La primera semana de febrero se inició el pasado lunes en las bolsas con una fuerte caída, tras haber anunciado Trump aranceles del 25% a Canadá y México y del 10% a China, pero ese impacto inicial se ha ido moderando a lo largo de la semana, en parte porque Trump aplazó la entrada en vigor de los aranceles a Canadá y México.
Al final, la semana ha terminado bastante bien para las bolsas europeas (Eurostoxx +0,7% en la semana, Ibex +2,6%) y no tan bien, pero tampoco demasiado mal, para las bolsas americanas. El S&P ha bajado solo el 0,24% en la semana, mientras que el Nasdaq y el Dow Jones han bajado ambos un 0,5% y el Russell 2000 un 0,35%. Son recortes bastante moderados que permiten mantenerse a todos los índices en positivo desde el uno de enero, aunque sea por poco en el caso del Nasdaq (+1,1% en lo que va de año).
Este guion semanal (caída inicial fuerte y recuperación posterior) parece, en cierto modo, calcado del de la semana anterior, en la que también el lunes se desplomaban las bolsas por la irrupción de DeepSeek para, a continuación, en los días posteriores recomponerse. Asimismo, igual que sucediera la semana anterior, las bolsas europeas han subido, mientras que las norteamericanas han bajado, ampliando así aún más la ventaja que este año 2025 sacan las plazas europeas a las de Estados Unidos.
Pero lo curioso no es solo que esta primera semana de febrero se haya parecido bastante a la última de enero, sino que, además, en la primera semana de febrero hemos visto también una clara continuidad de algunos de los patrones de comportamiento que se habían dibujado en los mercados a lo largo del mes de enero. En primer lugar, como ya hemos comentado, las bolsas europeas han tomado el liderazgo de las subidas tras largos años de estar permanentemente por detrás. En lo que va de año el Eurostoxx sube el 8,8%, mientras que el S&P sube solo el 2,4%. En segundo lugar, las grandes tecnológicas lo están haciendo regular tirando a mal en este inicio de 2025. Los inversores ya no reciben sus resultados trimestrales con subidas sino más bien con frialdad o incluso con bajadas. Entre los “siete magníficos”, tras haber presentado todos ellos resultados, Apple cae un 9,1% desde el uno de enero, Microsoft cae un 2,8%, Alphabet un 2,1%, Nvidia cae un 3,3% e incluso Tesla, que tras la victoria de Trump se disparó, acumula un descenso del 10,4% desde el inicio del año. En el extremo opuesto estarían Meta Platforms, que sube un 22%; Netflix, que sube un 13,7% y Amazon, que sube un 4,5%. Como se ve, el entusiasmo con las “megatechs” se ha vuelto muy selectivo y limitado, lejos de la generalizada euforia con la que hace un año se recibían sus resultados. A nivel agregado, el Nasdaq Composite sube un ligerísimo 1,1% en el año.
Todo ello en un contexto en el que el activo refugio por excelencia, el oro, sigue subiendo, y va de máximo histórico en máximo histórico, camino ya de los 3.000 dólares, mientras que otros activos refugio como el bitcoin y el dólar, que empezaron enero con mucha fuerza, se han estabilizado estas últimas semanas en niveles de cien mil dólares en el caso del bitcoin y de 1,03 dólares por euro en el caso del dólar.
El que las bolsas se mantengan bien en estos niveles altos o incluso, como es el caso de las europeas, suban con fuerza, tiene mucho que ver con los resultados empresariales del cuarto trimestre que se están publicando. A viernes pasado, en el S&P habían reportado sus números 290 empresas, y de ellas, el 78% han superado las previsiones, con un crecimiento de beneficios del 17%. Pero también se empieza a ver que el horizonte no está ya tan despejado como lo estaba hace un año, y empieza a apreciarse cierta fatiga, como lo muestra el hecho de que dos tercios de las empresas han bajado sus beneficios del cuarto trimestre como media un 4%. Y, además, como antes decíamos, algunas compañías emblemáticas como Alphabet o Microsoft han sufrido caídas importantes tras presentar sus cifras. En el caso de Alphabet, por no haber alcanzado los ingresos de la línea “nube” el nivel estimado, pese a la enorme inversión prevista en inteligencia artificial, y en el caso de Microsoft, por su mal “guidance” de cara a futuro. Hay, por tanto, una enorme división en las reacciones, siendo algunas muy buenas, como las de Netflix o Qualcomm, y otras muy malas, como las de Alphabet.
