En primer lugar, debo de confesar mi debilidad y admiración por Pepe Blanco, Ministro de Fomento y Vicesecretario general del PSOE.
¿Por qué?
Porque es un ciudadano normal y corriente, como la gran mayoría de nosotros, que ha ascendido hasta un puesto de gran responsabilidad política. Sin que fuera “hijo de, sobrino de o yerno de”. Su padre, según tengo entendido, pertenecía al personal laboral del entonces M.O.P. (Ministerio de Obras Públicas).
También porque su astucia, inteligencia y verbo, me recuerda a Alfonso Guerra, personaje que de no haber existido, había que haber inventado y al cual los españoles le debemos esa pizca de “sal y pimienta” que nuestra transición y desarrollo de la democracia requería.
Muchos, sin otros argumentos, le recriminan no tener estudios universitarios, pero yo me pregunto: ¿da la universidad inteligencia, astucia y verbo? o ¿sólo te presta una cierta y ligera ventaja en la búsqueda de un lugar donde desarrollar tu vida laboral y social?
Pepe Blanco, ha demostrado estar cercano a la sociedad. Ser sensible y dispuesto a resolver problemas. No ha dudado en ejercer la autoridad, por impopular que fuera, cuando la situación lo ha requerido.
Pienso además, que él solo se metió en un Ministerio, corporativista, poderoso y clasista. Labor de horizonte inhóspito, difícil y comprometido. Hasta la fecha ha mantenido el tipo, en una época donde “dar la cara” y buscar soluciones no lo hace cualquiera. Sólo alguien con las ideas claras, y comprometido con el interés público y el progreso se mete de “motu propio” en tal aventura.
¡Qué lejos está este ministro de los López Rodó, Utrera Molina, Licinio de la Fuente o Álvarez Cascos, que parecen o parecían de otro planeta!.......
¡Y que cerca de los ciudadanos y de sus problemas!