Al cambiar el concepto de inflación, los de menor salario tienen menor subida en sus sueldos, pueden invertir menos en activos financieros, que son los que merced a los bancos centrales, han visto subir como la espuma.
En los últimos tiempos se está poniendo de moda hablar de la desigualdad y la demagogia ha hecho mella en el asunto, demagogia que viene muy bien para culpar a unos u otros de lo malos que son por defender una serie de políticas cuyos aspectos o consecuencias económicas evidencian más o menos esa desigualdad.
En lo que sigue, intentaré explicar mi punto de vista sobre el tema al menos para que sirva para poder debatir al respecto ya que, personalmente, no intento sentar cátedra de ningún tipo,…otros más sabios que yo hay en este mundo que conocen mejor este asunto tan delicado.
Partamos de la base de que la
desigualdad que tanto molesta se basa en el supuesto de que “lo ideal” debiera ser que todos fuéramos iguales, esa idea de la izquierda que no se basa en que todos tengan las mismas reglas y oportunidades sino en
forzar la igualdad por ley, mediante la fuerza coercitiva del Estado,…y donde, naturalmente se llega a lo que el escritor británico George Orwell- y ex comunista tras ver cómo las gastaba el “socialismo real” en nuestra guerra civil- escribió lúcidamente en su novela “Rebelión en la granja”, la famosa frase de
todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros. Esa “igualdad” es no sólo imposible sino contraproducente.
Gracias a que no todos somos “iguales”, a que tenemos diferentes dones, capacidades y talentos el mundo es mucho más diverso, más rico por cuanto lo que alguno de nosotros puede lograr con sus propias capacidades enriquece a todos los demás,…si dependiéramos del Estado para indicarnos nuestro camino acabaríamos en el paraíso comunista,…destrozados, aburridos y entristecidos, deseando ser “decadentes” como decía la gran Greta Garbo en Ninotchka. Es esta “no igualdad” la que permitió a Miguel Angel pintar la Capilla Sixtina, la que dio pie al talento de Cervantes, Homero, a que naciera Clark Gable, Marilyn Monroe o John Wayne….desgraciadamente también nos trajo a Hitler, Stalin, Mao, Jack El Destripador o los desgraciados de los etarras. Pero en todo ello reside la Historia de la Humanidad, en la diversidad que nos permite, pese a cafres como éstos, seguir avanzando, seguir consiguiendo logros impensables hace años.
La desigualdad per se no es mala, por tanto. Es lo que nos hace tan valiosos a cada uno de nosotros. Lo que se necesita en cambio es un campo de juego con reglas iguales para todos, un sistema que permita que cada uno pueda intentar lograr el máximo de sí mismo, sin cortapisas, sin trabas debidas a la casta a la que se pertenece, a la escala social o a la cercanía al poder. Y ello implica no sólo que cuando el individuo se arriesga- su patrimonio, su tiempo, su talento- tenga derecho a sus beneficios, …sino que también implica, y es igual de importante, que cuando le salen mal las cosas él ha de hacerse responsable de su propio fracaso. El sistema de libre mercado en el que se supone, erróneamente, que vivimos debe premiar a quienes arriesgándose logran el éxito pero debería- y no lo hace- castigar a quien arriesgándose fracasa. En nuestro sistema, si se está lo suficientemente cerca del poder del Estado, cuando hay problemas viene el Estado con el dinero de los demás a salvarles,…impidiendo que prevalezca la justicia.
Cuando oímos hablar de desigualdad entendemos- porque así les interesa que lo creamos- que lograr la igualdad financiera es lo idóneo,…y no es así. Cuando oímos hablar de ricos y pobres, del 1% frente al resto, quieren que entendamos que unos han robado a los demás y por eso tienen más,…y no es así. No lo es ni por asomo. ¿Sería justo o idóneo que todos tuviéramos lo mismo?¿Que todos ganáramos lo mismo? Lo dudo mucho.
Los ingresos, las rentas que obtenemos o el patrimonio que logramos alcanzar depende, principalmente de lo que seamos capaces de aportar al resto de la sociedad y lo que éstos, libremente, valoran por nuestro esfuerzo, por nuestro trabajo, por nuestras aptitudes, por el servicio que les generamos o los productos que ellos libremente compran. Y por otro lado de la rentabilidad que seamos capaces de lograr de la inversión de nuestros ahorros con el paso del tiempo- donde el Estado influye mediante la fiscalidad a ese ahorro que hemos conseguido con nuestro esfuerzo y arriesgándonos nosotros no el señor Montoro o cualquier otro.
