Recientemente se ha publicado un informe conjunto entre la Universitat Pompeu Fabra y el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA), por el cual se denuncia la práctica abusiva y corrupta de numerosas gestoras pertenecientes a entidades bancarias.
Los autores del informe son Benjamín Golez y José Marín, y afirman que en periodos de caídas prolongadas en el valor de las acciones de sus bancos matrices, la respectivas gestoras filiales inundan las carteras de sus vituperados clientes de dichas acciones, generando así enormes compras que a su vez sostienen o elevan el precio de las acciones de dichos bancos.
Este estudio, recogido hace un par de días por Financial Times, se centra en la actuación de las gestoras españolas entre 1995 y 2009. El informe prosigue afirmando que esas compras, como es de esperar, vienen generando pérdidas a los partícipes de sus fondos de inversión. Pero ¿a quién le importa eso si la entidad dispone de hordas de vendedores que, a pesar de la mediocridad de los resultados, son capaces de vender dichos fondos de inversión como churros a todos sus clientes?
A partir de ahí, podemos adivinar que esas prácticas de consigna y ejecución se vienen produciendo de forma generalizada, no sólo para sostener el precio de las acciones de la banca, sino también para beneficiar a empresas constructoras y evitar su caída, para beneficiar otras empresas relacionadas con el grupo empresarial de la entidad financiera, para hacer y/o devolver favores inconfesables, etc.
Las consignas comerciales en la gestión son la norma. ¿Cómo se explica sino que se puedan gestionar más de 50 sicavs con tan sólo dos gestores, como vienen haciendo entidades bancarias de primerísimo nivel? Pues siendo dichos gestores meros comparsas ejecutores de consignas inmorales, cuando no ilegales.
Pero para no pecar de fatalistas, no cráis que todos los movimientos de inversión de los fondos pertenecientes a gestoras bancarias son dirigidos por oscuros intereses de su matriz. También se toman decisiones que atienden exclusivamente a los criterios de mediocridad...
Menos mal que siguen existiendo excelentes gestoras independientes, que al final brillan muy por encima del resto de basura bancaria.
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