Un fondo de inversión puede cerrarse a nuevas entradas de dinero, generalmente porque haya alcanzado una dimensión (volumen de dinero bajo gestión o AUM en sus siglas en inglés) que lo hagan inapropiado para operar en su mercado objetivo (por ejemplo, un fondo dedicado a la inversión en pequeñas compañías). El aumento de la dimensión del fondo puede traducirse en un perjuicio para su rentabilidad. Es, por lo tanto, una medida en defensa de sus partícipes.
Este cierre puede presentar dos formas. Puede ser un cierre a toda nueva entrada de dinero, en cuyo caso se denomina hard close. O puede cerrarse únicamente a nuevos inversores, de modo que los partícipes ya existentes sí puedan añadir a su inversión. En cuyo caso se trata de un soft close.
Con respecto a este último, en el caso de fondos de inversión extranjeros (es decir, con ISIN que no sea ESxxx), al contratarlos la comercializadora con la que operes mediante cuentas ómnibus (es decir, que ante la gestora del fondo figura como titular de las participaciones la comercializadora y no el inversor particular), sí puede ser que aunque tú en particular no tengas participaciones, puedas invertir en el fondo aunque esté en soft close. Esto ya depende de la política de la comercializadora.