Pero también es importante que nuestro dinero no pierda su valor,…que no se transforme en billetes de Monopoly, en especial porque quienes más se ven perjudicados por esa “transformación” son los que menos herramientas tienen para protegerse de ello, algo que ya sabían en la Escuela de Salamanca del siglo XVI con el padre Juan Mariana por ejemplo.
¿Qué es la inflación? Dado que estas líneas no son un tratado económico permitidme que no sea precisamente “académico”. Actualmente se piensa que la inflación es la subida de los precios de los bienes de consumo, resumido en el dato de IPC; sin embargo, esta visión de la inflación es errónea por cuanto modifica la definición real y la sustituye por uno de sus posibles efectos: la subida de los precios de bienes de consumo. La definición tradicional de la inflación era (y es) el incremento de la cantidad de dinero en la economía por encima de la producción de ésta.
Imaginen que una economía se compone de 100 unidades físicas y que, a su vez, tiene 100 unidades monetarias- pongamos euros-,…el precio medio sería 1 euro/ artículo. Pensemos ahora que al año siguiente, la economía crece un 10%: tendríamos 110 unidades físicas,…pero si la cantidad de dinero crece en la misma proporción hasta 110 euros, los precios medios no habrían subido y no hablaríamos de “inflación de precios”, sino de estabilidad de precios. Supongamos ahora que, mientras la economía crece ese 10% al año siguiente, hasta 121 unidades físicas, la cantidad de dinero permanece constante,…el precio medio habría pasado de 1 euro/artículo a 0.91 euros/artículo, esto es, el poder de compra de nuestro “euro” se habría incrementado y podríamos comprar más artículos por el mismo dinero. No piensen que eso es imposible o que eso significaría entrar en una recesión fatal para la economía….eso ya pasó durante casi un siglo
Aunque la imagen es de mala calidad- intentaré mejorarla- es significativa, desde 1800 hasta prácticamente el nacimiento en 1913 de la Reserva Federal americana, el poder adquisitivo del dinero- el dólar o la libra- aumentó a la vez que la economía crecía. No hubo “deflación” entendida como asociada a un periodo de recesión o depresión. Al contrario. … Y esto no es algo sólo de aquél periodo,…actualmente estamos viendo el mismo caso en el sector de la tecnología, por ejemplo, donde mientras la productividad de los sistemas va incrementándose, mientras el valor añadido es cada vez mayor, su coste declina,…comprar un ordenador personal hace veinte años era un desembolso importante para lograr un aparato prácticamente inútil. Hoy con una fracción de aquel importe, logramos unos equipos que le dan mil vueltas a la capacidad de los originales.
Lo que ocurría en aquella época es que estábamos en el patrón oro,…y el oro no es sencillo crearlo de la nada. En la Edad Media los alquimistas intentaron crearlo a partir del plomo pero no fueron capaces- lógicamente. Ahora, como no puede crear oro, lo más sencillo es decirnos a todos que el oro no es dinero, que lo es un papel en el que se nos dice que lo representa. Y nos lo creímos. Y entonces, empezaron a imprimir papelitos,…creando “dinero” de la nada. Pero al hacerlo generaban inflación y todos ustedes saben que se supone que los bancos centrales tienen como misión “controlar la inflación”.
¿Cómo iban a hacerlo si ellos eran los únicos causantes de la misma? Cambiando la definición. En vez de ser inflación la creación de dinero (que legalmente sólo pueden hacer ellos- si la hacen ustedes les llaman falsificadores y si les pillan les meten en la cárcel), pasó a ser la subida de los precios del consumo. Y esto tiene sus consecuencias. La más evidente: que nadie o casi nadie les acusa de diluir el poder adquisitivo de nuestro dinero. O dicho de otra forma….su impunidad.
La siguiente por ejemplo, es que la mayor parte de los ciudadanos reciben sus ingresos por vía de rentas del trabajo y éstos están ligados “a la inflación”,…si la medida de ésta la hemos modificado por una que podemos “controlar”, es fácil hacer creer a la gente que no pierden poder adquisitivo porque sus salarios suben lo mismo que la “inflación” y si ésta se dispara podemos modificar la cesta de la compra para que se reduzca el ritmo oficial del crecimiento de los precios.
¿En qué medida afecta ese cambio en la definición de lo que es dinero y de lo que es inflación al dato de desigualdad?
