Se está convirtiendo por momentos en un huracán. El mundo entero está depositando en el primer presidente negro de los EE.UU. las esperanzas para salir del agujero económico en el que nos hemos metido. Es mucho más que el nuevo presidente made in USA. Es la nueva esperanza negra, multiétnica, de un mundo global y diverso que busca la sostenibilidad pero sin recursos y en caída libre.
Ya en sus primeras decisiones como presidente está encontrando muy poca oposición. Tiene todo el crédito del mundo (paradójica definición) para implementar unos milagros que probablemente decepcionen con el tiempo, pero que hoy por hoy suponen la Esperanza en mayúsculas para países ricos y pobres. Las críticas, la discordia y los conflictos llegarán, pero todavía no se atreven sus enemigos u oponentes naturales a ensuciar su inmaculada aurea. Es decir, Barack, todavía no ha decepcionado a nadie. Y no lo ha hecho, no sólo porque no ha dado tiempo, sino porque fans y oposición (interna e internacional) ven en este hombre a un presidente de los EE.UU. distinto, y al que le ha tocado gobernar en unas circunstantcias inauditas y muy difíciles para el mundo. Lógicamente los primeros en romper esta armonía global serán, son, los integristas: Islámicos, republicanos e incluso los católicos (de hecho el Vaticano ya se ha apresurado a criticar la decisión de permitir la investigación con células madre, una de las primeras decisiones del equipo de gobierno de Obama), además de otras minorías relativamente marginales.
Todas estas voces integristas que atacan y atacarán la gestión Obama ya desde el mismo inicio y de forma sistemática, que no ven en este líder al único motor que puede sacar a la economía mundial de una lerga depresión, son irresponsables y miopes. Son incapaces de levantar la cabeza de sus creencias religiosas, odios raciales, aversiones políticas y/o incapaces de distinguir la era Bush del nuevo mundo que se está formando con esta refundación involuntaria del capitalismo. El Integrismo en todas sus diversas y nocivas formas, es incompatible con el Big Picture, con una visión global y tolerante de la Humanidad. Lamentablemente es así. Somos así.
Sin embargo estoy seguro de que el fenómeno Barack Hussein Obama decepcionará con el tiempo. No puede ser de otro modo ya que hoy encarna la ilusión de un nuevo mundo que difícilmente vamos a poder compatibilizar con una economía mundial herida de muerte. Pero enfrentarnos al tétrico futuro que tenemos ante nosotros sin la ilusión, la fe y el entusiasmo en el fenómeno Obama, sería muchísimo peor. Porque las posibilidades de salir de ésta con sufrimientos soportables pasan por creer, ilusionarnos y luchar en y por nuestro futuro junto a un líder mundial distinto, como Barack. No estoy hablando de las bondades de la política demócrata frente a otras, ni de las bondades del american way of life respecto a estilos de vida europeos o no occidentales, en absoluto. Ni siquiera estoy hablando de política. Sólo quiero constatar que la globalización ha llegado también al liderazgo político mundial, y lo ha hecho en el momento en que más lo necesitamos.
Una muestra de lo que está suponiendo el fenómeno Obama es que sus admiradores en Facebook superan en el momento de escribir este artículo los 4.447.988 seguidores. Pero lo realmente espectacular es que ese número, con aceleración constante, aumenta en más de un seguidor y medio por segundo cuando en los EE.UU. duermen, y alcanza los casi 2,5 nuevos seguidores por segundo cuando allí es de día... Espectacular. Incluso su nombre Barack Hussein Obama, lleva inherente la globalidad y la diversidad que genera debate y controversia. Relación Obama-Facebook, un ejemplo de conceptos inexistentes hace muy poco y que son una prueba más de la excepcionalidad del fenómeno Barack.
Vivimos tiempos lamentablemente históricos en el Sistema Financiero y en la Economía mundial. Nosotros somos los únicos culpables. El camino hacia la recuperación va a ser muy duro y largo, pero la mejor forma de iniciarlo es potenciando la poca ilusión y convicción de la que vamos a disponer en el futuro próximo. El Efecto BHO es algo que todos deberíamos potenciar, por convencimiento, por el bien común o por mero instinto de supervivencia. Y por supuesto convenciéndonos de que, a pesar de que muchos quedarán en el camino, podemos alcanzar la recuperación y no es una quimera: Yes We Can.
P.D. Como curiosidad: En la era Bush la Casa Blanca vivía en la prehistoria tecnológica, a pesar de pretender dominar el mundo. Como dice Dans en su artículo: "...si el jefe (Bush) no marca prioridades en ese sentido porque es tecnológicamente analfabeto, nadie se mueve..."