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El Segundo Jinete del Apocalipsis Deflacionario: el Envejecimiento de la Población

Y Me dijo: hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida

                                                                                                                                        El libro del Apocalipsis de San Juan

El segundo jinete del Apocalipsis deflacionario: el envejecimiento de la población

Decía Mark Twain que “la historia no se repite, pero rima”; pues periódicamente se producen eventos políticos, económicos o sociales cuyo desarrollo, por su similitud, nos recuerdan a otros sucesos del pasado. Esta percepción del paso del tiempo conlleva en sí misma, una promesa: podemos aprender de los errores de nuestros antepasados. Los historiadores que tienen una concepción cíclica de la vida, están de acuerdo. Mucha gente lo está… aunque yo tengo mis dudas. No sólo porque somos una especie “olvidadiza”; sino porque en ocasiones, las sociedades humanas han sido transformadas por sucesos, situaciones o tendencias de fondo que les eran totalmente desconocidas. 
 
En ese caso, la historia no rima. No hay antecedentes… Se trata de cambios bruscos que alteran el devenir de los tiempos. Y no tienen porque ser malos: la aparición de la agricultura durante el Neolítico, la Revolución Industrial inglesa de finales del s.XVIII o el estallido de la Revolución Francesa en 1789 –a pesar de la guillotina-, nos ayudaron a evolucionar como civilización. Pero a veces los cambios no son tan halagüeños… Entonces las sociedades humanas tienen que lidiar con morlacos de cuidado; con auténticos “cisnes negros” que llevan hasta el límite su capacidad de supervivencia. Tenemos bastantes ejemplos, aunque mi preferido es el que se refiere a los “pueblos del mar”. Una confederación de pueblos de origen “desconocido” que hace 3000 años se llevó por delante al imperio hitita, acabó con la cultura micénica, los judíos fueron sometidos por los filisteos y estuvo a punto de arruinar el legado del gran Ramsés II, en Egipto. Las consecuencias sociales y económicas de esas invasiones fueron muy profundas y alteraron por completo la geopolítica de la zona durante siglos.
 
Sin embargo, estos versos sueltos de la historia son extremadamente infrecuentes. Lo normal es que las generaciones se sucedan unas a otras y que no pase nada; nada cuya trascendencia pueda modificar el futuro de forma drástica. Pero señores… nuestra generación está de suerte! Pues vamos a tener que lidiar con una morlaco que no se ha dado nunca en la historia de la Humanidad: el envejecimiento de la sociedad. Este fenómeno ocurre a escala planetaria –aunque el ritmo del envejecimiento, depende de la composición demográfica de cada país- y tendrá gran trascendencia en la sostenibilidad de las cuentas públicas, en los patrones de consumo y en las relaciones de la política internacional. Básicamente, lo que tenemos por delante es lo siguiente: la secuencia actual de una población que envejece mucho y crece poco; y la secuencia posterior, a 20 años vista, de una población que decrecerá por el impacto de mortalidad en la tercera edad. Lo sabemos porque ese es el camino que está tomando Japón; el país más envejecido de la Tierra, cuyos problemas son compartidos por gran parte del mundo desarrollado. 
 

La Juventud mueve el Mundo

A lo largo de la historia siempre que se han introducido mejoras en la agricultura para mejorar su productividad, se ha producido un incremento inevitable de la población. Luego, para que ese aumento demográfico pueda sostenerse en el tiempo, la sociedad tiene que movilizar a la nueva fuerza laboral cuánto antes. Desde tiempos inmemoriales, los campesinos saben que cuánta más gente trabaje en el campo, mejor; porque eso suele llevar a un incremento exponencial de la producción (por la roturación de nuevos campos, las mejoras de los canales de riego, etc.). Como ya expliqué en el artículo sobre la economía de los antiguos egipcios; esta dinámica puede sufrir las limitaciones del medioambiente (sequías, inundaciones, heladas, epidemias) o de la estupidez humana (guerras, construcción de infraestructuras inútiles, desorganización del aparato estatal). Así que en función de cómo vayan las cosas, la economía crecerá o se contraerá. 
 
