La gestión de carteras, también conocida como gestión de inversiones o gestión de activos, es el proceso de administrar y tomar decisiones sobre un conjunto de inversiones, conocido como cartera, con el objetivo de maximizar el rendimiento financiero mientras se gestiona el riesgo de manera eficiente.
La gestión de carteras es un término que a menudo escuchamos en el mundo de las finanzas y la
inversión en
bolsa, pero ¿qué significa realmente?
En términos sencillos, la gestión de
carteras es el proceso que sigue aquel que toma decisiones de inversión con el objetivo de maximizar los
rendimientos y minimizar los
riesgos. Es un arte que requiere habilidad, conocimiento y una cierta intuición.
Ahora bien, para entender este concepto, es útil pensar en una
cartera de inversiones como una cesta de
activos. Estos activos pueden incluir
acciones,
bonos, fondos mutuos,
bienes raíces y otros
instrumentos financieros. A la hora de gestionar una cartera, el
gestor de carteras - que puede ser un individuo, pero también un equipo de expertos o una
entidad financiera - tiene en cuenta una serie de
objetivos de inversión y necesidades del
inversor para, con en esas metas y esas necesidades, construir y gestionar la cesta de activos a la que hacíamos referencia.
Por ejemplo, una persona joven que está empezando su carrera puede permitirse asumir más riesgos en busca de rendimientos más altos, mientras que una persona que se acerca a la jubilación puede preferir inversiones más seguras y estables. Teniendo en cuenta este ejemplo, la gestión de carteras es el proceso que sigue el gestor de analizar, seleccionar, ejecutar operaciones y dar seguimiento a la cartera con el objetivo de maximizar el rendimiento, pero manteniendo siempre la cartera adaptada a esas necesidades y esas metas de las que hablábamos.
Es interesante destacar que la gestión de carteras no es un proceso estático. Los
mercados financieros son dinámicos y siempre están en constante cambio debido a una multitud de factores, desde eventos económicos globales hasta las decisiones de las empresas individuales. Por ello, el gestor de carteras necesita estar siempre alerta, seguir de cerca los acontecimientos del mercado y ajustar la cartera según sea necesario. En otras palabras, y como decíamos anteriormente, la gestión de carteras también contempla el seguimiento a la cartera y la adaptación de la misma en función del contexto.
Otro punto importante es la
diversificación. Como bien dice el refrán, no hay que poner todos los huevos en la misma cesta. Al invertir en una variedad de activos, el gestor puede mitigar los riesgos, ya que las pérdidas en un tipo de activo pueden ser compensadas por las ganancias en otro.
A modo de curiosidad, debes saber que aunque la gestión de carteras puede parecer un concepto moderno, en realidad tiene sus raíces en la antigüedad. De hecho, algunos de los principios fundamentales de la inversión - como la diversificación y la evaluación de riesgos - fueron aplicados por los comerciantes y los banqueros de la antigua Mesopotamia, hace más de 4.000 años.
En definitiva, la gestión de carteras es un proceso vital en el mundo de las inversiones que requiere un equilibrio cuidadoso entre riesgo y recompensa. Con la
estrategia de inversión y la vigilancia adecuadas, puede ser una poderosa herramienta para hacer crecer tus
ahorros y alcanzar tus objetivos.
¿Quién se encarga de la gestión de carteras?: El gestor profesional de carteras
La persona que se encarga de la gestión de carteras se llama gestor de carteras. Suena sencillo, ¿verdad? Pero, la realidad es que el papel del gestor de carteras es un trabajo complicado y exigente que requiere una gran cantidad de habilidades y conocimientos.
Un gestor de carteras es un profesional financiero que cuenta con la responsabilidad de invertir dinero en nombre de terceros, con el objetivo de obtener el mejor rendimiento posible ajustado al riesgo. Estos terceros, que para el gestor son sus clientes, pueden ser individuos con grandes patrimonios, empresas, instituciones o incluso fondos de inversión.
El gestor de carteras no solo decide en qué activos invertir, sino también cuándo comprar o vender estos activos. Para tomar estas decisiones, se basa en un análisis minucioso de los mercados y en una comprensión clara de los objetivos y la tolerancia al riesgo de sus clientes. En otras palabras, el gestor de carteras debe asegurarse de que las inversiones se alinean con las metas financieras del cliente, ya sea ahorrar para la jubilación, comprar una casa, financiar la educación de los hijos, entre otros.
Además, el gestor de carteras también se encarga de mantener la diversificación de la cartera, que como hemos dicho antes, es como tener los huevos repartidos en varias cestas para minimizar los riesgos. También es responsable de ajustar la cartera en respuesta a los cambios en el mercado o en las circunstancias del cliente.
Es importante mencionar que aunque el título puede sonar impresionante, cualquier persona con los conocimientos y habilidades adecuadas puede convertirse en gestor de carteras. No obstante, suele ser un puesto que requiere formación en finanzas o economía y experiencia en el sector financiero. En muchos casos, también se requiere contar con certificaciones profesionales y seguir ciertas regulaciones y normas éticas.
