Juan María Nin, director general de La Caixa ha hecho unas declaraciones en plena City londinense que son merecedoras cuando menos de vergüenza ajena. Ha soltado una sarta de "perlas" que denotan el nerviosismo extremo, desesperación mejor dicho, al que debe haber venido siendo sometido en el pasado. O quizá sean fruto del estrés actual y/o los nubarones que se ciernen sobre el negocio de la banca (y cajas) española. Veamos algunas de las amenazas chulescas que ha soltado:
"España no es irlanda, Grecia, Portugal o Bélgica. Si España cae, también lo harán Uds (recordemos que se encontraba en el corazón de la City de Londres), caerá Europa y después EE.UU." o "El juego contra los PIGS es suicida". Sinceramente me parecen unas declaraciones chulescas de álguien que precisamente debería presentarse ante la London School of Economics con la cabeza gacha. Y pidiendo disculpas por pertenecer a un sector (el bancario) que ha abusado hipotecariamente de la burbuja inmobiliaria española hasta unos límites que ponen en peligro el sistema financiero doméstico, y por ende el europeo. Pero no. El director general de La Caixa, además de manipular los precios de las tasaciones mediante participaciones en empresas como Tinsa (que se vendió este mismo verano) y otras inconfesables formas de presión, lejos de reconocer sus errores de bulto en la burbuja inmobiliaria española, saca un pecho amenazante en lugar de avergonzarse públicamente.
Otra frase para la Historia de Nin: "El problema de España es un problema de liquidez, no de solvencia..."(sic) Pero hombre de Dios, con una liquidez infinita y pensando en la mejora del negocio (cifras del Estado) sean o no quimeras inalcanzables, nadie es insolvente! Si al Estado Español, su sistema de pensiones y su sistema financiero le proporcionamos una liquidez infinita como la que hasta hoy viene ofreciendo el BCE, estamos aplazando hasta el infinito y más allá la insolvencia. Lo mismo que le ocurriría a cualquier empresa en quiebra si tuviera una ubre de la que mamar infinitamente.
Sin embargo, si pensamos que esta facilidad cuantitativa tiene fecha de caducidad, es más, si creemos que el inicio del cierre del grifo (un surtidor letal donde los haya) está ya a la vuelta de la esquina, España y sus bancos están QUEBRADOS. El Estado lo está por su déficit, paro, recesión económica y falta de credibilidad galopante; y nuestro sistema financiero lo está por la morosidad latente (maquillada a base de renegociaciones de una deuda incobrable y tasaciones de activos inmobiliarios irrealmente infladas) y por la caída de valor inmobiliario aún por llegar en un entorno económico doméstico claramente recesivo. A todo esto hay que añadir la reciente apreciación suicida de la aún llamada moneda única. Si esto no es insolvencia, Sr. Nin, nada lo es. A partir de aquí podemos cambiar el término por el de falta de liquidez ante cualquier quiebra del mundo mundial.
Después de ver por televisión (lo siento pero no he encontrado el enlace) el triste espectáculo ofrecido, nada menos que en el corazón de la London School of Economics, y por nada menos que el director general de una de las principales entidades financieras españolas, me invade una reflexión que me asusta aún más: La situación para una entidad cuyo negocio no puede subsistir sin la confianza de sus mártires clientes (ni en el escenario actual sin la del Estado, ni sin la del resto de países que lo mantienen comprando su deuda), debe ser aún más desesperada de la que tratamos de acotar como profesionales. Sólo en ese caso puedo entender el amenazante discurso vomitado por el Sr. Nin en el corazón de la City. El morir matando siempre ha sido la consigna de la desesperación.
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