Por otro lado, no sólo de comida vive el hombre… pues el crecimiento demográfico suele provocar un boom en el mercado de la vivienda y en otras industrias como el textil, el transporte o la energía. Aunque no siempre ha sido así… Durante el s.XVI la industria no pudo satisfacer la demanda de la población, porque no estaba “madura”. Y sabemos desde los tiempos de Adam Smith que cuando la demanda supera a la oferta, los precios suben. Esa fue la razón principal que explica el auge de la inflación durante ese periodo. Por supuesto, la sobre circulación de monedas de oro y de plata creó algunas tensiones con los precios; pero no tanto como la gente suele creer… ya que ese fue el problema del s. XVII, no del XVI. En cualquier caso, la inflación de comienzos de la Edad Moderna fue una inflación “sana”; no sólo porque la demanda procedía de la economía real, sino porque las inversiones se recuperaban con creces a corto plazo (ya que la producción futura siempre valía más que la presente). En cambio, durante el s. XVII todo cambió a peor. El ritmo del crecimiento demográfico languideció por la incidencia de las pestes y de “La Guerra de los 30 años”. E incluso en algunas zonas de Europa, como en Alemania, la población menguó. La demanda de productos agrícolas, manufacturas y bienes raíces cayó en picado, extendiendo la deflación por todo el continente. Y entonces sí, para contrarrestar la caída de la recaudación fiscal el Imperio Español recurrió a la acuñación masiva de moneda para pagar las deudas. Lo cuál terminó desparramando la inflación por todos lados, tanto dentro como fuera de España.
 
En definitiva, hay una estrecha relación entre el crecimiento demográfico y el aumento del PIB. Desarrollo que será más vigoroso en las sociedades jóvenes que ambicionan los servicios y comodidades del mundo occidental. Por eso no debería extrañarnos que muchos inversores se decanten por los BRICS; porque sus economías tienen mayor recorrido. En estos países, la juventud presiona al Estado para que invierta el dinero en proyectos creadores de riqueza que sacien su demanda. Y vaya si lo hacen… Por ejemplo, en China. Dónde el gobierno está construyendo un gigantesco río artificial de unos 2000 Km. de longitud, que transportará el agua de las zonas tropicales hacia la zona septentrional del país azotada por la sequía. El canal estará terminado en 2030 y la riqueza que generará, escapa a mi imaginación.
 

A lomos de la Revolución Industrial

A mediados del s. XVIII, los ingleses lograron algo excepcional: la eliminación barbecho. Hasta entonces sólo podían cultivarse dos tercios de los campos, porque el resto tenía que “descansar”; es decir, permanecer inactivos durante un año para que la tierra recuperara sus nutrientes, con las cagadas que las vacas depositaban sobre la misma (aunque hoy tenemos otros fertilizantes). Esta circunstancia había estancado la producción agrícola durante milenios… pero los británicos se las ingeniaron para establecer un nuevo sistema de rotación de cultivos que permitió la eliminación del barbecho gracias al cultivo de leguminosas y plantas forrajeras. Estas plantas mantienen los nutrientes de la tierra pegados a sus raíces. Así que a partir de entonces, los campesinos pudieron cultivar el 100% de sus campos.
 
Como podéis suponer, el aumento de la producción agrícola fue brutal. Como también lo fue el crecimiento de la población. Sin embargo, en esta ocasión los precios no se descontrolaron porque el incremento de la demanda de bienes pudo satisfacerse por una industria madura que había hecho los deberes. Gran parte de los beneficios de la agricultura se invirtieron en la industria, que los usó para mejorar su eficiencia y productividad. De este modo, la actividad empresarial entró en una dinámica de beneficios recurrentes que eran reinvertidos constantemente para rebajar los costes y mejorar la rentabilidad de los negocios. Entonces la Revolución Industrial cogió velocidad de crucero… Durante décadas, se produjo una sinfonía acompasada entre el crecimiento demográfico y el aumento de la producción agrícola e industrial, que convirtió a Inglaterra en el indiscutible taller del mundo. 
 
Fue un logro sensacional. Con los beneficios de la industrialización, los británicos pagaron las deudas contraídas durante las guerras napoleónicas y construyeron un imperio que les ayudó a desparramar el capitalismo por todo el planeta. 
 