Entre otras cosas afecta al ritmo al que crecen los ingresos de los ciudadanos que dependen de las rentas del trabajo bajas y menos a los que tienen ingresos o rentas superiores. Los primeros tienen poca capacidad de ahorro, mientras los segundos tienen mayor capacidad y dicho ahorro les permite invertirlo en activos que crecen a ritmos mayores a la inflación real.
La rentabilidad media de los inmuebles ha sido, históricamente, del orden del 7-7.5% anual y la de la bolsa del orden del 10% incluyendo los dividendos….Los ciudadanos con ingresos bajos siempre han tenido menor tasa de ahorro- y es lógico que así sea- dado que el nivel mínimo de gasto de subsistencia se encuentra mucho más cerca de sus ingresos que respecto a otros niveles. Pero las políticas de los estados y bancos centrales, les ha hecho flaco favor. Si no tienen mucha capacidad de ahorro, si dependen principalmente de sus nóminas y si éstas van a crecer ligadas a la “inflación oficial”,…cuando ésta se modifica en su definición para que no recoja determinado tipo de activos, esos ciudadanos se ven perjudicados doblemente: La primera por el propio hecho de la inflación en sí; la segunda porque la trampa en la definición les afecta a ellos, en porcentaje, mucho más que a otros ciudadanos con ingresos superiores.
Los ciudadanos que obtienen rentas superiores, frente a aquellos que se encuentran en los niveles más bajos, parte será por ingresos del trabajo- que también subirán menos de lo que debieran si la inflación estuviera bien calculada- pero otra parte (tasa de ahorro actual o personas mayores que han ahorrado- pese a rentas bajas- durante toda su vida y actualmente tienen patrimonios suficientemente elevados como para que les genere más renta de capital que de la pensión) vendrá por ingresos financieros,…y éstos sí pueden crecer a mayor ritmo que la inflación oficial…lo que incrementa la “desigualdad”.
Por otro lado, cuando llega la crisis- financiera inicialmente pero que los estados han decidido traspasarla al resto de la economía para salvar a los primeros- aquellos que más dependían de sus puestos de trabajo para generar rentas han visto como, tras el cierre del grifo de financiación del circulante a las empresas (PYMES principalmente), se han visto despedidos en masa, reduciendo aún más su nivel de ingresos y por tanto su tasa de ahorro.
Si el Estado- de cualquier signo político, por lo que hemos visto- y los bancos centrales mantuvieran sus manos alejadas de la creación de dinero y volviéramos al patrón oro, junto con otras medidas que afectan de lleno a los bancos comerciales, los ciudadanos veríamos cómo el poder adquisitivo de nuestro dinero no menguaría continuamente y los más beneficiados en porcentaje sobre sus propios ingresos serían los más desfavorecidos, el 90% de los ciudadanos.
Si volviéramos a la definición clásica de inflación como medida del incremento de la cantidad de dinero en una economía y no como uno de sus posibles efectos, los sueldos de los más desfavorecidos que dependen en grandísima medida de la inflación, al menos guardarían mayor consonancia con la inflación real y mantendrían mucho mejor su poder adquisitivo.
Por otro lado, insisto, hemos de procurar huir de demagogias baratas de “los ricos son muy malos y los pobres son muy buenos” o “los ricos lo son porque lo han robado”,…pensar eso es una solemne estupidez y no creo yo que a nadie de los presentes les guste que les traten como si fueran estúpidos. A mí, desde luego no.
Hablar de riqueza y mezclarla con “los que más ganan” supone una mezcolanza de términos que no tiene ningún sentido: una cosa son los ingresos o rentas y otra cosa son el patrimonio acumulado o la riqueza. Cuando se habla de los “ricos” y se nos ponen fotografías de Bill Gates o de Amancio Ortega hay que pensar que la inmensa mayoría de su riqueza proviene de las empresas que ellos fundaron, las empresas que lograron el éxito ofreciendo, libremente, a los consumidores unos productos y servicios a unos precios que los ciudadanos, libremente, han decidido adquirir,…y dichas empresas, al cotizar en bolsa son valoradas diariamente por cientos de miles de inversores de forma totalmente libre y sin ninguna cortapisa ni coacción. ¿A quién han robado Gates, Ortega, Sam Walton, o el mismísimo Buffett? Han creado riqueza, no se la han robado a nadie, al contrario se han enriquecido aportando muchísimo valor a la sociedad y ésta, libremente se lo recompensa. El ordenador personal no nació en la URSS en una economía estatalizada y en un régimen totalitario; nació en un garaje en California gracias a dos genios: Jobs y Wozniak. ¿Todo el mundo querría ser un genio? Posiblemente,…¿se puede obligar la genialidad por ley para que nadie se sienta “desigual”? Me temo que no.
