- ¿Por qué ir allá?
- Porque está ahí.
Como le ocurre a cualquier persona de Ciencia, no necesito más razones. Hay que ir a Marte. Y a la luna. Y planear el asalto de alguna luna joviana. No hacen falta muchas más razones. La especie humana lleva el impulso primitivo de la exploración en lo más profundo de su código genético.
Atardecer marciano fotografiado por el Spirit en 2005. Fuente: Mars Exploration Rover Mission, Texas A&M, Cornell, JPL, NASA
"You are here! – As an Evening Star in the Martian Sky". Foto tomada por el Curiosity mostrando la Tierra y la Luna el 31 de enero de 2014, Dingo Gap, crater Gale. Fuente: NASA/JPL-Caltech/MSSS/TAMU
¿Y el coste de las misiones? ¿Cómo lo pagamos? Pues con innovación, ¿cómo si no? Con progreso que proviene de la investigación en el programa espacial.
¿De verdad vamos a progresar como especie terrestre limitándonos a vegetar desde el punto de vista económico y social tratando de contener los precios que ya están en deflación, aumentando aún más la deuda pública para no hacer nada productivo y esperando deprimir el precio de la mano de obra hasta el límite de la destrucción de las clases medias? ¿Es para eso para lo que estamos los humanos? ¿Para invertir nuestros esfuerzos en mejores iPads y iPods? Ya está bien. Y mientras, seguimos machacando el medio ambiente del planeta sin piedad, muy inteligente por nuestra parte... Seguro que como especie inteligente somos capaces de hacer cosas mucho mejores y más ambiciosas.
Hay todo un universo por explorar; y nosotros aquí desayunándonos cada día con las palabras crisis y qué malita está la cosa. Mientras, tenemos a la NASA empujando para llegar al planeta rojo en 2021 y a Elon Musk, el ingeniero más talentoso del momento, poniendo a su disposición su empresa de cohetes espaciales, Space X para la aventura.
Ilustración de una misión marciana. Fuente: SpaceX.
Incluso tenemos a miles de voluntarios sanos y jóvenes que quieren sacrificar su capacidad reproductiva y sus lazos con la Tierra para ir y no volver. Cuando sabemos de alguien que quiere morir en Marte (cuéntenme entre ellos, por favor), nos preguntamos por qué quieren ir, cuando deberíamos decir, simplemente, gracias.
La aventura marciana costará cientos de miles de millones de dólares, será el proyecto caro de la historia de la humanidad desde la quiebra de Lehman Broth... digo... desde el el proyecto Apolo, e imposible de asumir por un solo país. Pero han pasado 45 años desde que llegamos a la Luna y hoy sabemos hacer las cosas mejor y más barato. Musk dice que incluso podríamos pensar en medio millón de dólares por humano enviado allí. La verdad, he visto fiestas de una noche bastante más caras...
Elon Musk junto a uno de sus cohetes Falcon 9. Fuente: spaceindustrynews.com
Por el camino encontraremos inventos e innovaciones que repercutirán en el bienestar humano y devolverán con creces nuestra inversión en la exploración espacial. Y una vez tengamos el planeta rojo a mano, habrá que contar en nuestra economía con dos mundos, ojo. Ahora sólo tenemos uno y es vulnerable, muy vulnerable.
Podemos esperar a ver como terminamos de cargarnos el clima o que nos aniquile un meteorito de 20 kms de diámetro. O bien podemos por fin dejar la cuna de la humanidad para empezar la colonización del espacio en serio.
No pregunten por qué. Somos humanos. Lo llevamos dentro. Marte nos espera y algún día, una vez convenientemente terraformado, será hogar de la humanidad y un referente económico más en la historia de la humanidad, un nuevo mundo que cambiará el nuestro, como América cambió la Europa del siglo XVI, pero a una escala que ni alcanzamos a imaginar.
Ilustración de un Marte terraformado. Fuente: Daein Ballard
Si quieren soñar sobre como sería la epopeya de colonización humana de Marte, pueden echarse en los brazos de la Trilogía Marciana de Kim Stanley Robinson.