Una de las consecuencias más notables del boom económico que experimentó el Reino Unido, es que a partir de entonces el crecimiento demográfico se vio favorecido por los avances de la ciencia y de la medicina y por el desarrollo de un tímido Estado del Bienestar, impuesto por la clase obrera. Esta tendencia –que se trasladaría luego al viejo continente y que, en cierto modo, todavía continúa-, provocó un descenso paulatino de todas las tasas de mortalidad. La diferencia entre los nacimientos y las defunciones se amplió a favor de los primeros. Y la población explotó! Aunque el aumento de la esperanza de vida al nacer, lo hizo a un ritmo muy modesto. Lo cuál nos remite a las durísimas condiciones de vida del proletariado, en las fábricas y en las minas. 
 
La expansión de las masas ciudadanas elevó las apuestas. Pero los industriales no se quedaron atrás… En connivencia con la ciencia, recurrieron a nuevos inventos, a nuevas fuentes de energía y técnicas productivas que les permitió producir más con menores costes. A finales del s.XIX, todas estas medidas fructificaron en lo que los historiadores han dado en llamar “II Revolución Industrial”; un momento de extrema pujanza económica que dio lugar a los magnates más ricos de la historia en relación al PIB –la riqueza de Rockefeller se estimaría hoy, en 300.000 millones de dólares- y a una rica amalgama de movimientos culturales, como el positivismo o el modernismo, que hicieron evolucionar el pensamiento filosófico y artístico de la humanidad. Más adelante, cuando el modelo dio señales de agotamiento a causa de la sobreproducción, los empresarios hicieron lo que se suele hacer siempre en estos casos: bajar los salarios. De este modo, consiguieron mantener el ritmo de sus ganancias a costa de los trabajadores…
 
En cualquier caso, esta ecuación de crecimiento demográfico, industrialización acelerada y caída de los precios, continuó sin grandes cambios hasta mediados del s. XX (no voy a hablar de los periodos inflacionarios e hiperinflacionarios motivados por el pago de las deudas, porque escapan a la temática de este post). Sin embargo, tras la II Guerra Mundial se produjo un fenómeno que cambiará para siempre esa relación: la masiva incorporación de la mujer al mercado laboral. La verdad es que este movimiento siempre estará lleno de interrogantes… ya que en contra de lo que pueda parecer, la incorporación de la mujer produjo una subida de los salarios que reactivó el consumo por completo. Es la época de los felices años 50 en Estados Unidos (los 60 en la Europa occidental). Aunque lo más desconcertante, será la progresiva caída de la tasa de fecundidad femenina; es decir, el número de nacimientos por mujer. 
 
Al principio, los gobiernos no se preocuparon demasiado porque todas las tasas de mortalidad seguían reduciéndose… Que más da, cuando tienes más contribuyentes para pagar a Hacienda? Pero años más tarde, cuando se dieron cuenta de que la pirámide poblacional se estrechaba por abajo y se ampliaba por arriba, saltaron todas las alarmas. Houston: tenemos un problema!; el segundo jinete del Apocalipsis está cabalgando por la luna…! Y así es. La extensión de las políticas sociales del Estado del Bienestar, favorecieron el aumento de la esperanza de vida de la ciudadanía -en el s.XX pasó de los 49 a los 72 años-. Tener menos cotizantes para pagar las pensiones y los gastos sanitarios relacionados con la tercera edad es un problema. Y sin embargo, este puede ser el menor de los males… porque sin el empuje de la juventud, sin su demanda de bienes y servicios, la economía sólo puede ralentizarse.
 

Evolución del coste de las pensiones

Menos recaudación de impuestos y más gastos… Uff! El mundo se dirige a velocidad de crucero hacia una gran crisis fiscal que no tiene precedentes.

La Kōreikashakai (高齢化社会)

La Kōreikashakai es el nombre que en Japón le dan al proceso de envejecimiento de la población. Tras la II Guerra Mundial, todo el bloque occidental empezó a envejecer. En la línea de salida, todos los países partían de una posición parecida… pero desde entonces, Japón ha tomado la delantera y se dirige rápidamente hacia la meta del default interno. Veamos su pirámide de población:

Pirámide de población japonesa

El gobierno está muy preocupado. Básicamente, tiene 3 problemas: una bajísima tasa de natalidad, una esperanza de vida muy elevada y unos costes exorbitantes en el apartado de las pensiones y del gasto sanitario. Respecto al tema de la natalidad, llevan décadas estimulándola y recientemente, en junio de 2010, promulgaron la Ley para el Cuidado de Hijos y Familias; el último intento para revertir esa tendencia, que incluye bajas incentivadas de 8 semanas para los padres que tengan hijos y permisos remunerados de 5 días, para cuando los niños enfermen. Las intenciones son buenas, pero el resultado es nulo. La tasa de fecundidad se mantiene en los 1’3 hijos por mujer –muy por debajo de los 2’1, que se necesitan para mantener el relevo generacional-.

