Cuando en los medios de comunicación escuchamos el nombre de fondos buitre, la mayoría de las veces lo asociamos a aquéllos que llevan a cabo prácticas que rozan la legalidad. No obstante, esta clase de fondos de inversión es completamente legal y su mala fama viene por su extrema agresividad a la hora de operar. Los fondos buitre son sociedades constituidas con el objetivo único de buscar empresas o gobiernos en situaciones delicadas, que pueden adquirir a precios muy bajos. Estamos hablando, por tanto, de inversiones de muy alto riesgo donde, una vez adquirido el activo, tratarán de reavivarlo para su futura venta.
¿Cómo funciona un fondo buitre?
Un fondo buitre se encarga de comprar empresas o bonos de Estados próximos a la quiebra a un porcentaje muy inferior al de su valor nominal. Este tipo de sociedades, una vez adquirido el activo en situación económicamente débil, tiene dos opciones: acudir a foros internacionales para intentar cobrar la totalidad del valor de los bonos o reflotar la empresa para venderla en un futuro próximo.
El intervalo de inversión en el que opera un fondo buitre no se enmarca precisiamente en el largo plazo. La media de sus operaciones suele ser entre dos o tres años, tiempo suficiente para comprobar si el proceso de reestructuración del activo adquirido ha sido rentable.
¿A qué se debe el nombre de fondo buitre?
El nombre de fondo buitre se debe a una metáfora que relaciona a sus inversores con los buitres. Este tipo de ave rapaz sobrevuela la presa esperando el momento idóneo para recoger los restos. Los operadores de mercado intentan evitar esta denominación con denotación negativa y, en su lugar, los llaman distressed debt o fondo de situaciones especiales.
5 ejemplos de fondos buitre
A continuación, podemos acceder a un listado de algunos de los fondos buitre más conocidos:
- Cerberus: En 2011 compró 96 oficinas a Bankia por 96 millones de euros. Fue uno de los aspirantes a hacer con el Valencia C.F cuando el club se puso a la venta. En su equipo directivo encontramos al hijo de Aznar.
- Blackstone: la primera firma de capital riesgo del mundo. Desde su fundación en 1985, Blackstone ha asesorado a clientes en operaciones fusiones y adquisiciones valoradas en más 550.000 millones de dólares y en reestructuraciones que suman un pasivo de más de 1.400.000 millones.
- Apollo: sociedad norteamericana especializada en gestión de carteras de créditos y en el sector inmobiliario.
- Centerbridge: La sociedad con sede en Nueva York gestiona más de 25 mil millones de dólares.
- Colony Capital: En los últimos años ha comprado activos en Norteamérica, Asia, Oriente Medio y Europa. Desde 1991 ha gestionado 39.000 millones de dólares y posee, por ejemplo, un 9% en Carrefour.
Historia de los fondos buitre
Los fondos buitre suelen manejar habitualmente patrimonios muy amplios a diferencia de otros tipos de fondos de inversión. Pese a que el origen inicial de esta clase de fondos parte de Estados Unidos, el boom de los fondos buitre tiene lugar desde el año 2007, cuando se instala de manera definitiva la crisis financiera en Europa. Desde ese momento, han ido extendiéndose y creciendo de manera más que notable al amparo de la obligatoria reestructuración de multitud de empresas que la situación de crisis global ha generado.
Argentina ha sido uno de los países donde más presencia han tenido este tipo de activos. Tras la enorme crisis social, económica y política de 2001, Argentina cayó en default y desde entonces arrastra conflicto con los bonistas. La deuda del país latinoamericano con acreedores privados alcanzaba cerca de los 82.000 millones de dólares y estos empezaron a demandar a Argentina ante los tribunales. Fue entonces cuando fondos buitre como como NML, Dart y Aurelius, comenzaron a comprar los depreciados bonos argentinos con el objetivo de demandar después en los tribunales por el 100% de su valor original.
El boom de los fondos buitre en España se dió en el 2012, cuando empezarón a adquirir todo tipo de activos inmobiliarios a precios irrisorios. Los fondos buitre comenzaron invirtiendo en oficinas y centros comerciales, pero pronto se interesaron por activos industriales y logísticos, e incluso irrumpieron en el mercado residencial y plataformas de 'servicing'. Compraron a bancos, inversores privados, pero también a la Sareb y las Administraciones Públicas.