Constantemente nos encontramos con personas que quieren entrar en el difícil mundo de la bolsa y buscan los primero consejos, otros con más experiencia suelen pensar que las acciones bajan cuando ellos han comprado o suben después de haberlas vendido y mientras más avanzan más complicado ven como desenvolverse en el mundillo bursátil. Es aquí donde entran los falsos gurús que les pasa lo que a las luciérnagas que brillan más cuando hay más oscuridad. Es complicado saber de bolsa y en este aspecto podríamos decir que los intervinientes se pueden dividir en dos categorías: los que no saben y los que no saben que no saben. La mayoría los encontramos en el segundo grupo y los del primero al menos pueden avanzar reflexionando la siguiente idea “saber es saber pensar”. Debido a que entran en juego muchos factores, principalmente el futuro, es muy fácil equivocarse, lo único malo de ello es no saber transformar el error en experiencia. No se trata de escribir con simplicidad los 10 mandamientos que se publican en todas partes como “solo invierte el dinero que no vas a necesitar” y otras lindezas que son solo una bonita declaración de intenciones, pero que sirven para poco en el mundo real.
Para ello expondré unas notas sobre varios temas y en esta ocasión trataremos de carácter, actitud y objetivos del inversor ante hechos generales.
Carácter y actitud
Se le atribuye a Tales de Mileto la frase “Conócete a ti mismo”, la idea es una invitación a abandonar la fe en los dioses y a reflexionar sobre el origen y su relación con el mundo; coloca al ser humano en el centro del conocimiento como razonamiento y alejado de supersticiones. Mas reciente Oscar Wilde le dio un toque final a la idea diciendo “sobre las puertas del mundo antiguo podía leerse: Conócete a ti mismo” sobre las puertas del nuevo mundo debería escribirse “Sé tu mismo”. Entre estos dos brillantes pensadores tenemos a Baltasar Gracian que en su Arte de la Prudencia que debería de ser tenido por libro de cabecera de los inversores en bolsa nos decía. “Conocerse a si mismo. Conocer el carácter, la inteligencia, las opiniones y las inclinaciones, No se puede ser dueño de sí, si primero no se conoce uno mismo. Cuando uno se despreocupe de su imagen exterior, debe conservar la interior para enmendarla y mejorarla. Tiene que conocer la fuerza de su prudencia y perspicacia para emprender proyectos, comprobar su tesón para vencer el riesgo, tener medido su fondo y su capacidad para todo”. Bajo estas reflexiones creo que habría que actuar y olvidarse de los mitos de los grandes inversores, (de los dioses actuales) de la facilidad de cómo llega a millonario el niño vende periódicos y de los sistemas que emplearon que realmente están más cerca de la ficción que de la vida real. Las obras de los grandes inversores están más cerca de la mitología que del inversor de a pie.
La economía ha estado siempre ligada a la inteligencia y a la información. El primer Rothschild famoso se enriqueció por conocer por conocer antes que nadie en Inglaterra el resultado de la batalla de Waterloo; Rothschild pudo dar órdenes de venta de sus bonos de guerra del gobierno británico, estimulando así la venta por parte de todos los agentes que sabían que era una persona bien informada, para posteriormente ordenar a otros intermediarios que compraran todos los bonos que pudieran a precios bajos, situación provocada por el mismo. Esta actuación solo puede llevarse a la práctica con una gran fortuna.
Warren Buffet partía de una posición única en cuanto a posición familiar; Carlos Slim o Bill Gates entre otros hicieron su fortuna fuera de la bolsa. Daniel Goleman que ha escrito bastante sobre inteligencia social considera que es muy distinta la sintonización de la imitación. Todo lo que se puede hacer con los grandes inversores es intentar imitar parte de su cartera y con retraso, pero nunca habrá sintonía con su forma de invertir.
La actitud debe estar basada en la obtención de formación y una visión de humildad; se ha de tener en cuenta el estado de euforia que se crea como consecuencia de haber realizado una buena operación; el entusiasmo es aquel estado de animo en el que la imaginación ha triunfado sobre la razón; para evitarlo había recordar al general romano que después de sus triunfos por el imperio al ser recibido con vítores en Roma llevaba un esclavo detrás diciéndole “Recuerda que solo eres un hombre” para no perder de vista la realidad. La actitud del inversor debe de ser la de estar por encima de los acontecimientos a corto plazo y tener una idea de la tendencia general.
El camino a seguir
Generalmente las personas no buscan el conocimiento sino la certeza, quieren ganar importantes plusvalías fácilmente, como mínimo las que oye a su alrededor que siempre son muchas, por lo que cree que no necesita formación (de esto hablaremos otro día) y se refugia en cualquier gurú que lo sabe todo, de los que nunca beben de la fuente de la duda que es primera base de la filosofía de inversión y se encuentran con el dogmatismo que tiende a simplificar el conocimiento en verdades indiscutibles al margen del análisis, del estudio, de la critica y de la discusión; el dogmatismo cree conocer todas las respuestas y las que facilita solo son un reduccionismo del conflicto. Generalmente los problemas complejos tienen soluciones erróneas, sencillas y fáciles de comprender por lo que las bonitas recetas solo son el resultado de un fraude deliberado o de carencias metodológicas. Cualquier inversor puede verificar todos los días hasta qué punto las recetas mágicas de los libros de Management no pueden llevarse a la práctica. La realidad es mucho más compleja que las teorías tan claramente expuestas en los libros, entre otras cosas porque las personas tienen un papel relevante en un mercado regido por la oferta y la demanda.
