En mi último año de colegio la burbuja tecnológica estaba en su punto máximo. Recuerdo un documental de La 2 sobre unos traders que se forraban haciendo intradías. Qué emocionante para un chaval de 17 años. Así que al calor del dinero rápido me fui interesando cada vez más en la Bolsa.
Hasta que llegó el crack. No tenía acciones pero el golpe fue duro porque me di cuenta que obtener rentabilidades no era tan fácil. Luego vino el 11-S. Fue mi punto de inflexión. A partir de ese día supe que mi futuro estaba en los mercados. Al día siguiente mis padres me compraron el primer libro de Bolsa: “Los secretos para ganar dinero en mercados alcistas y bajistas” de Stan Weinstein. Me duró menos de un día.
Unos meses después me había leído una montaña de libros. Fui a un curso de José Luis Cava en el CEF y me creí el cuento de los futuros. Convencí a mis padres para que me dejaran abrir una cuenta de derivados en Morgan Stanley. No tenía tarjeta de crédito pero sí cuenta de futuros. Y como era más chulo que un ocho, me puse a operar con el DAX. Mi objetivo era multiplicar por dos cada tres meses. Al final multipliqué por 0,5 en un mes. El Rey del Análisis Técnico se había arruinado (si no llega a ser por mi madre hubiera multiplicado por 0). Arruinado a los 20 años escasos. Hoy, 4 años después, creo que fue la mejor y más importante experiencia profesional de mi vida (claro que tenía 20 años y fue con cuatro perras).
Como soy bastante cabezota, supuse que yo no era el problema sino que el problema estaba fuera de mí. Me compré un libro sobre Warren Buffett que me duró aun menos que aquel el de Stan Weinstein. Y decidí que el camino era el Análisis Fundamental y el vehículo las acciones. Conocí a David Dreman y me metí de forma obsesiva con el análisis contrario y de ratios. Es tan emocionante llevarle la contraria al mercado...
A mediados de 2003 sabía todo lo que había que saber sobre AF (me muero de risa sólo con pensarlo) y había convencido a mis padres para que me diesen más dinero. Menos mal que coincidió con un próspero mercado alcista de small caps. Y así me recuperé de mi ruina. Gracias a una nueva inyección de capital y a mucha suerte (aunque yo pensaba que era gracias a mis super poderes). A finales de 2004 y hasta 2005 tenía una cartera paralela con CFDs. Lo que gané con la revalorización de los activos lo perdí con el tipo de interés. Ese fue mi último contacto con los derivados.
Acciones de aquella época fueron MOT, BWNG (comprada por Level3), FLEX, INFS, UAHC (que despertó mi interés por el sector Health-Care y fue mi operación más rentable)... De esas empresas no sabía nada más que tenían unos ratios bajos. Ni me preguntaba el por qué de esa valoración anormalmente baja. Suponía que era porque el mercado era muy tonto y yo muy listo. Bajé mi objetivo de duplicar cada tres meses a un 50% anual. Me hace gracia pensarlo.
Como ya me había arruinado una vez, diversificaba mucho (entre 30 y 40 acciones) pensando que esa era la mejor protección. Y en cierto modo así fue porque me quebraron varias empresas y el impacto fue bastante bajo. Algunos ejemplos son OCA, ENC, DCN... un lechazo enorme con SFP (menuda porquería de empresa). Y así comprendí que se me escapaba algo. Aunque tenía fuertes beneficios no era normal que quebrara un 15% de mis empresas.
Volví a Buffett y empecé a leer sus cartas a los accionistas. Y todo cambió. Ya no quería ganar. Ahora quería no perder. La clave no estaba en diversificar sino en conocer la empresa. No valen los atajos. Invertir es una tarea larga, pesada y lenta (aunque mucho más emocionante que especular). Un simple ratio como el PER no es suficiente para tener rentabilidad. El PER es el RSI de los técnicos. Es un atajo y como tal no es válido. Buffet cambió mi forma de pensar. Ya no tenía una cartera de acciones sino participaciones en empresas. Empresas sólidas y rentables con una estrategia, con unos productos, con una directiva...
El análisis financiero es, desde entonces, mi prioridad. Analizar el balance al detalle, leer entre líneas las cuentas anuales, conocer la empresa y el sector, probar sus productos, investigar como un detective... Luego ya viene la valoración (que pasó a ser la parte aburrida) pero primero hay que “empaparse” de la empresa. Disfruto leyendo Cuentas Anuales. Me divierte conocer sectores y empresas. Y así me di cuenta que mi etapa de especulador había terminado y que empezaba mi formación como inversor.
Creo que el 2007 será mi tercer año como inversor. Ahora mi objetivo es un 8%-9% anual. Crecer poco a poco. Conocer mis empresas. Seguir formándome para llegar a ser un buen gestor de fondos. Creo que el haber pasado por una burbuja tecnológica, un mercado bajista durísimo, una fiebre especulativa con derivados, una ruina, haber tenido suerte con las small caps, haberme tragado varias quiebras y darle la vuelta a todo para reconvertirme en un inversor de la más vieja escuela y todo ello desde los 17 a los 24 años, me ha dado una experiencia que pocos gestores profesionales tienen y de la que me siento muy orgulloso. Y lo que me queda... Antes de empezar el CFA pensaba que terminarlo era el último paso. Hoy pienso que es sólo el primero. Cuántas cosas que hoy creo importantísimas me parecerán auténticas chorradas dentro de unos años. Supongo que eso es normal según pasan los años. No sé... sólo puedo decir que me encanta este “trabajo”.
Me gustaría terminar resumiendo las lecciones más importantes que he aprendido durante esta primera etapa de mi “vida profesional” por si a alguien le puede servir y sobre todo para que yo no las olvide:
Ponte siempre en el peor de los escenarios.
Respeta cada céntimo de tu capital; no desprecies un 1% porque ya hayas ganado un 200%.
El mercado es mucho más listo que yo. Si te crees especial, la vas a cagar.
La prudencia y la paciencia son las mayores cualidades de un buen inversor.
Obtener rentabilidades es el trabajo más complicado del mundo.
Si no tienes dudas es que estás haciendo algo mal.
Evita los riesgos de cualquier tipo. Asumir riesgos innecesarios es faltarle al respeto a la confianza de tu cliente.
Muévete en escenarios razonables y sé muy conservador en tus proyecciones.
Evita el crecimiento insostenible que promete dinero seguro, rápido y facil.
Empieza analizando los aspectos negativos de tu empresa. Ponte siempre en lo peor.
Opera en el largo plazo y deja que tus directivos y empleados (que son los que mejor conocen el negocio) hagan crecer tus inversiones.
Mis rivales son los tíos más listos y más bien pagados del mundo. Por algo será.
Nadie es capaz de predecir el futuro. Si he hecho los deberes no pueden hacerme dudar los comentarios de otros.
Si ante nuevas posibles inversiones dices “Sí” más veces que “No”, estás haciendo algo mal.
Cada día, antes de hacer nada, repite despacio: “el letargo que raya en la holgazanería sigue siendo la piedra angular de nuestro estilo inversor”. No es broma, lo repito cada día.
Que la Bolsa no te amargue la vida. Habla de Bolsa lo justo. Piensa en la Bolsa lo justo. Vive.