La pregunta es si estamos ante un relevo del liderazgo en las subidas o ante una corrección pasajera en las megatecnológicas. Nos inclinamos más a la idea de la corrección pasajera por la rotación táctica de la todavía abundante liquidez hacia valores o bolsas que se habían quedado atrás, tratando de aprovechar oportunidades a corto plazo. Si nos fijamos, por ejemplo, en los dos valores que más han subido en el Ibex esta última semana, Arcelor y Santander, con subidas semanales respectivas del 13,2% y del 11,3%, son valores que vienen de prolongadas caídas. Y lo mismo pasa, por ejemplo, con el gigante del tráfico marítimo Maersk, que el pasado jueves subió un 9% tras publicar sus resultados, pero que ha perdido más de la mitad de su valor desde sus máximos de enero de 2022.
En definitiva, las bolsas siguen manteniéndose bastante bien, gracias a la abundante liquidez, pero tal vez con un tono de mayor cautela, compatible con una cierta rotación desde valores como las megatecnológicas hacia empresas más tradicionales (por eso el Dow sube más del 4% en el año y el Nasdaq el 1,1%), y desde bolsas como las norteamericanas, que habían subido mucho hacia mercados que se habían quedado atrás, como los europeos.
Si esto es así, hay dos reflexiones que hacer. La primera es que los inversores, aunque estén algo más cautelosos, siguen teniendo una visión básicamente positiva sobre el crecimiento futuro, porque si no, en lugar de rotar hacia otras empresas, venderían directamente la renta variable y se irían a la renta fija. Y, desde luego, no comprarían valores industriales o bancarios, cuyo futuro depende de que se mantenga el ciclo económico. La segunda es que el que las bolsas se mantengan bien, como lo han hecho en este inicio de 2025, depende de que no se contraiga la liquidez en el sistema.
En ambas cuestiones tienen mucho que ver Trump y sus nuevas y hasta cierto punto revolucionarias políticas. Más allá de que, como decíamos la semana pasada, el carácter esencialmente negociador y transaccional del nuevo presidente americano hará que la aplicación práctica de sus políticas provoque giros inesperados y volatilidad en las bolsas, lo importante es ver si el “trumpismo” va a ser o no bueno para el crecimiento económico y para la liquidez del sistema, que son los dos pilares que sustentan las subidas de las bolsas.
Si tuviésemos que resumir en una sola idea lo que pensamos al respecto, lo que diríamos es que el modelo que pretende la nueva Administración americana es bueno para el crecimiento y también para la liquidez, de hecho, es bastante mejor de lo que a primera vista podría parecer, pero que su aplicación, su ejecución concreta, no va a ser nada fácil y que, sobre todo, en la primera fase veremos más los problemas que los resultados positivos de esas políticas.
Una muestra de esa dificultad son los aranceles y otra muestra es el plan “3-3-3” que expuso hace unos días el nuevo secretario del Tesoro americano, Scott Bessent. Con ese plan (que según Bessent, persigue bajar los tipos de interés de largo plazo) se quiere conseguir un déficit público del 3% (en 2024 ha sido más del 7%), un crecimiento de la economía del 3%, y una producción adicional de 3 millones de barriles de petróleo diarios en Estados Unidos, en línea con el “drill, baby, drill” de Trump. Es, a nuestro juicio, muy acertado poner foco en la energía porque de ella dependen tanto la inflación como la innovación, dado el enorme consumo de energía que los centros de datos y la inteligencia artificial requieren para su desarrollo, y es igualmente acertado plantear como modelo la acumulación de energías (fósiles, renovables, nuclear...) en lugar de la sustitución de energías, porque todas van a ser necesarias para el crecimiento.
