- Incremento histórico de la demanda energética en países emergentes como China, India, etc.
- Descenso de la producción de petróleo por agotamiento.
- Ausencia de soluciones energéticas alternativas suficientemente evolucionadas y extendidas.
La segunda circunstancia es quizás la más preocupante y sin embargo la que ha sido más predecible. El cenit o peak oil (aunque muchos lo hayan visto como un clímax recaudatorio) es una evidencia desde hace ya casi 10 años. Pero nos hemos obstinado en no prestarle atención hasta que el precio del barril se ha multiplicado por 2,5 en el último año y medio. Y decimos que ha sido predecible porque lo hemos visto multiplicarse por 10 en la última década, a medida que todas las opiniones expertas convergían hacia el fin de la era del crudo barato.
Hay que tener en cuenta que los precios actuales permiten la explotación de yacimientos en los que antes los costes de extracción superaban la rentabilidad exigible. Pero en la mayoría de los grandes y viejos conocidos yacimientos tradicionales el crudo ya no brota como antes. La extracción de las segundas mitades de las reservas de los yacimientos es mucho más costosa y lenta, muy lenta. El crudo se hace mucho más espeso y debe bombearse, y los inconvenientes se multiplican. El panorama es pues muy distinto en un pozo joven de un yacimiento joven donde el oro líquido emerge con fuerza y de donde brotan barriles a destajo y sin cesar. Los grandes yacimientos tradicionales producen senilmente, poco y caro, y a pesar de los avances técnicos, los costes y volúmenes de producción jamás volverán a ser lo que eran. Como la vida misma...
Es cierto que las plataformas marítimas de hoy nada tienen que ver con las de hace una década, hoy se perfora hasta 3.000 metros de profundidad, y antaño superar los 300 metros era una arriesgada explotación. Además la precisión de los sondeos y sobre todo de las perforaciones (en el ángulo y zona previamente determinado con una precisión de tan sólo un par de metros) hacen que las extracciones sean mucho más quirúrgicas. Pero el agotamiento de los recursos es inexorable y debemos ir en busca de nuevo queso, con nuevos sabores que nos sorprenderán, como decía la conocida fábula.
La tercera circunstancia que se ha dado en esta tormenta perfecta tiene mucho que ver con el comportamiento humano. La previsión y planificación futura es casi nula cuando se trata de la Humanidad en su globalidad. Ni siquiera los políticos suelen prever los problemas más allá de sus propias legislaturas, y en la mayor parte del planeta apenas ni siquiera existe la clase política. Las energías alternativas son todavía hoy incipientes e incapaces de ser una opción que sustituya la dependencia del combustible líquido. Sólo nos empeñaremos en conseguir soluciones alternativas cuando no sean alternativas sino obligatorias. Tristemente, y salvo excepciones individuales, nuestra raza humana se comporta así globalmente.
Con un barril por encima de los 140 $ comenzamos a sufrir. Los transportes se resienten, comienzan las protestas, huelgas, etc. Las medidas fiscales paliativas que se puedan tomar por parte de gobiernos europeos no serán más que paños de agua caliente. Al menos hasta que no se decida generar energías alternativas masivamente, y para ello debería hacerse de este problema una cuestión de estado y tomar medidas estratégicas drásticas. Esperemos que sea sólo cuestión de tiempo que comencemos este camino decididamente, pero lo lamentable es que sólo lo haremos cuando el precio del barril sea lo suficientemente asfixiante.
La población más pobre del planeta ya está sufriendo las consecuencias de la incipiente y súbita fabricación de bio-combustible que está encareciendo las materias primas que forman la base de su alimentación. Una hambruna odiosamente vergonzosa. Pero existe también el peligro de que la dependencia de un petróleo asfixiantemente caro se alargue lo suficiente como para que los daños a las economías mundiales sean demasiado importantes. La duda actual se centra en si llegaremos a tiempo para la sustitución de la energía antes de sufrir un verdadero colapso económico difícilmente reversible. Si no es así, el déficit energético será insoportable para los fundamentos de las principales economías del planeta, y las consecuencias de este deterioro podrían generar la peor recesión global de la historia. En el siguiente gráfico podemos ver la predicción de algunos catastrofistas cuya opinión sin embargo estamos muy lejos de compartir:
Personalmente creo devotamente que seremos capaces de salvar dichos fundamentos y que la necesidad y el instinto de supervivencia del primer mundo (el del tercer mundo lamentablemente no da para más) nos llevará a encontrar una alternativa viable que deberá acompañar a las múltiples crisis, estrecheces y demás medidas restrictivas.
Recuerdo algún analista económico miope y muy conocido que en plena crisis crediticia del pasado mes de agosto dijo off the record algo así como: "La Crisis de Crédito es la peor de la historia. ¿Qué otra cosa peor le podría pasar a la Economía mundial? La crisis del crudo es una vieja conocida cuyas consecuencias son del todo previsibles"... Nunca aprenderán, mi querido y admirado Nassim, nunca aprenderán.
Arabia Saudí sigue "tranquilizándonos" con su ya clásico "habrá petróleo para todos", pero a mi me enseñaron a desconfiar del que dice tener un buen juego y se niega a demostrarlo, quizás el buen juego sea para los saudíes, o ni siquiera eso. Si la información es poder, está claro que occidente es muy débil ante la incertidumbre de las reservas reales de petróleo. Y aún así el cambio de modelo energético está peligrosamente lejos de convertirse en un asunto estratégico de Estado. Mientras tanto otros miopes se rasgan las vestiduras porque una empresa eléctrica española pueda ser comprada por otra europea "por razones estratégicas". Por favor señores políticos, Estrategia se escribe con mayúsculas. Pero como me enseñaron a buscar mi propia responsabilidad en todo lo que sucede, todos los habitantes del primer mundo somos corresponsables de haber elegido a nuestros líderes.
"No debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: No se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias."Mahatma Gandhi.
Esperemos que Mad Max no deje de ser ciencia-ficción para pasar a ser una simple caricatura de la realidad distópica.