En el plan de ajuste se han aprobado unas cuantas cosas, en las que se han puesto de relieve distintos aspectos que se han definido con el adjetivo de técnicos para no explicar las verdaderas razones de tales circunstancias.
Uno de ellos ha sido la entrada en vigor de la subida del IVA el 1 de septiembre de 2012. Recordemos que esta medida se anunció a mediados de julio para el 2012, con dicha entrada en vigor. En principio, los únicos problemas técnicos que pueden existir coinciden con los trimestres para los casos en que se tenga que hacer declaración trimestral. Es más que evidente que este problema técnico se repite tanto si entra en vigor la subida del IVA el 1 de agosto o el 1 de septiembre, ya que no estamos en ningún caso ante un inicio de trimestre, por lo que todas las operaciones de declaraciones trimestrales, tendrán exactamente el mismo problema en ambas ocasiones.
Por otra parte, la subida de los peajes entró en vigor automáticamente, de tal forma que un fin de semana, a mediados de mes, no hubo ningún problema para subir los precios. Si nos damos cuenta, esto tira por tierra una de las explicaciones que se han dado para aplazar la subida del IVA a septiembre. No ha sido por el turismo y para conseguir que la gente viajase. Esto no es probable, ya que en vacaciones, nadie tiene en cuenta un 3% o un 3% menos y por tanto nadie va a dejar de venir a España por ese importe, y por supuesto, en caso de que fuese así, se hubiese optado por lo mismo en el caso de los peajes retrasando la subida hasta septiembre.
La razón del retraso de la subida del IVA, nos la explica, muy amablemente la publicidad, sobre todo en los anuncios de coches, que nos están bombardeando con aquello de “precios que no se van a volver a repetir” y “aprovecha la última oportunidad antes de la subida del IVA”. Se trata de lograr efecto llamada para conseguir salvar las rebajas, dar una oportunidad de hacer un buen mes al automóvil, y lograr dinamizar determinados sectores. De hecho se está consiguiendo que mucha gente esté acelerando compras de determinados productos, (como por ejemplo material escolar, o probablemente los propios automóviles).
De esta forma se conseguirá al menos durante un mes mantener cierto dinamismo y decir aquello de “han repuntado fuertemente respecto al mes de agosto anterior las compras de”; hasta que salgan los datos de septiembre que van a suponer un desplome salvaje del consumo debido a la entrada en vigor de las subidas, al impacto de las medidas y al efecto de que las compras se han adelantado. Por lo tanto, al que quiera comprar cualquier bien, y se esté preguntando por si lo verá más barato, la respuesta es que sí, porque es precisamente en estos bienes donde la bajada de la demanda será más evidente y por tanto donde tendrá que bajar el precio mucho más.
En el caso de los peajes es evidente, que no se pueden almacenar y en este caso, es conveniente aprovechar los viajes que la gente realiza en período de vacaciones, de tal forma que otra vez se comprueba que los precios se modifican cuando y como interese más a la empresa.
En la misma hipocresía, ya he colocado que los cambios en el tabaco incluían subidas por un lado, bajadas en el impuesto proporcional, (único caso en el que se compensa la subida del IVA), y que ya había producido el aumento de precio, a pesar de no entrar aún en vigor. Esto está claro ya que los tecnicismos nos llevan otra vez a concluir que el objetivo no es recaudar, sino evitar la guerra de precios y esto, independientemente de que entre en vigor en septiembre, ya se ha conseguido.
Luego alguien dirá que estamos ante una reforma equilibrada, pero curiosamente todos los diseños y todos los tecnicismos nos llevan siempre a una situación en la que los consumidores tenemos que asumir todos los riesgos y por supuesto encontrarnos en una situación en la que los incentivos para que paguemos el precio más caro son siempre los máximos, incluyendo tales incentivos el hecho de que a estas alturas todo el mundo es consciente de que estos son precisamente los intereses de un gobierno, que se ha olvidado de que la constitución, el liberalismo, el sentido común y los intereses de sus votantes hablan con fuerza de defender “los legítimos intereses de los consumidores”, lo cual es obvio que no es precisamente machacarlos.