En economía se suele asumir el planteamiento de que la autarquía es mala para una nación. Los españoles guardamos un agrio recuerdo de ello.
En 1939 España era un país arruinado recién salido de una guerra civil desastrosa donde el hambre y la extrema necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte de la población. La solución que dio el régimen franquista a la penuria económica estuvo marcada por el modelo creado en la Italia mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la autosuficiencia económica y la intervención del estado. Fue un auténtico fracaso, el hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás histórica y el mercado negro, el estraperlo, y la corrupción generalizada (licencias importación y exportación, suministros al Estado...) se apoderaron de la economía del país hasta mediados de los años cincuenta, años en los que el país se puso de nuevo a la altura de 1935 y se facilitó la importación de productos gracias a las mejores relaciones con Estados Unidos. España pudo acceder además al petróleo americano que impulsó como no ha ocurrido nunca un extraordinario desarrollo económico.
Sin embargo, es este mismo petróleo el que está lastrando en gran parte la economía española. Y es que en lo que se refiere meramente a energía la autarquía no sólo no es una mala cosa, sino que es recomendable acercarse lo máximo posible a ella cuando los precios de adquisición de la energía son caros. Existen países que producen una gran parte de su energía y no caminan hacia el abismo económico precisamente.
Islandia por ejemplo produce el 100% de sus electricidad con recursos propios (y renovables) y sólo importa el 20% de toda la energía que consume. Su crisis económica, ya superada o en vías de estarlo por lo que parece, no vino motivado por este hecho, sino por sus banqueros jugando a los cromos en el mercado financiero. Antes de 2008 Islandia era un país muy próspero. Otro buen ejemplo es Estados Unidos. Cuando podía mantener su sistema económico en gran parte gracias al petróleo nacional, décadas de los 50 y 60, su desarrollo económico era imparable.
Estados Unidos, principal consumidor de energía y de petróleo del mundo, es también ejemplo de mala gestión energética tan pronto como veinte años depués. En 1971 se hace evidente que el grifo no da más de sí, situación prevista por Hubbert veinte años atrás en su teoría del Pico de Hubbert o peak-oil, y el país se ve obligado a buscar energía fuera de forma masiva. Los paises exportadores de petróleo se percatan de la situación y, con la excusa de una guerra de Israel contra Egipto, recortan la producción de crudo multiplicando de esta forma sus precios. Fue la primera crisis del petróleo, en 1973, aunque a esta le sucedió otra con la guerra Irán-Irak poco después en 1980. El precio del barril se multiplicó por cinco en cuestión de varios meses. Dio lugar al primer fenómeno de estagflación mundial, hasta entonces desconocido, y a una crisis económica mundial sin precedentes.
Picos de producción de petróleo en el mundo. Obsérvese que la producción petrolera de Estados Unidos alcanza su máximo a principios de los setenta... y que no ha sido el único país productor de crudo en alcanzar su máximo particular ni mucho menos.
Occidente tardó en salir de la crisis económica, pero aprendida la lección de lo peligroso que resulta que toda tu economía se pueda hincar de rodillas debido a suministradores poco fiables, pronto se puso a buscar nuevas fuentes de energía y a diversificar las existentes. Se volvió a investigar en energía nuclear, el ahorro energético se convirtió en una cuestión prioritaria y se empezaron a investigar en serio las fuentes "alternativas" de energía. Es decir, las renovables que se producen en la propia nación. Nos dimos cuenta de que en materia energética depender de las importaciones no es aconsejable. La autarquía energética era el lejano objetivo.
Siento decirles que cuarenta años después las cosas no son muy distintas. El pico de Hubbert de producción de petróleo parece, según algunas teorías, haberse alcanzado a nivel mundial, el precio del barril ha alcanzado varios extremos en pocos años y Estados Unidos, la nación que consume más petróleo del mundo, se ha embarcado en dos guerras y preparara una tercera para asegurarse el suministro de petróleo en Oriente Medio, principal región productora de crudo del mundo. Además Estados Unidos mantiene un déficit comercial desbocado que nos recuerda constantemente el reloj de la deuda. Estados Unidos tiene un déficit comercial en la actualidad de 783.000 millones de dólares, del cual el petróleo importado es responsable en un 63%. Y no decimos nada de carbón, gas o uranio importado, la cifra aumentaría si se incluyeran en el cálculo. Si Estados Unidos produjera su propia energía no necesitaría de costosas guerras iniciadas con la excusa del terrorismo y su déficit comercial sería mucho menor. A día de hoy la nación más poderosa del planeta, y tras haber realizado tímidos esfuerzos en diversificar de forma efectiva su suministro e energía con fuentes locales, sigue siendo un yonqui energético.
En España las cosas no sólo no son muy distintas, sino que son aún peores. Si bien no consumimos tanta energía per cápita como Estados Unidos, nuestras fuentes fósiles se limitan al carbón. La dependencia energética española es extrema, de en torno al 80% si contáramos las nucleares como "autóctonas" a pesar de funcionar con uranio 100% importado. Según los datos hechos públicos este mes por el Ministerio de Economía y Competitividad, el déficit comercial, que mide la diferencia entre exportaciones e importaciones españolas, cerró el pasado ejercicio en 46.337 millones de euros. El saldo con el conjunto del planeta sigue siendo claramente deficitario debido a la fuerte dependencia energética que sufre España. No en vano, el déficit energético siguió creciendo el año pasado. De los 46.337 millones de déficit español, el 85% procedía del déficit energético y 20.645 tienen como contrapartida países pertenecientes a la OPEP, todos ellos muy confiables (Venezuela, Angola, Irak, Irán...). Es muy fácil de entender el grado de exposición de España respecto de la energía del exterior con el siguiente dato: En la anterior legislatura el ex-ministro Sebastián dijo que por cada 10$ de incremento sostenido del precio de barril, España tendría que abonar 6.000 millones de euros más en comprar crudo. Actualmente el barril Brent oscila en torno a los 120$ (multipliquen 120 por 6.000 millones... me salen 72.000 millones de dólares o euros sólo en comprar petróleo) y para colmo de males el petróleo se comercia en dólares y el euro se ha depreciado frente al dólar.
Sólo en los dos primeros meses de 2012 la subida del crudo de unos 15$ de media supone un incremento de coste para la economía de más de 9.000 M€, mucho más que las primas de las renovables en todo el año. El precio de la gasolina y el gasóleo ha superado todos los récord. La previsión es que el precio del barril alcance los 150 dólares a fin de año por el embargo de Irán y la demanda asiática. Para España es una ruina ya que, sin políticas de ahorro, el petróleo sigue cubriendo casi el 50% de nuestro consumo energético y las importaciones de hidrocarburos ya representan el 85% del déficit comercial. Es el dato que mejor describe el atraso y falta de competitividad de la economía española, una economía que, treinta años después de la segunda crisis del petróleo mantiene la misma tasa de dependencia energética que entonces.
Mientras tanto, países europeos con superávit comercial como Dinamarca muestran el camino hacia la autarquía energética. Dinamarca no dependerá de comsbustibles fósiles en 2050, y tan pronto como en 2035 producirá toda su electricidad y energía térmica con energías autóctonas 100%. Es decir, con renovables. Es líder mundial en energía eólica, potencia el ahorro energético y por lo pronto los daneses realizan la mitad de sus trayectos en bicicleta. ¿Es casualidad que Dinamarca tenga los salarios más altos del mundo y una calidad de vida envidiable?