Algo no cuadra en los mercados. La prima de riesgo del equity (ERP), el extra que exigen los inversionistas por poner su dinero en acciones en vez de activos seguros, está en su nivel más bajo de los últimos 25 años. Al mismo tiempo, los diferenciales de crédito corporativo, esos márgenes que reflejan el riesgo de prestar a las empresas, están en mínimos históricos. En pocas palabras: todo el mundo está cómodo, quizás demasiado.
La victoria de Donald Trump ha desatado una ola de optimismo. Promesas de recortes fiscales, menos regulación y un gran plan de infraestructura hicieron sonar la campana del "rally de Trump". Pero este entusiasmo podría estar ignorando riesgos serios.
Acciones caras y poco margen para decepciones
El mercado (especialmente el americano) ya estaba caro antes de las elecciones. El ratio precio-beneficio ajustado cíclicamente (CAPE) estaba en niveles altísimos. Ahora, con el rally post-Trump, las expectativas están por las nubes.
El problema es que este optimismo no viene acompañado de detalles claros. ¿Cómo va a financiar Trump sus promesas? ¿Cuándo llegarán? Si los resultados no cumplen con las expectativas, el ajuste podría ser doloroso.
Bonos corporativos: Riesgo camuflado
Los diferenciales de crédito corporativo están tan bajos que parece que los inversionistas creen que nada puede salir mal. Esto es preocupante. Con las tasas de interés subiendo y los costos de financiamiento al alza, muchas empresas endeudadas podrían tener problemas.
Las corporaciones han acumulado deuda como nunca antes. Si el déficit fiscal de Trump dispara los rendimientos de los bonos del Tesoro, el impacto se sentirá primero en las empresas más débiles. En sectores como energía o construcción, el golpe podría ser duro.
Geopolítica: La caja de Pandora
Luego está la política exterior de Trump. Su retórica proteccionista, las amenazas de guerras comerciales con China y México, y su desprecio por acuerdos multilaterales generan un nivel de incertidumbre difícil de medir.
Una escalada comercial o un conflicto geopolítico inesperado pueden golpear la confianza y los mercados de manera rápida y brutal. Y, hasta ahora, los precios de los activos no parecen reflejar este riesgo.
Conclusión: Precaución antes de la tormenta
Todo parece demasiado perfecto. Las acciones están caras, los bonos corporativos están sobrevalorados, y la geopolítica es un volcán dormido. La euforia post-Trump podría ser solo eso: euforia.
Los inversionistas harían bien en tomar aire. Tal vez sea momento de diversificar, buscar activos más defensivos y no dejarse llevar por la marea. Porque en los mercados, las sorpresas suelen llegar cuando menos se las espera. Y rara vez son buenas.