El trading suele considerarse como una batalla de suma cero, en la que uno compite contra los otros traders y donde los vencedores ganan tanto como pierden los derrotados.
Yo lo veo de otra manera. En vez de considerar competidores a los otros participantes del mercado, los trato como si fuesen mis clientes. Y como a tales, les sirvo, ayudando a proveer al mercado de la liquidez que precisa.
Cuando la gente quiere vender y el precio de las acciones se desploma, entro en acción y ayudo a absorber ese exceso de oferta, comprando acciones para mi cartera.
Cuando la gente quiere comprar y el precio de las acciones se dispara, entro en acción y satisfago ese exceso de demanda, vendiendo acciones de mi cartera.
Así, comprando bajo y vendiendo alto, presto a mis clientes el servicio que demandan.
Hay quien a esto lo llamaría especular. Y tendría razón. La mayoría de la gente piensa que un especulador es un trader arriesgado que apuesta alto. Pero en economía hay otra definición muy distinta de especular:
Especular es proveer de liquidez al mercado, con la finalidad de equilibrar la oferta y la demanda.
Eso es lo que hago. Y sin arriesgar demasiado. Uso para trading únicamente el 25% de mi capacidad de ahorro y pongo límites al riesgo que asumo, limitando tanto la cantidad máxima a invertir por operación, como el porcentaje de pérdida a partir del que me obligo a cerrar la posición.
Como Kostolany, me conformo con ganar el 51% de las veces.
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