Mientras los gobiernos de turno en lugar de preocuparse del bienestar de los ciudadanos, únicamente piensan en ganar las próximas elecciones, se ha desatado una verdadera campaña desde todos los medios de comunicación y los poderes fácticos para reducir las pensiones.
Nadie habla sobre el coste de la corrupción, la economía sumergida ni la racionalización del gasto público como medidas que deben estudiarse también.
Todo son obstáculos para el ahorro finalista (desde la reducción de los incentivos fiscales a los planes de pensiones, el tratamiento de todo el monto rescatado como renta de trabajo) hasta la famosa carta fantasma sobre la cuantía a recibir en el futuro. Así no hay quien ahorre.
Veamos la pirámide de población presente y futura
No cabe duda de que el envejecimiento poblacional es uno de los problemas socioeconómicos más acuciantes en España. Los datos dicen que hay más de 9 millones de jubilados, que representan casi el 20% de la población, y la perspectiva no mejora a medio plazo: en 2040 serán más de 14 millones y cerca del 29% de la población. Es un mercado grande, pero en el 70% de los casos el único ingreso es la pensión del Estado, que en 2 de cada 3 casos no llega a 1.300€ mensuales.
En un entorno como el actual, la pérdida de poder adquisitivo provocada por una inflación no tan pasajera como nos han contado, las dudas acerca del cálculo de la cotización del que dependerán las pensiones y la incertidumbre acerca de la sostenibilidad del sistema nacional de pensiones y la visión miope de nuestros políticos que no atajan el problema con soluciones imaginativas y no con recortes constantes de las mismas, nos hacen necesario pensar y actuar a todos.
El ahorro de los españoles difiere sensiblemente del de nuestros vecinos.
España tiene 24 p.p. más de ahorro en vivienda que el resto de Europa.
Sin embargo las razones para invertir son semejantes, y destaca el mantenimiento del nivel de vida cuando dejemos de trabajar.
Sin embargo no todo son malas noticias. Tenemos un activo que vale su peso en oro, principalmente en un entorno de hiperinflación como el actual. Sin ser conscientes, para el ahorro los españoles seguimos las enseñanzas financieras del Talmud.
Nadie habla sobre el coste de la corrupción, la economía sumergida ni la racionalización del gasto público como medidas que deben estudiarse también.
Todo son obstáculos para el ahorro finalista (desde la reducción de los incentivos fiscales a los planes de pensiones, el tratamiento de todo el monto rescatado como renta de trabajo) hasta la famosa carta fantasma sobre la cuantía a recibir en el futuro. Así no hay quien ahorre.
Veamos la pirámide de población presente y futura
No cabe duda de que el envejecimiento poblacional es uno de los problemas socioeconómicos más acuciantes en España. Los datos dicen que hay más de 9 millones de jubilados, que representan casi el 20% de la población, y la perspectiva no mejora a medio plazo: en 2040 serán más de 14 millones y cerca del 29% de la población. Es un mercado grande, pero en el 70% de los casos el único ingreso es la pensión del Estado, que en 2 de cada 3 casos no llega a 1.300€ mensuales.
En un entorno como el actual, la pérdida de poder adquisitivo provocada por una inflación no tan pasajera como nos han contado, las dudas acerca del cálculo de la cotización del que dependerán las pensiones y la incertidumbre acerca de la sostenibilidad del sistema nacional de pensiones y la visión miope de nuestros políticos que no atajan el problema con soluciones imaginativas y no con recortes constantes de las mismas, nos hacen necesario pensar y actuar a todos.
El ahorro de los españoles difiere sensiblemente del de nuestros vecinos.
España tiene 24 p.p. más de ahorro en vivienda que el resto de Europa.
Sin embargo las razones para invertir son semejantes, y destaca el mantenimiento del nivel de vida cuando dejemos de trabajar.
Sin embargo no todo son malas noticias. Tenemos un activo que vale su peso en oro, principalmente en un entorno de hiperinflación como el actual. Sin ser conscientes, para el ahorro los españoles seguimos las enseñanzas financieras del Talmud.
La vivienda es la hucha de los españoles, que han invertido en sus casas 3,5 veces el PIB nacional. En el caso concreto de los jubilados, el 90% de ellos tiene una vivienda en propiedad en la que han invertido el 85% de sus ahorros. Por lo tanto, España no es sólo un país de propietarios, sino que también es un país de ahorradores inmobiliarios.
Sin embargo a la hora de examinar los atributos de cualquier activo financiero, liquidez, seguridad, rentabilidad y fiscalidad, la vivienda en España adolece de algunos inconvenientes que afortunadamente y siguiendo el modelo de nuestros vecinos van desapareciendo.
Una de las preguntas es cómo disponer de ese ahorro inmobiliario no líquido cuando en muchos casos es la vivienda habitual, y si la rentabilidad financiero fiscal que obtenemos es la adecuada.