Lo primero es pedir perdón, porque no he podido ver los comentarios. Estoy de viaje y lamentablemente me estoy perdiendo esta semana que parece apasionante. Tan solo tengo unos momentos para ir colocando los post; y en particular hoy creo que toca uno sobre unas declaraciones que como poco son poco afortunadas de uno de los candidatos a suceder a otra joya que es Díaz Ferrán.
El viernes 19 de noviembre nos encontramos con una noticia en expansión acerca de unas declaraciones del presidente de fomento del trabajo, (lo cual en el lenguaje de Orwell, viene a ser una organización empresarial), y candidato a la CEOE, Joan Rosell;
Le echa la culpa de la crisis a la maraña legislativa, que además impide la salida a la crisis del sistema productivo. Algo lógico y normal, porque a este señor parece que no le importan las normas. Sin embargo nos cuenta un caso para ilustrarlo:
Una fábrica que sufrió un siniestro total y que necesitaba nueve meses de trámites para volver a funcionar; esto según parece suponía la quiebra de la fábrica y mandaba a 20 familias, (queda mejor que trabajadores al paro). Hasta aquí todo perfecto, si no fuese porque se ha olvidado de decir que el empresario dejaría de ganar, (que se supone es lo que le debe preocupar); ¡conste que no critico que el empresario quiera ganar!; ¡critico y mucho el hecho de que esto sea lo que no se diga y nos saque la lagrimita con las 20 familias, que no le importan demasiado cuando piden el despido gratuito y por supuesto que se desmonte el estado del bienestar!; (que es lo que se propone cuando se habla de reducirlo a niveles sostenibles).
El caso es que aparece por ahí un inspector de sanidad, (funcionario, se supone), que hace la vista gorda y le comenta al empresario que “Sepa que si usted quiere continuar, yo no le miraré nada, porque si tuviese que mirarlo no podría volver a trabajar hasta dentro de nueve meses. ¿Puede esperarse nueve meses? (...) Vendré de aquí a nueve meses”.
Y además aparece en esta historia el alcalde de la localidad que resulta que mira para otro lado a la hora de exigir la licencia de apertura. Este alcalde le ha dicho: “La licencia de actividad no te la doy por escrito, pero como si la tuvieses, haz lo que puedas, como puedas y de la manera que puedas, pero si tuviésemos que aplicar la legislación no te la podríamos dar”.
Y este candidato dice que “este es un comportamiento fantástico por parte del alcalde y del inspector, pero no es el comportamiento normal”.
Pues vamos a analizar por partes; Resulta que tenemos a un señor que nos cuenta que la maraña legislativa es de aupa y que eso es un problema. Y la verdad es que estaría dispuesto a asumir tal circunstancia si ¡SE CUMPLIESEN LAS LEYES!; pero como resulta que aquí nadie parece cumplir las leyes, ni las normas, resulta que mal problema son estas leyes. Es cierto que algunas están mal, y por supuesto, yo he atacado unas cuantas normativas; pero lo que es un problema grave es la situación de que se pase de las leyes y nadie haga absolutamente nada.
Desde la UE que tenía unas normas para no rescatar estados, (y que tenían un sentido), que no ha servido para nada, hasta el Banco de España que hace la vista gorda, los contratos temporales que deberían ser una excepción, la CNMV que pasa absolutamente de todo, los de sanidad que no meten una multa, la comisión nacional de competencia que no se entera de nada, las reclamaciones que no sirven de nada y los alcaldes que no miran para ningún sitio, esto es un cachondeo de padre y señor mío y lo cierto es que cuesta y mucho encontrar alguna ley que se cumpla. Por supuesto, como había dicho en su día, siempre hay motivos razonables para pasar de las leyes; ¡siempre!. Para esto están; las normas son para que cada uno tengamos unos límites a lo que nos interese hacer; y si yo no puedo hacer determinada actuación es simplemente porque aunque me interese hacerlo, (en caso de que no me interesase, no tendría sentido ninguno prohibírmelo porque no lo haría), esto genera unos efectos sobre la sociedad negativos, (que por supuesto al que comete el acto no le importan o no ve). Es así de sencillo, las normas se han de cumplir siempre, aunque por supuesto nunca nos gustarán, porque están limitándonos.
Aclarado que más que el problema de muchas leyes, el problema que hemos tenido es el contrario, (nadie las cumple), me gustaría volver al caso particular, que no deja de tener su gracia.
La nave en cuestión ha tenido un siniestro total, por lo que entiendo que es fácil entender que existe la posibilidad de que tenga un siniestro total. Lo explico; no estamos ante el caso de “nunca pasa nada”, sino que realmente estamos ante una situación en la que la posibilidad de que pase algo es algo más que un ejercicio teórico.
Pues ante esta cuestión, nos llega un inspector de sanidad que es el que debe decidir si una empresa tiene las condiciones sanitarias para abrir. Pues su función es inspeccionar y decir ¡si o no!. Por supuesto, si ha pasado por allí, lo que tiene que hacer es mirarlo en el momento y hacer su informe; y si no ha pasado por allí, que se pase, y que explique que hace hablando con el empresario.
