Es mucha la gente que hace paralelismos entre la crisis de 1929 y la que estamos viviendo hoy en día. Probablemente las causas sean parecidas, un exceso de crédito que ha causado una burbuja en varios activos y que está reventando. Sin embargo las formas de enfrentar esta crisis son diferentes.
Probablemente la diferencia más importante sea el trato a la banca. En la crisis de 1929 Estados Unidos pasó de tener más de 25000 bancos a menos de 15000 para 1933. En lo que va de crisis en los Estados Unidos han quebrado 44 instituciones financieras.
En la crisis del siglo pasado fue mucha la gente que perdió su dinero en las sucesivas quiebras de bancos. La fragilidad de la economía hizo a los bancos sobrevivientes hacer muy estrictas sus exigencias a la hora de otorgar algún crédito, que a su vez añadía más debilidad a la economía.
Hoy en día el respaldo a la banca es total. Está claro que tanto de un lado como del otro lado del Atlántico, los Estados están completamente comprometidos en no dejar que ningún banco “lo suficientemente grande” falle.
A diferencia de 1929, la cantidad de dinero M1 está creciendo debido a las potentes inyecciones de los bancos centrales.
La recuperación vendrá en dos fases. La primera será cuando se estabilice el mercado inmobiliario. Los precios se estabilizarán, y en ese momento la banca saldrá de su estado de parálisis en que se encuentra actualmente. Una vez que esto pase, la confianza más despacio o más rápido volverá al sistema, y a diferencia de la crisis del 29, la banca estará allí para volver a estimular la inversión. De hecho, esa expansión del M1 propiciada por los bancos centrales es dinero "esperando entrar al sistema". La consecuencia de esto es que probablemente la recuperación sea mucho más rápida que en la Gran Depresión debido al doble efecto del aumento del multiplicador del dinero aumentando la base monetaria (al haber más crédito) y al aumento de la velocidad del dinero (la gente gastará más). Sin embargo, las consecuencias totales de las inyecciones de liquidez actuales son completamente impredecibles, y para contener esa avalancha de masa monetaria que querrá entrar al sistema las medidas restrictivas que los bancos centrales tendrán que imponer en el futuro serán probablemente sin precedentes. Las semillas de la próxima recesión ya están sembradas.
En la actualidad el principal problema es la constante caída en el precio de la vivienda. Lo que sí está claro es que mientras más rápido caiga a un sostenible precio de mercado, más rápido se saldrá de la crisis. Este es uno de los puntos que hará que Estados Unidos salga más rápido de la recesión que España por ejemplo. La rigidez en España causada por la legislación hará que esta caída de precios de la vivienda sea mucho más lenta, y esto (entre otras cosas) retrasará cualquier recuperación en la economía Española tan fundamentada en el ladrillo.