Ayer he tratado de exponer los procesos que se desencadenan ante las inyecciones monetarias, y había llegado a la conclusión de que el primer efecto es que en una situación en la que se inyecta la cantidad de dinero en la economía en un sistema monetario que incluye los procesos de creación de dinero el impacto sobre la cantidad de dinero es mucho menor en tanto en cuanto exista un sistema financiero desarrollado.
Sin embargo teníamos pendiente el resto de los efectos, y para esto tendremos que tener algo muy básico e intuitivo en cuenta. Dividiendo el total del dinero en una economía en el dinero inyectado y aquel creado por el proceso bancario, tenemos que entender que cuanto mayor sea el tamaño del sistema financiero sea mayor, aquella parte de dinero “creada” tendrá una importancia mayor.
Pero hoy aún no voy a tratar de explicar el efecto del multiplicador y voy a tratar de introducir otro pequeño matiz que normalmente no se tiene en cuenta. Para ello vamos a asumir como fija la cantidad de dinero total de la economía. Independientemente de que el dinero sea la cantidad de oro en la economía, bien sea la cantidad de dinero emitida para representar el oro o cualquier activo que exista en la economía, (por ejemplo patrón oro), o bien sea completamente fiduciario; siempre tendremos una cantidad total de liquidez en el sistema; (aunque en ocasiones sea discutida).
Esta es la cantidad de dinero que va a existir y va a determinar el nivel de precios de la economía, cuando la comparemos con el número de bienes y servicios que se intercambian. (mediante el proceso similar a las subastas). Si en la economía hay 100 unidades de la moneda y determinados artículos, estos acabarán valiendo 100, porque todo el mundo estará dispuesto a pagar hasta que los precios lleguen al límite.
De la misma forma que cuando España descubrió América y esto supuso la entrada de ingentes cantidades de oro, mientras la producción de España se mantenía estable, acabando en un proceso de una gran inflación, es fácil entender que en el contexto contrario, el proceso y el resultado es el contrario. Es decir, en el caso de que nos encontremos con avances económicos, y tengamos una moneda limitada, el resultado será que para la misma cantidad de dinero, tendremos muchos más bienes, de forma que los bienes tienen que bajar su precio para ser intercambiados o lo que es lo mismo, la moneda (que sería el recurso que pasa a ser escaso) sube de valor. Activamos el proceso de deflación.
El mismo proceso, pero a la inversa que la hiperinflación. (Recordemos que necesitaba que se produjese un incremento en la cantidad total de dinero emitida y un estancamiento económico). Y en definitiva es el razonamiento que determina que la política monetaria de alguna forma tiene que acompañar a la economía real, y buscar un equilibrio.
En definitiva, lo que tenemos es que la cantidad de dinero en una economía, determina el valor total de los bienes en una economía.
Pero sigamos asumiendo que la cantidad de dinero es un dato que tenemos. Aún nos falta introducir un pequeño matiz, y tenemos que tener en cuenta que el dinero no sólo se usa para comprar los bienes de una economía, sino que también se usa para comprar bienes que sirvan para atesorar o para invertir. El matiz es muy importante, ya que debemos activar que la cantidad de dinero en el mercado se traslada a los precios de los bienes (y por tanto a la inflación), gracias a que la disponibilidad de dinero para dichos bienes, hace que se incremente la demanda de estos. En la medida en que la disponibilidad de dinero no se traduzca en incrementos de demanda de bienes y servicios, sino que se traduzca en incrementos de demanda de bienes de tipo financiero, el resultado será completamente distinto.
Es decir, tenemos un total de dinero determinado, en unas manos determinadas que se puede usar para consumir distintos productos, (en base a las razones por las que decidimos consumir, que pueden ir desde la necesidad a la obtención de un valor), o podemos usar ese dinero para ahorrar e invertir en cualquier tipo de activo con carácter financiero. Está claro que el proceso de decisión no es el mismo, aunque en ocasiones se confunda; sobre todo cuando al final se traduce en los mismos bienes.
Si hacemos caso a este pequeño matiz, comprobaremos fácilmente que manteniendo la cantidad de dinero, cuando varía la proporción de dinero disponible para invertir y para consumir, el efecto es que varían las valoraciones de los precios de los distintos tipos de bienes. Si en una economía tenemos sólo oro y pan, tendremos los precios de ambos bienes en función de la disponibilidad de dinero que hay para los dos bienes.
Cuando por razones como por ejemplo una concentración importante de la renta o riqueza, se da un proceso que coloquialmente se conoce como “retirar dinero de la circulación”. En definitiva lo que ocurre en este caso es que se incrementa la cantidad dinero disponible para la inversión financiera, a la vez que se reduce la cantidad de dinero disponible para el intercambio de bienes y servicios, (recordemos que estábamos suponiendo que la cantidad de dinero es constante).
Al incrementar la demanda de bienes adquiridos con el objetivo de invertir, lo que tendremos es que estos incrementarán su valor, sean acciones de empresas en un mercado financiero, sean viviendas o sean contratos de materias primas. En el caso de las viviendas impactó sobre la renta disponible de los ciudadanos, (al suponer un incremento de los costes); cuando este proceso impacta sobre las materias primas, está claro que tiene su reflejo en el ipc; pero en todo caso, lo que debería estar claro es que existe una diferencia entre un proceso de hiperinflación y un fenómeno que se ha venido a llamar burbujas.
Las burbujas se dan cuando se dan incrementos justificados, (pero no justificables) de precios por la entrada masiva de especulación financiera en los activos y que no corresponde con la evolución del resto de variables de la economía. Y curiosamente, tras todas y cada una de las burbujas lo que hemos encontrado es que la cantidad de dinero para la economía se reduce de forma que al final tenemos procesos de deflación.
Este pequeño paréntesis al final lo que trataba de explicar en el post en el que exponía que no es lo mismo usar un helicóptero para dispersar dinero que usar inyecciones monetarias a diversos mercados; esto es lo que marca la diferencia entre el concepto “estimular la economía” que los bancos centrales utilizan cuando tienen que tener perfectamente claro que lo que hacen es generar burbujas, de tal forma que la hiperinflación en realidad está siendo la justificación de una burbuja masiva en unos cuantos mercados.
Y así sigue el camino, que espero que no esté siendo demasiado engorroso, que me va a llevar a intentar concluir que la hiperinflación es imposible.