Las dos frases indican una forma de actuar, la primera es que el veredicto sobre una empresa hay que darlo después de un exhaustivo análisis y la segunda está fundada en la experiencia y próxima a la teoría de Thoreau “1 % de inspiración y 99 % de sudor” y es que el bancario está más próximo al perseverante picapedrero que al iluminado. Pero esta profesión no es ajena al espíritu de la época, al contrario, por haber sido un sector de alto crecimiento ha habido un porcentaje muy alto de intrusismo y de personas que no actúan correctamente, no es de extrañar que desde fuera se vea mas lo malo que lo bueno, detrás de una mala operación hay muchas buenas gestiones, pero con las buenas actuaciones pasa como en el antiguo servicio militar cuando se evaluaba el valor con la expresión “se le supone”
Siempre he defendido que había mucha gente en banca que se le debía agradecer su buena actuación y también las criticas, naturalmente hay que hacerlas y ahora quiero exponer una, pero no con generalizaciones ni apelando al sentimentalismo, creo que hay que hacerla sin sentimentalismo pero con sentimiento, sin odio pero con rigor, sin ambigüedad y con casos concretos.
Desde hace muchos años opero con Fibanc, un banco que nació de forma simpática y rompiendo moldes, nunca llegué a un acuerdo con ellos pero mantuvimos conversaciones para integrarme a su plantilla. Aun mantengo una cuenta y me custodian unos valores conservadores, algunos familiares míos también son clientes.
En los últimos tres años recibo constantemente llamadas de algún empleado del banco diciéndome que es el nuevo gestor de mi cuenta ya que su antecesor se ha ido de la entidad; se trata de personas jóvenes que no disponen de experiencia bancaria y trabajan a comisión sobre saldos de la cartera y no llegan a tener suficientes ingresos, algunos se van a otras entidades bancarias con sueldo fijo, otros a diferentes profesiones o a sociedades de captación de pasivo, supuestamente agentes libres y trabajan para quien le pague comisión más alta.
Uno de los gestores de cuenta que tenía el año pasado (desde entonces he tenido dos mas) le comentó a mi hermano que debía de hacer un producto de ahorro basado en aportaciones mensuales; mi hermano le indicó que para cualquier operación bancaria se dirigiese a mí; tanta fue su insistencia por un simple producto de ahorro, que le dije a mi hermano que lo hiciese ya que hacer aportaciones periódicas no era malo y es una forma de ahorrar.
El producto consistía en la aportación de 200 euros mensuales durante 10 años y su destino era una inversión en fondos de renta variable. Ante mi aprobación y la vinculación que nos unía al banco mi hermano formalizó la operación sin leer la letra pequeña. La trampa estaba en que multiplican la cuota mensual por los 120 meses previstos y por el capital resultante cobran una comisión de 924 euros que el banco emplea para pagar a un mal profesional que naturalmente cuando hace varias operaciones cambia de trabajo. Cuando pido una reunión con la dirección comercial del banco me dicen que ese coste es debido a que el banco ha puesto al servicio del cliente una metodología. Llaman “metodología” a una plan de ahorro mensual, algo que hacen todas las entidades financieras con varias modalidades y cuando yo me inicié en el sistema financiero hace 34 años ya se comercializaba este producto y naturalmente sin comisión.
Tengo constancia desde el mismo banco que hay bastantes víctimas de este producto por lo que hay que tener mucho cuidado con lo que ofrecen y además es muy probable que cuando esté firmado ya no encuentren al interlocutor. Yo creo en la inversión de largo plazo cuando hay criterios y regulación de largo plazo, pero si las entidades premian el corto plazo se contribuye a que los malos profesionales coloquen productos que perciben comisiones importantes en el corto plazo y cuando tienen varias operaciones cambian de empleo.
Cuando se cometen estas atrocidades, en este caso por comisionistas, pienso en la gran cantidad de empleados que han de trabajar honradamente para ganarse la vida y además son confundidos con estos personajes ante la perpleja mirada de personas ajenas al sector. La cuestión principal está en distinguir la función con la profesión, la función la hacen mientras encuentran encuentran victimas, después pasan a supuestos profesionales independientes que venden los productos que generan las comisiones más altas y cobran rápido pero pocos llegan a ejercer la profesión.
Cuanta razón tenia el dramaturgo Bertold Brecht cuando en sus historias sobre el Sr. Keuner describía como podemos tener el efecto anclaje sobre un grupo social por una acción individual.
El Sr. K, no consideraba necesario vivir en un país determinado. Decía: En cualquier parte puedo morir de hambre. Pero un día que pasaba por una ciudad ocupada por el enemigo del país en que vivía, se cruzó con un oficial del enemigo que le obligó a bajar de acera. Tras hacer lo que se le ordenaba, el Sr K. se dio cuenta de que estaba furioso con aquel hombre, y no solo con aquel hombre, sino que lo estaba mucho mas con el país al que pertenecía aquel hombre, hasta el punto que deseaba que un terremoto lo borrase de la superficie de la tierra. ¿Por qué razón – se preguntó el Sr. K- me convertí en un nacionalista? Porque me topé con un nacionalista. Por eso es preciso extirpar la estupidez, pues vuelve estúpidos a quienes se cruzan con ella.
Como Bertold Brecht recomienda extirpar la estupidez, es preciso extirpar a estos malos profesionales porque hacen daño a los pequeños inversores y a la profesión. Aunque el conseguir la firma por estos medios la operación se considera lícita es totalmente inmoral.
Como decía tengo constancia de que hay muchos clientes afectados por lo que este puede ser un buen momento para hacerlo público y poder participar en que esta información sirva para que no haya nuevos afectados.