Uno de los primeros post de este blog se denominaba: “seguridad jurídica y desregulación”. En aquel post me hacía eco de un grave problema de la sociedad, que ni de lejos se ha solucionado y que en su lugar se ve ahora en su máxima expresión. Recomendaría su lectura.
En fin, la semana pasada resulta que Ángel Ron, presidente del Banco Popular, se quejaba de la hiperactividad regulatoria respecto a los bancos. Esta semana, a cuenta de la discusión sobre la ley hipotecaria, ocasionada oficialmente por suicidios, (pero que coinciden con un informe emitido por la abogacía de la UE en la que se dice que el sistema de ejecución en España no es compatible con la legislación europea), estamos escuchando con mucha frecuencia este argumento para no cambiar la legislación. (Siempre acompañado del famoso comodín de la reactivación del crédito).
En definitiva, ahora sí que importa la seguridad jurídica y ahora sí que importa el hecho de que se cambien las reglas del juego y por supuesto sí que importa la normativa, y por supuesto, como se cambie una coma, resulta que el sistema se viene abajo y nos convertiremos en un país tercermundista.
A lo que estamos asistiendo es a un ejercicio zafio de demagogía barata en la que determinadas personas están enterrando la poca decencia que les quedaba. ¿no es una coña que los bancos se quejen de la hiperactividad regulatoria?. Pensemos que estamos en medio de una crisis financiera, que se ha llevado por delante todo, y que todo el mundo entiende que son los bancos precisamente aquellos agentes que no han cambiado ni una coma.
Claro que hasta ahora ha existido una ingente actividad regulatoria, derivada de los cambios que han pedido los mercados financieros que han afectado absolutamente a todo el mundo. Resulta que han cambiado las condiciones de nuestra jubilación, han cambiado las condiciones en las que nos pueden despedir, han cambiado las condiciones en las que podemos usar la sanidad, han cambiado las condiciones en las que negociamos los depósitos que depositamos en las entidades financieras, han cambiado las condiciones en las que accedemos a la sanidad y han cambiado las condiciones en las que accedemos a la justicia. Incluso, sin el mayor problema y pasándose por el forro todo lo que había que pasarse se ha cambiado la constitución. De alguna forma, se han cambiado las normas por las que no se podrían rescatar bancos, por otra en la que nos obligamos a cubrir todas las pérdidas y poner todo el dinero que sea necesario para salvar el financiero.
Y todo esto por resumir lo que se ha cambiado en este país a petición, (o incluso por orden), de los traídos y benditos mercados, con la oposición expresa de una ciudadanía que importa tres pimientos. De hecho, lo que llevamos son unos cuantos años en los que el titular: “los mercados financieros aplauden las reformas, (¿Qué son las reformas más que cambios en la situación jurídica de los ciudadanos?), pero piden más?; acompañados de aquello de “espero que se aguante la tensión social”.
¿Me va a explicar a mí, o a cualquier ciudadano un banco los efectos de cambiar una legislación que tumbe un aspecto importante de nuestra vida?. Es completamente absurdo, ya que todos nosotros hemos sido afectados por bastantes de estos cambios, ¡y por supuesto hemos protestado, pero sin el mínimo éxito!. Nos hemos comido todo cambio jurídico que fuese solicitado por unos cuantos, y aún por encima nos hemos comido toda la compensación que los efectos de esto ocasionaba sobre un sector financiero enloquecido.
¿Y ahora se quejan de que se intente cambiar una legislación que por cierto ha sido declarada ilegal?. La seguridad jurídica jamás se puede entender cómo mantener una situación ilegal, se pongan como se pongan. Pero lo más triste es que esta seguridad jurídica viene derivada por que resulta que los ciudadanos no tenemos instrumentos para oponernos a las pretensiones de la otra parte.
Lo cual nos lleva a un absurdo mayor; ¿No es seguridad jurídica que las entidades financieras, y todo el mundo cumpla las leyes?. ¿Me quiere sacar el caso de un país del tercer mundo cualquier persona que defienda que en España determinadas entidades diseñen las leyes a su gusto y pasen absolutamente de lo que no les interesa?.
¿Estaríamos hablando de seguridad jurídica cuando contamos por cientos de miles, los afectados de malas prácticas en todo tipo de productos en muchos momentos, sin que exista el mínimo esfuerzo por hacer cumplir las leyes?. ¿Tiene algún sentido que se monte una gran estafa y que aquí no pasa nada?. ¿Qué cachondeo es este en el que se teme que las entidades no contabilicen las cosas por su valor real y que en lugar de meter en la cárcel al que engaña (esa es la palabra de cada caso de balance no real), les modificamos las leyes para comprarle el activo en cuestión a un precio que no se cree nadie?.
Pues claro que todos somos conscientes de la importancia de la seguridad jurídica, y esto empieza por todos los controles para que el poderoso, no pueda alterar las reglas del juego a su beneficio. Y todos somos conscientes que no imputar a un banquero en ejercicio, (o acabar indultándolo), no es ni de lejos un ejercicio de seguridad jurídica. ¿Me van a explicar a mí los costes de la inseguridad jurídica cuando tenemos una constitución que habla de proteger los derechos de los consumidores, del derecho de un salario suficiente para atender las necesidades de una familia, del derecho a la vivienda, de que el estado impedirá la especulación en vivienda, del derecho a la justicia, a la asistencia social?.
Todos somos conscientes de que ha sido una constante reiterada la petición de reforma de una norma como la laboral que se cataloga como Franquista desde todos lados, pero que en realidad lleva siete grandes reformas en la democracia, mientras se niega la reforma a la ley hipotecaria de 1909, que ha sobrevivido al crack mundial, al estado del bienestar, al desmantelamiento de este, a dictaduras, república y monarquía.
Claro que somos conscientes que el BCE y la troika exigen reformar absolutamente todo, pero resulta que exigen prudencia para reformar la ley hipotecaria en medio de una crisis financiera e inmobiliaria; y esto lo hace una entidad que ha dinamitado todas y cada una de sus normas de juego a lo largo de estos años.
Claro que la sociedad necesita y quiere un entorno con seguridad jurídica, pero lo que piden determinadas personas no es seguridad jurídica para el sistema económico. Lo que piden es que juguemos un partido de futbol, en el que se arbitré a favor siempre de un equipo, y que se cambien las reglas siempre que interese a un equipo, y esto no es precisamente seguridad jurídica.
Lo que piden es que se les garanticen jurídicamente lo que no son más que animaladas de la peor calaña. Lo que pide una persona que pide que no se solucionen los problemas derivadas de actuaciones ilegales, es exactamente lo mismo que si un ladrón exigiese que se declarase legal su robo amparándose en la seguridad jurídica. O sea una burrada de un impresentable con muchas pretensiones.