En primer lugar, ¿tiene sentido poner límites de rentabilidad cuando invertimos en renta variable? Personalmente creo que no. A menos que la estrategia de inversión sea obtener un 8% y salirse de la bolsa hasta el año siguiente, creo que no tiene ningún sentido ponerse un techo. Así que cualquier interpretación en esta línea, es equivocada.
¿Por qué un 8%? Esta pregunta ya está respondida: porque es la tasa media histórica de retorno de las bolsas, incluyendo dividendos. Por otro lado, creo que es una tasa razonable para cubrir la inflación y, salvo en momentos puntuales, es más de lo que suelen dar los bonos. Además, consiguiendo un 8% anual durante largos periodos de tiempo habré alcanzado mis objetivos personales de inversión.
¿Es una tasa suficiente para compensar por el riesgo? Aquí está la clave. Para responderla hay que reflexionar (una vez más) sobre lo que es el riesgo. Para mí, no tiene nada que ver con la volatilidad de la acción sino con la calidad de la empresa. A mayor calidad, menor riesgo y viceversa. Por tanto, el riesgo total lo divido en operativo y financiero. Seguro que todo esto os suena. No voy a alargarme en este punto porque voy a coger complejo de disco rayado.
Seguimos con el riesgo. El 8% es un retorno suficiente para, a largo plazo, satisfacer el riesgo generado por invertir en empresas de “calidad bolsa”. ¿Qué pasaría si invertimos en empresas de calidad superior a la bolsa? En ese caso, estaremos consiguiendo un extra de rentabilidad pues buscamos un “retorno bolsa” para activos de riesgo inferior al “riesgo bolsa”. Por tanto, un objetivo de retorno del 8% con inversiones como las nuestras es un objetivo bastante ambicioso. Que no nos engañen las apariencias.
¿Para qué nos sirve ese 8%? El 8% es simplemente una guía de nuestro nivel de riesgo o, dicho de otra forma, de las empresas en las que nos fijamos. Al tener ese 8% como referencia, descartamos un montón de empresas que no nos parecen interesantes o, por lo menos, coherentes con esos ritmos de inversión. Las Jazztel, Astroc, Vueling, Solaria, Alcatel-Lucent y compañía (tanto las que van bien como las que van mal) quedan descartadas nada más empezar.
Por otro lado, ese 8% juega un papel esencial en la valoración. Cuando hago descuentos de flujos, el 8% es mi tasa de descuento mínima. Me da lo mismo si estoy analizando Coca-Cola o Dell. Del 8% creo que no se puede bajar (aquí la gran mayoría estará de acuerdo conmigo). A partir de ahí voy subiendo la tasa de descuento para completar mis modelos de escenarios y para ajustarla al riesgo (definido por la calidad de la empresa) de cada compañía.
Por tanto, utilizo el 8% sólo como referencia del riesgo y como rentabilidad mínima. Si en un año consigo ese 8% habré conseguido alfa (objetivo de todo inversor activo) porque habré obtenido “retorno bolsa” invirtiendo en empresas de riesgo inferior al “riesgo bolsa”. Pero el value investing añade una pequeña nota a todo esto.
Dependiendo del margen de seguridad con el que compremos una empresa, podremos estimar el tiempo necesario para obtener un 8% de retorno en cada operación. Esto también nos sirve para determinar si nuestros objetivos de inversión son conservadores o agresivos. Por ejemplo, cuando compré Coca-Cola a $42, manejaba un precio objetivo de $60 que, posteriormente amplié hasta $66. Supongamos que $66 es mi objetivo inicial. Estimé que obtendría una rentabilidad por dividendo media anual neta del 3% durante todo ese periodo. Así que calculé que mi inversión, para llegar a mi objetivo, tardaría unos 10. Si Coca-Cola alcanza su objetivo en 10 años, habré alcanzado el 8%. ¿Creo que es capaz de hacerlo? Naturalmente. Así que compré. (Claro que hay un montón de análisis previo, este ejercicio no es “valorar” una empresa).
La compra tuvo lugar en Febrero de 2006. Hoy estamos a un 9,38% de subida en el precio para alcanzar el nivel de venta. Si alcanza los $66 en Febrero de 2008, la rentabilidad total será cercana al 61% en dos años. Eso es un 26,89% anual, muy por encima del 8% inicial. Ese extra es gracias al value investing y al margen de seguridad.
Así que cuando hablamos de retornos reales, no sabemos cuál vamos a conseguir. Todo depende del margen de seguridad, del tiempo en que tarde el mercado en valorar correctamente la empresa y de su calidad. Por tanto, para ser más precisos, podría decir que mi objetivo de retorno es (Margen de Seguridad), mientras que mi objetivo de riesgo es 8% como máximo.
Son conceptos, como veis, muy personales (= criticables) y difíciles de explicar. Me permiten hacer rápidamente mis cálculos y creo que son coherentes con mi forma de invertir. Cada inversor debe calcular su propia tasa de retorno. La mía es un 8% pero para otros puede ser un 12% o un 4% y, lógicamente, habrá que cambiar los tipos de inversiones de cada uno.
¿Este planteamiento puede ser aplicado por otros inversores? Pues no lo sé. Eso debe decidirlo cada uno. En bolsa no hay fórmulas mágicas y lo que es bueno para unos puede no ser bueno para otros (sólo hay que analizar la operativa de Jim Simona con la de Warren Buffet). Sólo hay que ver la entrada sobre la diversificación y sus comentarios: cada uno aporta un matiz o rechaza totalmente lo expuesto. ¿Quién tiene razón? Todos y ninguno. A pesar de ser fiel seguidor del value investing, creo que no hay que ser “fundamentalista” en temas de inversión. No hay recetas mágicas. La que comento aquí es, simplemente, la mía.
¡Buen apetito!