diferencias en la I Guerra Mundial, iban por los cinco continentes saqueando las riquezas de sus colonias. Eso explica en buena medida porque los indios, los paquis, los japoneses, los koreanos y demás, pagan el triple o el cuádruple de lo que pagamos nosotros por el gas. Seamos francos, ¿eh?; ellos subvencionan por la fuerza o por la coacción gran parte de nuestro Estado del Bienestar.
Diferencia de precios del gas entre Japón (JCC) y Estados Unidos (Henry Hub), 2003-2013. Fuente: GLG
Naturalmente, el elevado precio de las materias primas energéticas afecta a la productividad de sus economías. Sin embargo a partir del megacontrato que los rusos acaban de firmar con los chinos para suministrar gas al gigante asiático durante los próximos 30, 40 o 50 años, todo va a cambiar. Ese acuerdo sólo es la punta del iceberg; pues Gazprom negocia actualmente un contrato paralelo de 30.000 millones de dólares y Rosneft otro por un importe similar para vender su petróleo –todavía no han especificado el periodo de vigencia de esos contratos-. Lo que va a pasar a partir de ahora –y especialmente a partir de 2018 o 2019 cuando estén terminados los nuevos oleoductos siberianos-, es que todas esas naciones querrán mamar de la teta de Rusia para afianzar su crecimiento y bienestar. Todo el mundo sabe que dichos oleoductos llegarán hasta la India (el país pertenece a los BRICS y muy pronto ingresará en la Organización de Cooperación de Shanghái); aunque es harto probable que también lleguen a Korea y a Japón –varios diputados del Parlamento nipón desean reunirse con Putin para hablar del tema…-.
La proyección de Rusia hacia Asia, dejará fuera del mercado a los qataríes y a los canadienses; pues son ellos los que se benefician por la venta del gas a 12 o 14$/Btu (un precio exorbitante aunque incluya el sobrecoste del transporte en forma de GNL). Luego, comprendo perfectamente que ambos países se hayan subido al carro de las sanciones de Occidente contra Rusia. Pues todos tenemos mucho que perder… Nuestras sociedades envejecidas y endeudadas no soportarán la más que probable subida del precio de las materias primas energéticas a partir de 2018 –puede que antes-. En Europa la cosa pinta fatal; pero también para los yanquis, pues desde ya se avecina una explosión de nuevas transacciones comerciales nominadas en divisas locales que acabará con la primacía del petrodólar y con la filosofía de “pensamiento único” impuesto por la escuela neoliberal harvardiana.
¿O es que creéis que la violencia desatada en Ucrania y en Oriente Medio son una casualidad? Y Greenspan diciendo que tenemos que comprar oro: ¡ver para creer!
Un abrazo amigos/as!
Nota: Quiero darle las gracias al rankiano Gfierro por los enlaces que me pasó referentes a la políticas que los neoliberales harvardianos aplicaron en la Rusia de Yeltsin.