Tampoco ayuda que el país esté cerrado a la inmigración. Luego, para complicar las cosas, a la juventud nipona le está dando por la moda del celibato como vehiculo de expresión de su malestar por las políticas gubernamentales a favor de la tercera edad. Una rebeldía propia de los japoneses. En cuánto al fenómeno de la baja mortalidad entre la población adulta hay poco que hacer. Recientemente, el ministro de finanzas se quejó amargamente de que los ancianos vivieran tanto… pues cada año el Estado emite deuda por valor del 30% de su PIB sólo para pagar las pensiones y los intereses de la deuda. Tendencia que irá a más. Pero a largo plazo, el ministro no tiene por que preocuparse, porque los ancianos empezarán a caer cómo moscas. Es fácil de entender. La esperanza de vida no es la misma cuando se tienen 20 años que 80. A no ser que encuentre la fuente de la vida eterna… la población se va encoger muchísimo.

Población histórica

Actualmente Japón tiene 126 millones de habitantes. Aunque se cree que en 2050 serán 95. Si tener una población de viejos ya es bastante deflacionario de por sí; no hay que ser un genio de las finanzas, para advertir de que si la población declina, el precio de los activos se va desplomar. La parte buena es que el paro desaparecerá por completo y que los salarios se mantendrán excepcionalmente altos por estar el país cerrado a la inmigración; pero esto no compensa, ni por asomo, la ola deflacionaria que se les viene encima. En el año 2000, un estudio de la ONU advirtió de que Japón necesita elevar la edad de jubilación hasta los 77 años; o bien añadir 10 millones de inmigrantes para equilibrar el gasto de las finanzas públicas. Lo segundo no va a pasar… y lo primero tampoco, porque a los políticos nipones sólo les interesa captar el voto de los jubilados. Así que las perspectivas no son nada halagüeñas.
 
Y sin embargo, la Kōreikashakai es un fenómeno global. Incluso en los re-emergentes. La única diferencia es que unos países envejecen más deprisa que otros. Aunque se trata de una diferencia notable… La mayor pujanza económica de los BRICS y el aumento de su población cuando en el resto de países declina, cambiará por completo el equilibrio de las relaciones internacionales. Unas economías se empequeñecerán y otras se agrandarán. Pero todas ellas tendrán que enfrentarse al jinete del Apocalipsis de la deuda y al jinete del Apocalipsis de la Kōreikashakai. Una alianza formidable! Tiemblo al pensar en todo esto… esos jinetes dan miedo. En un escenario de deflación las deudas son impagables. Y esos dos no están solos, hay otros cabalgando con ellos.
 
Un abrazo a todos/as.

 

 

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  1. Top 100
    #122
    06/11/14 20:45

    La economía japonesa se contraerá en 2040 si continua la caída de población
    http://www.elpais.cr/2014/11/03/la-economia-japonesa-se-contraera-en-2040-si-continua-la-caida-de-poblacion/

  2. en respuesta a Corvinus
    -
    Top 100
    #121
    30/11/13 17:45

    De hecho, en lugar de rusos querías decir soviéticos, y en lugar de tío, señor (que Gagarin se lo merece, jeje)... :P

    Hay que tener en cuenta que el progreso no tiene por qué ser lineal. Por ejemplo, tardamos unos dos milenios en poder repetir un chisme como este:

    www.lapizarradeyuri.com/2011/03/05/el-mecanismo-de-anticitera/‎

    Ahora ya no mandamos peña a la Luna, ni tenemos aviones comerciales supersónicos, ni muchas otras cosas que hubo en el pasado. El petróleo se está sustituyendo... con carbón (véase China, por ejemplo).


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