Entorno
Los análisis que ya los veremos en otro post tienen sus sistemas de detectar la evolución bursátil pero a falta de ello debemos de saber que lo importante es saber donde estamos y tener una composición de lugar, se ha de estar por encima de lo que ocurre en el momento y advertir la tendencia general de fondo. La bolsa es como la luna cuando no crece mengua y no es ninguna casualidad, es lo que corresponde a la naturaleza del ciclo económico. Debido a la complejidad de la inversión a corto plazo la mejor forma de inversión para quien no domine muy bien el mercado es la inversión a largo plazo, siempre que se tenga claro este concepto; la idea de que siempre es el mejor momento para invertir no tiene ninguna base; que una empresa lo haga bien no quiere decir que sea eterno, ya que cambian los gestores y el entorno y aunque el gestor sea el mismo no todos se adaptan igual al entorno; Según Credit Suisse en el año 2000, 5 de las mayores compañías por capitalización en el índice S&P no existían 20 años antes y en Hewlett-Packard señalan que la mayor parte de los beneficios de su compañía proceden de productos que no existían hace un año. Por lo que queda muy claro es que unas empresas le quitan el sitio a otras y si ocurre como el caso expuesto en que gran parte del beneficio ocurre con productos creados recientemente, ha de haber una innovación continua y ha de quedar claro que todas las empresas no pueden seguir el mismo ritmo.
Dice el refrán que una ola nunca viene sola y es de total validez en la bolsa; las crisis no constan de algún episodio aislado sino que se crea el efecto dominó en el que se van contagiando, empresas, sectores y países. A medida que ha ido aumentando la globalización el contagio es mas rápido y sobretodo tratándose de una crisis financiera. Actualmente a consecuencia de la crisis griega podría estar afectada Portugal y España tiene el 33 % de sus deuda, a su vez Francia tiene el 25 % de la deuda española por lo que el efecto contagio es imparable.
Objetivos
Como en todas las facetas de la vida el inversor en bolsa tiene un objetivo y debemos pensar cual es para no tener que andar si rumbo fijo continuamente. La pregunta que nos hacemos normalmente es ¿en que invierto? Y debería de ser ¿Por qué invierto? Donde se invierte es algo transitorio que corresponde a un momento determinado en cambio “¿porqué se hace?” es la brújula que nos ha de acompañar durante toda la trayectoria de inversión. Los objetivos no deben de estar condicionados a causas externas sino a nuestras posibilidades como gestor de la cartera. No podemos controlar los acontecimientos, lo que si podemos es minimizar el riesgo. Una vez que sabemos el fin se han de elaborar los medios; Los objetivos han de ser razonables, si nos proponemos grandes metas es muy posible que no lo consigamos y nos desmotiven. A la muerte de Francesco Sforza, su sucesor Ludovico el Moro encargó a Leonardo de Vinci una estatua tan grande que nunca la pudo hacer, un objetivo importante y bonito pero con un defecto de programación por lo que no pudo acabarlo.
Los objetivos han de estar elaborados y debería de basarse en: Fines y medios
Fines
Lo posible debe de ser mas importante que lo deseabley lo posible es un incremento de los beneficios empresariales en función de la gestión de la empresa y de su entorno económico.
Medios
Una de las mayores simplicidades y totalmente teórica es la “comprar barato y vender caro” y comprar cuanto todos venden” y “vender cuando todos compran” dicho así parece una gran verdad, pero sin un método de valoración es muy difícil en la vida real, es mas, de promedio nos debería de dar un juego de suma 0. Al menos La Rochefoucauld consideraba muy difícil saber el valor de las cosas y lo expresaba de la siguiente forma “El mayor de los dones es el poder otorgar su autentico valor a las cosas”.
Es mejor dejar pasar una oportunidad que equivocarse. A largo plazo los mejores resultados no provienen de las operaciones más espectaculares sino del gestor que comete menos errores.
Se trata de incidir más en las causas que en los efectos. Es muy fácil que hay quiera apuntarse el merito de predecir una buena evolución de un valor y para ello lo recomienda cuando ha visto su buena evolución; pasado un tiempo lo expone como un ejercicio de análisis y es que hay muchos profetas del pasado En realidad no han pronosticado sino que ha explicado los efectos. Se puede acertar por razones equivocadas y se puede errar por razones acertadas; los análisis más productivos son los basados en las causas, es posible que sea por eso por lo que escasean.
En definitiva, tendrá éxito el que lo merezca, y además le acompañe la suerte y según el principio darwiniano no sobrevivirán los más fuertes sino lo que mejor se adapten al entorno.