Por último, recuerda que la gestión de carteras es una tarea esencial que puede tener un gran impacto en tu futuro financiero. Por lo tanto, es importante elegir con cuidado a tu gestor de carteras y asegurarte de que comprende tus necesidades y objetivos.
¿Qué es la gestión discrecional de carteras?
Seguro que te ha llamado la atención el término "gestión discrecional de carteras". Pues bien, para aclararlo, la gestión discrecional es una modalidad de gestión de carteras en la que el inversor delega completamente las decisiones de inversión a un gestor profesional.
Es decir, el gestor tiene "discreción" o libertad para tomar decisiones de inversión en nombre del cliente, siempre dentro de los límites y objetivos acordados previamente. De ahí el término "discrecional". Este tipo de gestión es especialmente útil para aquellas personas que no tienen el tiempo, el conocimiento o el deseo de gestionar directamente sus inversiones.
En la gestión discrecional, el gestor de carteras analiza la situación financiera del cliente, sus objetivos, su horizonte temporal y su tolerancia al riesgo. Con base en esa información, el gestor elabora un plan de inversión que se adapte a las necesidades del cliente y se encarga de ponerlo en práctica. El gestor está en constante seguimiento de la cartera y realiza ajustes según las condiciones del mercado y los cambios en las circunstancias del cliente.
Este servicio ofrece la ventaja de la personalización y de tener a un experto cuidando tus inversiones. No obstante, al igual que otras formas de gestión de carteras, la gestión discrecional de carteras implica costes y comisiones que los inversores deben considerar antes de contratarla.
Gestión activa de carteras vs gestión pasiva
Hablar de gestión de carteras nos lleva inevitablemente a un debate fundamental: la gestión activa frente a la gestión pasiva. Ambas son estrategias diferentes que se usan para invertir y gestionar carteras, y cada una tiene sus propios pros y sus propias contras.
Comenzaremos por la gestión activa.
Como su nombre indica, es una estrategia "activa", en la que el gestor de carteras toma decisiones de inversión basándose en su análisis de los mercados. El objetivo es superar a un índice de referencia o benchmark determinado, como el IBEX 35 en España, por ejemplo. El gestor activo compra y vende activos con frecuencia, buscando las mejores oportunidades de inversión. Sin embargo, esta estrategia implica un mayor coste debido a las comisiones asociadas a las operaciones y a la investigación necesaria.
Por otro lado, tenemos la gestión pasiva.
Aquí, en lugar de intentar batir al mercado, el gestor se propone simplemente replicarlo. Esto se hace invirtiendo en un fondo indexado o un ETF (Fondo Cotizado), que sigue el comportamiento de un índice específico. Por ejemplo, si el índice sube un 10%, la inversión también lo hará. Y si el índice cae un 10%, la inversión seguirá ese camino. La gestión pasiva implica menos transacciones y, por tanto, suele tener costes más bajos.
Entonces, ¿cuál es mejor, la gestión activa o la pasiva? Bueno, esa es una pregunta difícil de responder. Depende de factores como tu tolerancia al riesgo, tus objetivos de inversión, el tiempo que tienes para dedicarle a tus inversiones y tus preferencias personales. Algunas personas prefieren la gestión activa por la posibilidad de obtener rendimientos superiores al mercado, mientras que otras se inclinan por la gestión pasiva por su simplicidad y menores costes. Como siempre en el mundo de las inversiones, no hay una respuesta única que sirva para todos.
Ejemplo de gestión de carteras
Finalmente, y para que todo lo dicho hasta el momento cobre sentido práctico, veamos un ejemplo sencillo de gestión de carteras.
Imaginemos a Sara, una mujer que ha logrado ahorrar una suma considerable y decide invertir para hacer crecer sus ahorros. Sara tiene un empleo a tiempo completo y no tiene la experiencia ni el tiempo para seguir de cerca los mercados financieros. Así que decide contratar a un gestor de carteras.
Sara y su gestor se sientan y hablan sobre las metas financieras de Sara, cuánto tiempo tiene para alcanzarlas y cuánto riesgo está dispuesta a asumir. Con base en esta información, el gestor elabora un plan de inversión, que podría incluir una combinación de acciones, bonos y fondos de inversión, por ejemplo.
En este caso, Sara ha elegido una gestión discrecional de carteras, por lo que una vez que aprueba el plan, el gestor se encarga de todo. El gestor compra y vende activos según su criterio profesional, siempre buscando el mejor rendimiento posible dentro del nivel de riesgo acordado.
Sara recibe informes periódicos sobre el rendimiento de su cartera y puede reunirse con su gestor para revisar su plan si cambian sus circunstancias personales o sus metas financieras.
Así es como funciona, en términos generales, la gestión de carteras. Como ves, el objetivo es facilitar la inversión a aquellos que, como Sara, quieren hacer crecer sus ahorros pero prefieren confiar en la experiencia y conocimientos de un profesional.