El crecimiento económico chino y las consecuencias derivadas del mismo, incluyendo su cada vez mayor influencia geopolítica han, desde el punto de vista estadounidense, creado una amenaza a su supremacía mundial, hecho que se ha reflejado recientemente, bajo la excusa del déficit comercial, en presionar al país para limitar su progreso.
Lo sorprendente es que la actitud de la administración Trump está logrando lo opuesto a lo pretendido. Resulta paradójico que bajo el lema de “America first” lo que está logrando es socavar el liderazgo mundial del país. En realidad, la estrategia proteccionista de Trump ha facilitado el trabajo a China, ya que frente a las amenazas de Trump de renegociar acuerdos comerciales, reducir la ayuda exterior, o la amenaza de levantar muros en las fronteras, solo ha facilitado a China erigirse como líder del libre comercio y de la cooperación multilateral a través de distinto tipo de iniciativas.
En este contexto, no debemos olvidar que China persigue sus propios intereses, con objetivos precisos de desarrollo económico y geopolítico, y que para ello ha diseñado una estrategia de cambio de modelo productivo basada en la I+D y elaborado el programa “Made in China 2025”, con el que pretende incrementar el valor añadido de la economía china hasta ocupar una posición de liderazgo mundial.
Esta estrategia de liderazgo tecnológico se acompaña de la extensión de sus tentáculos en forma de infraestructuras, concretamente el proyecto “On Belt On Road” (OBOR), que pretende revivir la antigua ruta de la seda (silk road), que abarca 65 países que comprenden el 62% de la población y el 40% del PIB mundial. Y que asociado al tratado de libre comercio multilateral Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) con la ASEAN y otros cinco países de la región del Pacífico (Australia, China, India, Japan, Corea and Nueva Zelanda), constituye una plataforma para desarrollar lazos más fuertes entre China y la ASEAN a largo plazo, de tal forma que se prevé que el RCEP será crítico en promover el comercio y la inversión, sirviendo para extender la influencia china a través del mundo.
Como indicaba, el desarrollo de estas infraestructuras contribuyen a expandir la influencia China, pero también a paliar los problemas de exceso de capacidad de su economía y a establecer relaciones con países vecinos, al mismo tiempo que facilita la utilización del yuan en las transacciones y potencia su utilización como divisa de reserva, siendo un paso hacia delante en el proceso de desbancar al dólar de su situación privilegiada de divisa de referencia mundial, un elemento esencial en su estrategia de ocupar la posición de liderazgo mundial.
Sin embargo, tampoco debemos olvidar que bajo la máscara de ayuda que facilite el progreso a países en vías de desarrollo, las infraestructuras que acompañan al proyecto OBOR esconde objetivos sibilinos, ya que en ciertos casos, los proyectos no han alcanzado la rentabilidad esperada y ha comprometido las finanzas de los países objeto de las inversiones comprometiéndolos financieramente con China, lo que ha conducido a que hayan realizado concesiones en distintos ámbitos.
Esto ha sucedido ya en Pakistán, con el Puerto de Gwadar, que forma parte del proyecto China-Pakistan Economic Corridor (CPEC), incluído en el OBOR, suponiendo el puerto la salida al mar de China desde su región occidental, aspecto importante de la estrategia china, ya que evita el tránsito por el estrecho de Malaca, un cuello de botella en el transporte marítimo hacia Asia.
Por tanto, el estrecho de Malaca es un punto estratégico de comunicaciones marítimas por el que actualmente tienen que transitar las importaciones chinas, de tal forma que el CPEC permitiría el abastecimiento de petróleo y otros bienes de China sin que los buques tuvieran que atravesar el cuello de botella del estrecho de Malaca, un cuello de botella que conecta los océanos Índico y Pacífico, reduciendo el tiempo y coste del transporte.
Al mismo tiempo, China está interesada en diversificar sus rutas de suministro e incluir en el OBOR una nueva ruta marítima que atraviese el Ártico, la denominada “ice silk road” (figura siguiente), que también reduciría el tiempo y coste de transporte al mismo tiempo que también reduciría la dependencia del transporte por el estrecho de Malaca, constituyendo una además una vía alternativa para importación de GNL desde la península de Yamal en el norte de Rusia.
Figura.- China wants to be a polar power
Otro caso es el del Puerto de Hambantota en Sri Lanka, ya que el país ha sido incapaz de hacer frente a los 8.000 mill $ del préstamo concedido para financiar el puerto, lo que ha dado lugar a cesión de la explotación de dicho puerto a una SOE (State Owned Enterprise- empresa pública) china durante 99 años, formando este puerto un punto esencial de las rutas marítimas entre África, Oriente Medio y Europa.
Sin embargo, los esfuerzos chinos por lograr el liderazgo mundial se enfrentan a importantes escollos, ya que el ser una potencia económica y comercial, o poseer un gran mercado no garantiza el éxito.
El que China logre sus objetivos depende de la confianza que se deposite en el país de forma global, ya que además de su economía, que por cierto sigue enfrentándose a un problema de deuda importante, la confianza descansa en el desarrollo de sus instituciones y de la independencia de estas, en reforzar el estado de derecho, facilitar la libertad de expresión y avanzar en el desarrollo democrático; y desde el punto de vista económico, en abrir su economía y reducir el grado de intervencionismo en los mercados y sobre los controles de capitales, lo que permite la manipulación del valor de la divisa.
Estos dos últimos aspectos son clave para que el yuan se consolide como divisa de reserva mundial, ya que una moneda es de reserva global cuando genera la confianza suficiente en ella como medio de pago y reserva de valor; de tal forma que es esencial tener en cuenta que el hecho de que una divisa se considere de reserva mundial depende de la confianza y no depende de la voluntad política. Es decir, una moneda no es reserva mundial porque lo decida un gobierno, ya que como decíamos depende de la confianza depositada en el país, ya que los inversores no se expondrán a invertir en un país que manipula los mercados o limita los flujos de capital.
Por tanto, aunque China sigue dando pasos en su camino hacia el liderazgo mundial, todavía le queda un amplio camino por recorrer. El crecimiento económico, el tamaño de su economía y el ser una potencia comercial no le garantiza el éxito, es necesario que lleve a cabo importantes cambios institucionales. Y la sustitución del dólar por otra divisa como el yuan, todavía parece lejana.
Sin embargo, tampoco debemos engañarnos, y la situación actual no excluye un debilitamiento progresivo del status de U.S. como líder mundial, y que esta situación constituya un primer paso para que el país caiga de su pedestal, lo mismo que su divisa.