Pero pasar de ahí al 3% de déficit público es complicado, incluso aunque funcione el llamado departamento de eficiencia gubernamental (DOGE) que pilota Elon Musk. Y pensar, además, que el tipo de interés de largo plazo baje en un mundo que necesita ingentes recursos financieros es aún más complicado, salvo que la Reserva Federal vuelva a los tipos cero permanentes, lo cual es bastante difícil, no porque la Fed no quiera, sino porque las circunstancias han cambiado. En definitiva, Trump va a tener que gestionar problemas heredados a la vez que intenta cambiar el modelo, y eso le complica las cosas.
La semana pasada hemos sabido que la inflación europea en enero subió ligeramente, al 2,5%, una décima más que la estimada y que la del mes de diciembre, y que la subyacente se quedó en el 2,7%, igual que en diciembre, aunque una décima más que la estimada por el consenso de analistas. Conocimos también el informe de empleo norteamericano de enero, con una creación de 143 mil puestos de trabajo en enero, algo por debajo de lo estimado, pero que permite bajar la tasa de paro del 4,1% previo al 4%. Este dato, junto al ISM de manufacturas, que supera ya el listón de 50 (50,2 frente a 49,2 anterior) complican bastante la bajada de tipos a la Fed, sobre todo porque, tal y como mostró el informe de confianzas del consumidor americano de la Conference Board publicado el viernes pasado, la mayor parte de los norteamericanos piensa que la inflación se irá por encima del 4% este año.
Por el lado del comercio internacional, los datos de China, con malos PMI Caixin de enero tanto de manufacturas (50,1 frente a 50,5 anterior) como de servicios (51 frente a 52,3 anterior) y compuesto (51,1 frente a 51,4 anterior) confirman que la economía china sigue muy débil y eso inevitablemente impactará en la economía global. De nuevo, el plan de Trump de fomentar un crecimiento regional estimulando los mercados domésticos es muy interesante, pero su ejecución es muy difícil.
Esta semana los platos fuertes a nivel macro serán el IPC de enero en Estados Unidos, que podría subir algo, y el PIB del cuarto trimestre en la zona euro, que se espera se mantenga por debajo del uno, en el 0,9%. Hay pocos datos económicos aparte de estos, pero la escasez macro se ve compensada con muchos resultados empresariales como los de Cisco, Unicredit, Coca Cola, McDonald’s, Siemens, Nestlé, Unilever, Hermès, o Airbnb, entre otros.
Seguimos pensando en una cierta corrección de las bolsas en febrero, en un entorno de mayor cautela de los inversores y de mayor volatilidad por las propuestas de la nueva Administración americana.
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Artículo originalmente publicado en r4.com. El presente artículo de opinión no presta asesoramiento financiero personalizado. Ha sido elaborado con independencia de las circunstancias y objetivos financieros particulares de las personas que lo reciben. El inversor que tenga acceso al presente artículo de opinión debe ser consciente de que los instrumentos a que el mismo se refiere pueden no ser adecuados para sus objetivos específicos de inversión, su posición financiera o su perfil de riesgo ya que éstos no han sido tomados en cuenta para la elaboración del presente artículo de opinión, por lo que debe adoptar sus propias decisiones de inversión teniendo en cuenta dichas circunstancias y procurándose el asesoramiento especializado que pueda ser necesario. Los datos han sido elaborados por el autor / es con la finalidad de proporcionar información general a la fecha de elaboración y está sujeto a cambios sin previo aviso. Este artículo está basado en informaciones de carácter público y en fuentes que se consideran fiables, pero dichas informaciones no han sido objeto de verificación independiente por cualquiera de las entidades del Grupo Renta 4 por lo que no se ofrece ninguna garantía, expresa o implícita en cuanto a su precisión, integridad o corrección.
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