La comisión de gestión es una comisión implícita que paga el partícipe de un fondo de inversión por los servicios profesionales del gestor del fondo.
Al decir que es una comisión implícita, nos referimos a que se deduce o carga directamente del
valor liquidativo diario del fondo. Esto también ocurre, por ejemplo, con la comisión de depósito.
Es importante tener en cuenta que el gestor puede establecer variadas comisiones a distintos tipos de participación en el fondo. La diferencia puede ser por el volumen de inversión, la moneda en la que está invirtiendo, entre otros.
Comisión de gestión en España
En el RD 1082/2012, en su artículo 5, se señala que en España la comisión de gestión puede establecerse en función del patrimonio, sobre resultados, o en función de ambas variables.
Entonces, se definen los siguientes límites anuales:
- Cuando la comisión se calcula sobre el patrimonio: máximo 2,25%.
- Si la comisión se aplica sobre los resultados: máximo 18%.
- Cuando la comisión se calcula en función de ambas variables: máximo 1,35% sobre patrimonio y 9% sobre resultados.
Cuando una parte o toda la comisión se calcula en función de los resultados, se incluirán los beneficios netos obtenidos, y el límite se aplicará una vez descontada la propia comisión.
Otro punto a tomar en cuenta es que la gestora debe establecer una comisión de gestión de tal manera que el partícipe no soporte comisiones si el
valor liquidativo de sus participaciones es menor al valor anteriormente registrado por el fondo y por el que se haya pagado comisión sobre resultados. Para ello, se plantean dos alternativas:
- Aplicar la comisión de gestión solo cuando el valor liquidativo sea mayor a cualquier otro que se haya reportado anteriormente, en los ejercicios donde existiera una comisión sobre resultados. El tope de valor liquidativo alcanzado por el fondo vinculará a la gestora durante un plazo de por lo menos tres años.
- Articular una comisión de cargo individual a cada partícipe. Este pagará de acuerdo con el resultado de su inversión en el fondo, según los límites mencionados previamente. La gestora podrá efectuar liquidaciones a cuenta de la comisión sobre resultados por cobrar, mientras que el inversor siga siendo partícipe en el fondo.
¿De qué depende la comisión de gestión?
La comisión de gestión depende de varios factores. Por ejemplo, el método empleado por el administrador del fondo.
En este punto, debemos recordar que la gestión activa es una forma de administrar fondos mediante la cual se busca superar el rendimiento registrado en el mercado. Esto, seleccionando determinados valores financieros.
En cambio, la gestión pasiva consiste en imitar el desempeño de un índice de referencia o mercado específico. De ese modo, si el
benchmark es el S&P 500, se invertirá en aquellas
acciones que forman parte de este índice, y según el peso que tengan dentro de este.
Una vez explicado lo anterior, supongamos que tenemos un fondo A de acciones agresivo que renueva su portafolio varias veces al año en busca de oportunidades para batir al mercado, y un fondo B que solo replica un índice de referencia. Lo esperable sería que la comisión de gestión del fondo A sea más alta.
¿Vale la pena pagar por una gestión más activa del fondo?
Según la hipótesis del
mercado eficiente, los precios del mercado reflejan toda la información disponible (e incluso las expectativas). Es decir, los precios actuales son la mejor aproximación al
valor intrínseco de los activos. Esto implica que un inversor no podría consistentemente obtener ganancias superiores a las del mercado sin asumir un mayor nivel de riesgo.
Esta hipótesis, claro está, tiene sus cuestionamientos. Por ejemplo, no es una revelación para nadie que han existido episodios en los que el mercado ha sobrerreaccionado a noticias, ya sean positivas o negativas.
Tomando esto en cuenta, un inversor tendría que analizar qué nivel de riesgo está dispuesto a asumir, su horizonte de inversión y si el costo extra de una comisión activa compensará el rendimiento esperado del fondo.