El caso más sonado es el de General Motors (GM), gigante automovilístico estadounidense líder mundial en ventas durante muchísimos años, hasta que hace apenas un año el gigante japonés Toyota le arrebatase ese honor. Desde entonces, no ha habido buenas noticias para la empresa norteamericana, sino todo lo contrario. Su cifra de ventas ha caído en picado, y sus cuentas ya no pintan tan bien como en sus gloriosos años, y el valor de sus acciones está a su nivel más bajo en 65 años. Desde que comenzara la crisis, sus problemas se han visto incrementados por los problemas de liquidez originados por el mal momento del sector, lo cual le llevó a pedir ayudas al gobierno por valor de 25.000 millones de dólares, medida que sirvió de más bien poco. Esta semana, GM se ha visto obligada a volver a pedir ayuda al gobierno norteamericano, asegurando que de no recibir 25.000 millones de dólares más, se verá inmersa en la absoluta quiebra. De ser así, varias de sus filiales y empresas proveedoras también serían arrastradas al fondo del pozo, puesto que GM subcontrata prácticamente todo, dejando sin trabajo a varios cientos de miles de personas.
Dicho esto, parece necesario un plan de rescate porque, ¿Qué es peor, salvar una empresa privada con dinero público o dejar sin trabajo a tantos trabajadores? Desde luego, el gobierno tiene mucho trabajo por hacer, ya que no se trata de una empresa cualquiera, se trata de una empresa que da de comer a muchísimas familias en todo el mundo. Sin embargo, hay que ser cautos. Numerosos economistas se oponen a este tipo de rescates, ya que derivaría en futuros rescates de grandes empresas, entrando en un debate moral sobre dónde se deben poner los límites a este tipo de medidas, ya que se está usando el dinero de todos los contribuyentes.
Otro factor a tener en cuenta es la manera en que se conceden las ayudas económicas, ya que en este sentido hay muchas cosas por mejorar. Recientemente ha salido a la luz que los ejecutivos de la aseguradora AIG se fueron de vacaciones a una exclusiva playa de California pocos días después del préstamo de 85.000 millones de dólares recibido en forma de ayuda por la empresa. Dado que no ha sido el único caso desde que comenzara la crisis, veo totalmente necesario un estricto control del dinero destinado a rescates, ya que de no ser así, las medidas no estarán siendo totalmente efectivas. Las medidas de rescate ya por sí mismas no son éticas, pero si además, los beneficiarios de las mismas no respetan moral alguna, concediéndose caprichos con el dinero de todos, se les debería retirar toda ayuda previamente concedida y sancionar con multas y castigos ejemplares.