Pues su trabajo es decir si cumple o no cumple las condiciones para abrir; si no las cumple, tiene que mantener cerrada la empresa `porque las normas están para algo, y por ejemplo que cuando haya un siniestro total no existan victimas. Y si cumple lo que tiene que hacer es el informe inmediatamente y a la mayor velocidad posible. ¿Mirar para otro lado?. Pero vamos a ver si nos aclaramos, para mirar para otro lado no se necesitan inspectores de sanidad. Es así de sencillo. Por lo tanto, lo que hace este inspector de sanidad es quedar muy bien con el empresario, ser muy guay y todo lo que queramos, pero este señor tiene que estar en la calle mañana mismo. ¿Para qué demonios queremos inspectores que miran para otro lado?. Claro que en este país, lejos de despedir a esta clase de personas, se les asciende, mientras que al pobre gilipollas que hace su trabajo, que no es otro que decidir si una empresa cumple las condiciones legales o no; pues se le crucifica.
Por lo que será todo lo estupendo que quiera esta persona, pero realmente no es un funcionario, no es un trabajador y no es una persona decente que lo que tiene que hacer es aquello por lo que se le paga y desde luego no es por ser simpático; ojo; no quiero decir que no tenga que ser educado; pero un regulador o un inspector tiene que tener claro que lo que tiene que hacer es inspeccionar y no quedar bien con el regulado.
Es muy importante que los inspectores de sanidad tengan una estabilidad en el trabajo y puedan informar sobre el cumplimiento de las normativas, sin tener que temer por sus sueldos o ingresos; de tal forma que sólo una cosa puede significar la pérdida de empleo en un funcionario, (al igual que en el resto de los trabajadores), y no es otra que el incumplimiento de sus obligaciones, que espero no tener que recordarle ahora mismo.
Por otra parte tenemos al alcalde que dice: “¡Si tuviésemos que aplicar la legislación…!”. ¿Pero qué clase de país es este en el que un candidato a la confederación de empresarios defiende a un alcalde que dice: “si tuviésemos que aplicar la legislación”. Recordemos que empezó criticando las normas, y luego nos encontramos con un alcalde que se pone en el ¡hipotético caso de que hubiese que aplicar las normas!. Vamos a ver como se le explica al alcalde, al empresario y al inspector ¡que tienen que aplicar las normas!, y que independientemente de que haya normas que sean un puñetero desastre, lo peor que tiene el país es que esto de cumplir las normas en algún momento se ha convertido en algo ¡opcional!. ¡y sin demasiado estrés!.
Claro que lo de la continuación; diciendo que de acuerdo a las leyes, la empresa estaría cerrada; tiene un nombre; ¡esto se llama prevaricación!, que es tomar una decisión contraria a las normas a sabiendas. Y esto señor mío es un delito, (por mucho que sea hasta normal que cosas como estas ocurran), por lo que este alcalde no lo ha hecho bien. Si esta historia es cierta, (y no dudo que lo sea), la realidad es que este alcalde es un delincuente y ha de ser condenado e inhabilitado.
Y el Señor Rosell, lejos de halagar estos comportamientos, lo que debió hacerlo es denunciar estos hechos, aportando los nombres y las pruebas, para evitar que estemos pagando un inspector de sanidad que no inspecciona y un alcalde que prevarica.
Y ya puestos, lo que debe hacer este señor es tratar de exponer su punto de vista, (que será eso y como tal ha de ser tenido en cuenta), para cambiar las normas que no funcionen. Pero jamás defender la actuación de dos servidores públicos que además cometen un error imperdonable; lo que no pueden hacer bajo ningún caso es decidir que normas son justas o injustas; porque esto nos puede llevar a una situación curiosa.
Poniéndonos en este plan, yo voy a pasar de este blog, y de cumplir ciertas normas en él; y lo que voy a hacer es tirarme unas cuantas horas en el gimnasio para ponerme cachas. Por supuesto me voy a equipar convenientemente con todas las armas que pueda. Sé que esto es ilegal, pero considero que es una norma que altera profundamente mis planes.
Y entonces me voy a ir a negociar con mi jefe una subida de sueldo, no sin antes darme un garbeo e investigar donde está su familia, confiando en la suerte de que tenga alguna persona en una situación delicada para presionar amigablemente para conseguir la remuneración que estimo justa, (como en las grabaciones que hansalido en la tele que hacen determinadas financieras).
Y después a confiar en que si llaman a la policía, encuentre un funcionario encargado de velar por las normas, que me comprenda adecuadamente, y por supuesto, confiando en que los jueces hagan lo mismo que normalmente; ¡nada!.
Y si sale bien, prometeré que contrataré a veinte personas para montar un negocio de negociadores. Por supuesto, espero que me den alguna subvención por lo de crear empleo.
Y por supuesto, a ver si presiono al gobierno para que elimine las normas que no me vienen bien, porque son un latazo y creo empleo.
Sé que es un caso exagerado, pero lo que necesito que se entienda es que la ley o se cumple o no se cumple; cumplir la ley bastante no es cumplirla. El trabajo o se hace o no se hace; y los valores o se tienen o no se tienen. En el momento en que cruzamos una línea, lo demás es cuestión de grados hasta que llegamos a una situación como está, donde ¡nos acabamos quejando de la falta de valores, de la falta de control, de los reguladores y de la pésima administración pública!. Mientras pedimos más de lo mismo y criticamos que se siga haciendo lo mismo, (de hecho lo ha soltado en la charla).