No se por qué pero me da que esto de la Spanish Revolution comienza a dar sus últimos coletazos. No negaré que la relación que guardo con ella es un tanto confusa: comenzé dudando de sus orígenes y acabé sumándome plenamente a la defensa de la misma. Sin embargo, las posturas adoptadas en los últimos días comienzan a resultarme bastante sospechosas.
Estos tíos en dos días montaron un tinglado revolucionario que parecía poder cambiar el sistema. Hasta ahí todo perfecto, ¿quién sería el necio que se negaría a aceptarlo? El problema aparece cuando vas a lo que ellos llaman una asamblea y vuelves maldiciendo a los anarquistas. El tufo trotskista y leninista que allí se percibe le cortaría la respiración a más de uno con dos dedos de frente.
Parecía que habíamos llegado a la conclusión de que lo que aquí sobraba era tamaño del Estado. Creí que lo que se pretendía era eliminar a esa casta entorpecedora del crecimiento que lo único que perseguía era llenarse los bolsillos, pero nada de eso. Lo que estos señores pretenden es avivar otra perestroika con un nuevo Estado todopoderoso que abofetee a toda mano invisible que ose acercarse a él.
Y para prueba un botón: con un par de decenas de tiendas de campañas por centro de operaciones y necesitan comisiones de las comisiones de las comisiones, todo un aparato logístico soviético que ralentiza hasta casi hacer inviable la toma de cualquier decisión.
Creímos de corazón que se estaba gestando un movimiento apolítico y nos pegaron en la frente. Poco tardó el amigo Cayo Lara en meter la zarpa e y mover hilos para politizarla. Estaba tan convencido que empezó mandando a sus cachorros y terminó enviando a su propia hija. Así, ves que entrevistan a algún portavoz en televisión y te das cuenta de que tratas con alguien que no tiene ni puta idea ni de política, ni de economía, ni de nada, sólo paja revolucionaria mental.
Y con esto, un movimiento que iba encaminado a cambiar verdaderamente las cosas termina siendo plenamente absorbido por las telarañas de un sistema político y parasitario del que no se escapa nadie. Se luchaba contra políticos, mamarrachos y sindicalistas de turno, y hemos pasado a estar controlados por ellos.
Mi vecino, que es viejo pero muy sabio, comentaba que toda esa gente reunida la formaban votantes frustrados de izquierda. Decía el buen hombre que esa gente pensó hace ocho años primero, y hace cuatro después, que Zapatero representaría ese sentimiento progresista que convertiría España en un país moderno y mejor. Sin embargo, ahora se han dado cuenta del naufragio de esa esperanza y toman Sol buscando un cambio de sistema que les reafirme en su sentir de izquierdas en lugar de tirársele al cuello y criticar su pésima gestión político-económica, rozando en ocasiones la inutilidad.
Sea como fuere, no dudo de que el movimiento persistirá aún unas semanas, tal vez incluso meses. Su fuerza, sin embargo, se dilatará poco a poco. Pronto abandonarán la acampada y dejarán en Sol a cuatro perroflautas en lo que podría ser el departamento de atención al cliente más casposo y antisistema que se conozca en este país. El manifiesto, sus propuestas y la juerga continuará en blogs y redes sociales, pero de ahí no pasará. Será un sentimiento revolucionario frustrado que poco a poco se diluirá hasta convertirse en un grupo de Facebook en el que entrar y soltar toda la mierda que se te pasa por la cabeza. De cambiar el sistema nada, está demasiado bien atado.