Siempre habrá un 1% más rico y, precisamente por ello, tendrá mayor porcentaje de la riqueza que ese 1%; ése no es el problema ya que por estadística si es “el más rico” por narices ha de tener más que la media y por tanto más de lo que representa su número de personas. Lo importante es que no se pongan trabas para que las personas logren entrar en esos niveles y así es,…al menos en Estados Unidos:
Por ejemplo, cuando se dice que el 10% más rico acumula más riqueza que hace 30 años, todo el mundo tiende a pensar que hay un grupo de personas que cada vez tiene más, en contraposición al resto. Pero lo que casi nunca se dice es que el 10% de 2014 no tiene nada que ver con el 10% de 1984. Es decir, sigue habiendo un top 10, pero no son las mismas personas las que forman ese grupo.
De hecho, según los datos del departamento del Tesoro estadounidense, "aquellas personas que estaba en el 1% superior de ingresos en 1996 tuvieron unos ingresos un 26% inferiores en 2005". Aquí a veces también puede darse otra trampa estadística. No nos damos cuenta de que puede haber numerosas explicaciones para que una persona normal entre en el top 1-10 de la riqueza un año puntual: desde una casa vendida, hasta una herencia o un ejercicio extraordinario en el trabajo, con un bonus cobrado. Claro, al año siguiente este afortunado ya no tendrá esos ingresos y aparecerá como un miembro del top 10 que ha caído en la clase media.
Y algo parecido pasa en los niveles inferiores. Por ejemplo, según Eurostat, España ha sido uno de los países con mayor "movilidad social" en esta crisis. La explicación más probable es el paro: encontrar o perder un empleo puede hacer que cualquiera pase del top 20-40 de ingresos a los niveles inferiores en unos meses.
Diez claves políticamente incorrectas sobre la desigualdad- D. Soriano- 08-12-2014
Pero no todas las críticas a las medidas de desigualdad son erróneas.
Esta evolución se ha centrado principalmente en el sector financiero en particular y en los ejecutivos en general.
En la siguiente gráfica vemos como el crecimiento del sector financiero ha sido muy superior al del resto de la industria: 277% de crecimiento para el sector financiero y 105% para la industria en general desde 1979 a 2005.
Este efecto de “salto” en los sueldos (aquí estamos hablando de los ingresos anuales) de los ejecutivos y miembros del sector financiero ha venido principalmente por el incremento de la parte variable a través de retribución vía acciones y opciones sobre acciones (y no sólo el sector financiero: prácticamente todo Silicon Valley funciona de una forma parecida y era casi obligado en los años 90 e inicios de los 2000).
Estos enormes sueldos- en parte merecidos por los beneficios que reportaban a sus accionistas- se han visto favorecidos por las políticas de los Estados y bancos centrales respecto a olvidar la definición de la inflación,…ya que en los datos de IPC no se consideran las subidas de precios derivadas de la inyección de dinero creado de la nada que va al sector inmobiliario o al sector financiero,…ello, junto con que la mayor parte de la retribución variable vía opciones sobre acciones se ha limitado a los principales ejecutivos, ha fomentado que de 20 veces en 1965 el diferencial entre el sueldo de un ejecutivo medio frente al trabajador medio, se haya pasado a unas 300 veces (con un pico en el año 2000 de 383 veces).
Una cosa es que exijamos al Estado unas reglas de juego iguales para todos y otra que el Estado( que no el gobierno) se decante a favorecer a unos pocos frente a los muchos. Es normal que haya personas que logren unos ingresos realmente altos- Cristiano Ronaldo, Michael Jordan, “les contaré el caso de Patrick Ewing”, cantantes, actores… empresarios, jovenzuelos que logran desarrollar nuevos sistemas que todo el mundo quiere….- eso no es malo, de hecho es plenamente justo. A mí nadie va a venir a verme dar patadas a un balón…
La desigualdad siempre existirá,..y así ha de ser. Lo que hemos de procurar es que todos tengan la posibilidad de, si se esfuerzan- que muchos parece que quieran que se les de hecho- logren sus objetivos en la vida.