El perfil de riesgo de un inversor está definido por la relación que existe entre la volatilidad que la persona está dispuesta a asumir y los rendimientos que espera obtener con la inversión realizada.
Es decir, el perfil de riesgo se refiere a la
tolerancia y la capacidad para gestionar potenciales pérdidas por parte del inversor.
Un individuo puede preferir seguridad y no ver fuertes caídas en el valor de su inversión. Sin embargo, esto significa que está renunciando también a potenciales alzas. Recordemos el principio básico de las finanzas por el que, a mayor riesgo, mayor
rentabilidad y viceversa.
Cuanto más esté dispuesto un inversor a sacrificar rendimiento, a fin de exponerse a menores fluctuaciones, su
aversión al riesgo será más alta.
Ahora, también mencionamos que el perfil de riesgo depende de la capacidad del inversor. Esto depende de los
activos y
pasivos que posea. Por ejemplo, una persona puede contar con un amplio fondo de emergencia, una cuenta de ahorros para su jubilación, entre otros activos. Entonces, si al mismo tiempo sus deudas son bajas, está en la capacidad de afrontar un cierto nivel de pérdidas.
En contraste, un individuo con muchas obligaciones o pasivos y pocos activos no tiene la misma capacidad de tomar riesgos.
Es importante tener en cuenta además que el hecho de tener capacidad para afrontar el riesgo no implica que también exista la disposición para tolerar volatilidad. No siempre se da esa coincidencia.
Es decir, puede existir un inversor con mucha capacidad, pero con alta aversión al riesgo. De igual modo, se puede tener poca capacidad, pero mucha inclinación a soportar volatilidad.
Otro punto a tener en cuenta es el horizonte de inversión. Si el agente planea invertir a un corto plazo, dispondría de menos tiempo para recuperarse en caso de una caída.
Por el contrario, si el agente invertirá en un largo plazo, puede asumir mayor riesgo, pues está en la capacidad de esperar a que su inversión se recobre tras un declive temporal.
¿Por qué es importante el perfil de riesgo?
En función del perfil de riesgo, el inversor debe escoger el producto y el tipo de activo más conveniente a sus particularidades y necesidades específicas. Los dos factores a la hora de establecer el perfil de riesgo son, como ya mencionamos: capacidad y tolerancia.
Un inversor con alta aversión al riesgo, preferirá activos de
renta fija, como los
bonos, pues estos ofrecen rendimientos estables, aunque relativamente menores a los de la
renta variable.
En contraste, un inversor con poca aversión al riesgo mostrará inclinación por la renta variable, es decir,
acciones de empresas y otro tipo de activos que pueden mostrar fuertes fluctuaciones en el corto plazo. Sin embargo, en el largo plazo ofrecen ganancias más altas que la renta fija.
Tipos de perfil de riesgo
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Conservador (defensivo): Prioriza la seguridad, aunque los beneficios esperados sean menores. Invierten principalmente en renta fija.
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Arriesgado (agresivo): Siente preferencia por las inversiones que pueden suponer más ganancias, a pesar de que las probabilidades de conseguirlas son menores. Invierten principalmente en renta variable.
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Moderado: Está ubicado entre los extremos, es decir, busca un punto medio entre el riesgo y el rendimiento de su inversión.
Aunque estas son tres categorías principales, también se pueden incluir más. Por ejemplo, entre el conservador y moderado, el moderadamente conservador, y entre arriesgado y el moderado, el moderadamente agresivo.
Vale precisar que el portafolio de un inversor conservador puede tener renta variable, pero en una proporción muy pequeña. De igual modo, un inversor arriesgado podría incluir bonos en su
cartera, por ejemplo, aquellos denominados
basura o high yield que ofrecen mayor rendimiento.
¿Cómo se conoce el perfil de riesgo?
El perfil de riesgo puede conocerse, por ejemplo, a través de un cuestionario. De esa manera, se hace un sondeo que servirá para que el asesor financiero (ya sea virtual o humano) ayude a diseñar un portafolio acorde con las características del cliente.
Asimismo, recordemos que el perfil de riesgo está relacionado con la capacidad financiera, la cual determina qué tanto se puede perder. Si se invierte solo ese monto, no habrá presión para vender activos por problemas de
liquidez o simple pánico. Un individuo con una riqueza de € 50.000 millones puede afrontar mejor las potenciales pérdidas que otra persona con un capital de € 20.000 millones.
Pirámide de riesgo de inversión
La pirámide de riesgo de inversión es un instrumento que puede emplearse luego de evaluar el perfil del usuario. Así, permite balancear adecuadamente el portafolio de activos.
La pirámide consta de tres partes:
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La base: Son inversiones de bajo riesgo y retornos previsibles. Representan el soporte de lo que existe arriba. Aquí encontramos el efectivo y sus equivalentes, bonos del Estado y otros instrumentos de deuda.
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El medio: Son inversiones de riesgo medio que ofrecen retornos estables, permitiendo que el capital siga apreciándose. Aquí hallamos, por ejemplo, bonos basura, acciones de empresas grandes y pequeñas, inversiones inmobiliarias, entre otros.
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La cima: Corresponde a inversiones de alto riesgo, a donde solo debería destinarse el capital que el usuario puede perder sin mayores repercusiones. En este sector, encontramos opciones, futuros, e incluso objetos de colección que pueden venderse muy por encima de su valor original.
Perfil de riesgo de una empresa
También podemos hacer referencia al perfil de riesgo de una empresa. Este agrupa a las distintas amenazas que enfrenta una organización. Es decir, los efectos negativos y costes potenciales que podría asumir la firma por contingencias de distinto tipo (riesgo político,
financiero, medioambiental, etc).
En ese sentido, la empresa debe diseñar un sistema que le permita gestionar esos riesgos y minimizarlos. Para ello, puede contar con una división de cumplimiento (compliance) que asegure que la institución y sus empleados estén siguiendo los procesos adecuados, cumpliendo con las regulaciones estatales y las prácticas éticas del sector.
Se puede apostar por contratar un auditor externo para que identifique qué debe mejorar la empresa para cubrirse de ciertos riesgos. El punto de vista de un tercero puede ser de gran ayuda, pues a veces la amenaza está adentro. Siempre existe la probabilidad, por ejemplo, de que algún empleado actúe de manera fraudulenta, contra los intereses de la empresa.
Si los riesgos no se minimizan, la firma podría sufrir grandes pérdidas, e incluso caer en la bancarrota. Por ejemplo, si la empresa está por lanzar una nueva bebida, es crucial garantizar su salubridad y el cumplimiento de todos los requisitos fitosanitarios.