Se empiezan a oír las primeras voces respecto a la capacidad del Sistema para asimilar los efectos de la crisis de crédito. Realmente me reconforta que así sea, aunque como ya os he comentado durante la canícula de tensión del verano, siempre he creído en ello. ¿Estamos ya fuera de peligro? En absoluto. Incluso diría que quizás lo peor está por llegar. Pero la incertidumbre sobre la capacidad de aguante de las estructuras vitales de nuestra economía global, creo que se está disipando positivamente.
Como también he comentado en alguna ocasión, estamos viviendo tiempos históricos que se recordarán quizás como la Crisis de Crédito del 2007 o 2008. Y hemos pasado ya por sus fases iniciales durante las cuales, como es comprensible aunque lamentable, se han escrito atrocidades para todos los gustos.
Al principio se pasaron semanas de desconocimiento escéptico, después se popularizaron los primeros conceptos que internet se encargó de globalizar, como por ejemplo: Subprime, credit crunch, titulización, calidad crediticia, intervención de banco central, inyección de liquidez y un largo etc. Todo ello en un entorno de amenaza terrorista islámica y máximos históricos del petróleo, oro y euro. En definitiva emociones fuertes que algunos histéricos no han sabido encajar y les han llevado a escribir y opinar premoniciones apocalípticas.
En cuanto a los máximos del €/$, siempre he dicho que la especulación de divisas es la madre de todas las especulaciones. Pero si me permito la licencia de opinar sobre la posible evolución futura de la moneda norteamericana (mala costumbre donde las haya), diría lo siguiente: Creo que no veremos un dólar fuerte hasta que el escenario mundial dé un giro muy sustancial. Este giro se podría concretar en forma de apreciación progresiva del Yuan, o incluso con un cambio total de la política internacional de los EE.UU. con un relevo republicano.
Mientras no se produzca dicho cambio de escenario global, la conveniencia de un dólar débil en un entorno de petróleo caro y de manufacturas chinas repartidas abusivamente por todo el planeta, será determinante. Parece comúnmente aceptado y estratégicamente conveniente. No obstante me parece temerario que un analista reputado pueda recomendar vehementemente tomar cualquier posición especulativa en divisas.
La presencia de productos made in China en todos los rincones del planeta será comparable al monopolio de facto del que goza Microsoft en el mundo informático. Aunque bien pensado la ingerencia estatal en el mantenimiento artificial del cambio de su moneda, hace este fenómeno mucho más flagrante.
Ya lo comentamos en God Bless China (2) , estamos ante un pulso de gigantes en el que la mayoría sólo miramos. Pero como en toda partida de póker, el pardillo lleva la peor parte a pesar de poder soportar prolongadas malas rachas gracias a su enorme tamaño. El pequeño tahúr Japonés no tiene suficiente dinero en la mesa para seguir las apuestas de los grandes, pero eso sí a menor escala, intenta seguir los pasos de su maestro norteamericano aunque algunos le critiquen por fomentar el carry trade. Lo importante es no acabar la partida en una situación tan delicada como va a encontrarse a medida que avance la velada el gran pardillo llamado UE.
Dejando a un lado las divisas, podemos pensar que se empieza a vislumbrar la luz al final del túnel. Pero no nos engañemos: El túnel tiene salida, pero hasta llegar a ella deberemos superar el tramo más duro hasta hoy. Empezamos a conocer la dimensión del problema al que nos enfrentamos, aunque todavía quedan algunas incógnitas. Así que algunos pasarán del pánico a lo desconocido al pánico por lo conocido, pero creo que el primero hace mucho más daño al Sistema Económico global.