La inversión value persigue los mismos objetivos que el AT pero lo hace de diferente forma. En vez de estudiar los movimientos irracionales de los precios, analiza la realidad de cada empresa, buscando sólo aquellas que sean de la máxima calidad. Una vez hallada, la valora para entrar en ella a un precio razonable y, a partir de ahí, la mantiene a largo plazo haciendo revisiones periódicas de la situación de la empresa con vistas siempre al largo plazo. Dicho de otro modo, la IV intenta poner al inversor en el mismo barco que a los grandes empresarios de la Lista Forbes, a un precio razonable. Buscamos el tipo de empresas que han hecho ricos a los más ricos, las compramos sólo a precios razonables y las mantenemos mientras sigan siendo empresas excepcionales.
Los value, a diferencia de los técnicos, no nos fijamos en los movimientos de las cotizaciones. Los value tienen al valor de la empresa como guía, por encima de cualquier fluctuación de corto plazo. Dicho valor viene dado, en gran medida, por las cualidades de la empresa y debido a ello, es una realidad que cambia (dependiendo del sector) de forma lenta. Esto nos permite no estar a merced del precio de la acción, como le pasaría a cualquier especulador, sino actuar como los verdaderos propietarios de la empresa. Es decir, nos permite jugar al mismo juego al que juega Botín en el Santander, Ortega en Inditex, Pérez en ACS o EK en FCC. Con las limitaciones de cada uno, naturalmente, pero jugando al mismo juego.
La inversión empresarial y la vocación de largo plazo, protege a los inversores value de las fluctuaciones de corto plazo de las Bolsas. Es más, mientras la mayoría de partícipes del mercado entra en pánico ante fuertes caídas, los value las reciben con agrado (al menos los afortunados que cuentan con liquidez) y no dudan en comprar más acciones a mejores precios en las compañías de alta calidad en las que invierten. Ya no se sigue la tendencia técnica de comprar más cuanto más caro está un valor. Ahora, los value, siguen a la perfección la máxima “compra barato y vende caro” porque, precisamente, eso es lo que hacemos.
Mientras que el universo de los técnicos se reduce al precio (ente volátil y emocional, más parecido al humo que a una realidad económica), los value nos guiamos por el valor de las compañías (realidad basada sobre las cualidades que han hecho grandes a las empresas en las que invertimos).
Otra ventaja fundamental de los value sobre los técnicos es que, para nosotros, no todo lo que cotiza es igual. No es lo mismo Jazztel que Telefónica y no nos estamos refiriendo a la volatilidad de los precios (que, por cierto, hay periodos en los que JAZ está plano y TEF presenta mayor volatilidad, siendo una empresa de mucho menor riesgo). La distinción en valoración, riesgo y calidad de la empresa ha hecho que las rentabilidades de los que hayan optado por una empresa u otra sean totalmente distintas. Los inversores value son capaces de clasificar a cada empresa según su propia naturaleza y esta disección del mercado es una ventaja fundamental sobre los técnicos.
Por otro lado, el inversor value tiene al tiempo como mejor aliado. Al invertir a largo plazo, los value nos aprovechamos de 1) la labor del equipo directivo de una compañía y 2) de la tendencia natural de la economía a crecer a largo plazo. Si compramos acciones de ACS, nos ponemos en manos de Florentino Pérez y confiamos en su capacidad para añadir valor. Por otro lado, confiamos en el crecimiento económico de España a largo plazo que, sin duda, beneficiará a ACS por su magnífica posición estratégica. Lo mismo ocurre con el Banco de Santander y Emilio Botín. Las diferencias con los técnicos son evidentes.
El ignorar al market timing también supone una ventaja para los value. No buscamos comprar en el mínimo y vender en el máximo (tarea, por otra parte, imposible) sino, simplemente, comprar buenas empresas a precios razonables. Esto nos permite aislarnos, incluso, de las fluctuaciones macroeconómicas ya que nuestros análisis van más allá de un ciclo económico. Por ejemplo, según mis análisis FCC cotiza a precios muy atractivos para el inversor de largo plazo. Esto quiere decir que, aunque la economía se enfríe y el beneficio de FCC se resienta, su precio actual es tan bueno que cuando la economía se recupere y FCC vuelva a exprimir todo su potencial, la acción cotizará en niveles superiores. Por el medio puede pasar de todo, pero a largo plazo, sólo pueden subir. Y a la historia me remito.
Por eso no me preocupa que Intel a $28 haya dado orden de venta. Por eso Botín no vende sus acciones del Santander porque la cotización hay perforado tal o cual soporte. No importa lo que haga el precio durante los próximos años mientras que sus ventajas competitivas sigan siendo fuertes. Mientras éstas se mantengan, los beneficios a largo plazo estarán asegurados. Por eso un profit warning, que para un técnico puede suponer la ejecución del stop loss, no es más que una anécdota de un trimestre cualquiera para un value. ¿Qué más me da que Intel advierta que el primer semestre de 2008 puede ser flojo?
Por otra parte, la inversión value tiene como tema central el control de riesgos. Pero no un control cuantitativo (stop loss, análisis de las correlaciones de las cotizaciones, carteras con muchas empresas...) sino un control cualitativo. Esto quiere decir que 1) para el value investing, cuanta más información y conocimiento se tenga de una empresa, menos riesgo se asume, 2) el value investing limita el riesgo invierte en empresas muy rentables y con balances de alta calidad y 3) el value investing limita el riesgo invirtiendo en empresas con fuertes ventajas competitivas, de tal forma que sea más sencillo hacer previsiones de beneficios a largo plazo. Ni Astroc, ni Vueling, ni Avanzit... Sólo empresas con altas probabilidades de perdurar durante décadas y obteniendo altas rentabilidades de sus respectivos negocios.
Por último, una de las grandes ventajada del value investing es que se aprovecha de la tendencia natural de la economía a crecer a largo plazo. Las empresas líderes de alta calidad en las que invierten los value, son las que en el futuro van a capitanear el desarrollo económico mundial. Por eso es tan importante dejar que el tiempo actúe. La propia inercia macroeconómica hará crecer los beneficios de las empresas líderes, elevando su valor intrínseco y, en última instancia, sus cotizaciones. ¿O es que alguien duda de que, si no hay cambios en el entorno competitivo del sector, después de cualquier crisis empresas como Telefónica, Iberdrola, FCC, ACS, BBVA, Banco de Santander... van a capitanear el desarrollo económico español? ¿Podemos decir lo mismo de Jazztel, de Avanzit o de Vueling?
En definitiva, creo que el value investing es la mejor forma de obtener buenas rentabilidades a largo plazo para todo tipo de inversores. Lo que quieran mayor rentabilidad y tengan más medios, podrán buscar pequeñas empresas en primeras etapas de desarrollo, que obtengan fuertes rentabilidades constantemente crecientes durante las próximas décadas. Los que contamos con menos medios, podemos optar por empresas ya consolidadas, siempre que entremos a precios bastante inferiores a su valor intrínseco. En ambos casos, el value investing ofrece una seguridad que ninguna otra forma de inversión puede proporcionar. No digo que sea fácil. Simplemente que, al apostar por caballo ganador, es menos difícil.
Y mañana los errores del Value Investing.