Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.
Friedrich Nietzsche
El post de hoy viene “calentito”. Sin embargo carece de una línea argumental definida. Es más bien un brainstorming; una lluvia de ideas y pensamientos relacionados entre sí de un modo asimétrico. Diríase que lo que viene a continuación son reflexiones en “voz alta”. Lo que pasa es que en este artículo toco tantos palos, conceptos e ideas, que no tenía otra opción. Podría haber hecho un post de 500 páginas, pero nadie lo hubiera leído… Y tampoco creo que me hubiera ayudado la distribución de sus contenidos en varias entradas menores como hacen muchos blogueros. Así que he creado una especie de ensalada casera en la que doy rienda suelta a mis pensamientos. Espero que os guste. Si queréis, nos encontramos en los comentarios.
Un poco de Filosofía
Hay muchas formas de encarar o de enfocar la realidad. Supongo que hay tantas como personas pueblan este planeta. Si es que hay algo ahí afuera que pueda definirse como “realidad”. Los budistas dudan de su existencia e incluso los astrofísicos más laureados se hacen la picha un lío cuando tratan de explicar el origen del Universo. Si antes del Big Bang no había nada… ¿Cómo es posible que todo lo que somos y todo lo que pulula a nuestro alrededor venga de la nada? Porque eso es precisamente lo que nos dice el Tao: el Ser viene del No Ser. Vaya paranoia, ¿no? Seamos conscientes o no, es una paradoja que nos preocupa desde que nacemos. Se trata de un asunto extremadamente importante. Podríamos relacionarlo con las preguntas últimas de la Filosofía: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?; y también: ¿cuál es el origen de la vida?, ¿estamos solos en el Universo?, ¿existe Dios? En cada época ha habido grandes pensadores que reflexionaron sobre estas cuestiones a través de un discurso innovador que influyó decisivamente en la evolución de sus respectivas sociedades. Esté de acuerdo o no con ellos, esta gente merece todos mis respetos porque al cuestionar las ideas preconcebidas de su tiempo a menudo se jugaron algo más que su “prestigio”.
A Galileo la Inquisición casi lo quema en la hoguera… Y René Descartes también las pasó canutas. Todos conocemos su célebre cita: Pienso, luego existo –cogito ergo sum-. El bueno de Descartes dudaba de todo, incluso de su propia existencia. Ni siquiera estaba convencido de que la vigilia y el sueño fueran cosas distintas… Un planteamiento que no difería demasiado del punto de vista que los budistas tienen sobre la realidad. Así que recurrió a la razón para encontrar ciertos fundamentos universales a “prueba de bombas”, imposibles de refutar. Concluyó que el acto de pensar era en sí mismo revolucionario; pues nos refiere a una “voluntad” que intenta comprender el mundo que nos rodea. Esta distinción entre el sujeto y el objeto tendrá un gran impacto en el desarrollo de la filosofía moderna, en la ciencia y en la concepción de la teoría del Estado. La metodología cartesiana pretendía construir un cuerpo de conocimiento racional, basado en la evidencia de la experiencia empírica que ponía en tela de juicio los dogmas de la Iglesia Católica. La verdad es que Descartes tenía “muchos cojones…”. O quizá no tantos, según se mire. Sus propuestas fueron adoptadas rápidamente por la burguesía que quería desembarazarse del absolutismo monárquico; y, por eso mismo, su famoso Discurso del Método suscitó los recelos de los fanáticos religiosos que trabajaban a sueldo del Imperio Español. Las ideas del filósofo francés eran peligrosas para la fe católica y para la aristocracia europea que se oponía al advenimiento de la burguesía.
La Inquisición se puso manos a la obra. Descartes estaba preocupado porque sabía que su filosofía podía ser declarada herética, por atea. Lo cuál le hubiera ocasionado graves problemas personales y muchas noches de insomnio. Así que se apresuró a declarar: Dios existe, porque está en mis pensamientos (la idea, el concepto). En realidad la cita no era suya –creo que era del Maestro Eckart, un escolástico del s. XIII-. Pero da igual. Descartes se atrincheró en ese planteamiento y jamás cedió a los cantos de sirena que venían desde la Iglesia que para profundizara en su explicación; no fuera que, por lo mismo, fueran a acusarle de creer en el demonio. En cualquier caso la situación por la que atravesaron Galileo y Descartes expone a las claras como estaban las cosas en el s. XVII. Había que ir con mucho cuidado con lo que se decía y hacía. Sobre todo si los personajes que polemizaban tenían cierta repercusión social. Los Grandes de España luchaban por su supremacía mundial y no se andaban con remilgos cuando se trataba de combatir al enemigo; sin importarles su origen o condición (casi todos los grandes piratas ingleses y holandeses, por ejemplo, fueron liquidados en sus correrías por América).
Después de la muerte de René Descartes, gran parte de su legado pasó a manos de los filósofos empiristas ingleses. Inglaterra era territorio abonado para el racionalismo cartesiano. La mayoría de la gente no sabe de estas cosas; pero tras la Revolución Burguesa liderada por Oliver Cromwell a mediados del s. XVII –en la que el rey Carlos I fue decapitado-, el Reino Unido abrazó momentáneamente a la República y los ideales de la Monarquía Absolutista pasaron a mejor vida. A partir de entonces, los intelectuales del régimen pudieron expresarse con total libertad. La Democracia moderna se abrió camino en medio de debates apasionados que involucraban a filósofos, teólogos, políticos y científicos (cómo olvidar al gran Isaac Newton). Sin embargo de todos esos personajes yo me quedo con John Locke, el padre del racionalismo inglés. Menudo era Locke… A diferencia de Descartes, no creía en las ideas innatas que pululan por la psique humana. Por ejemplo: la idea de Dios. Es más, estaba convencido de que los seres humanos llegamos a este mundo como una tabula rasa; es decir, con una especie de “cinta virgen” que sólo puede llenarse con las experiencias que los individuos viven a lo largo de sus vidas. Visto así, no somos nada… Sólo somos “el procesado” de la información que nos llega desde el exterior a través de los sentidos. Luego, este punto de vista tuvo un gran impacto no sólo en la filosofía moderna, sino también en la educación, en la política y en la ciencia. Pero es que además se dio la paradoja de que Locke, a pesar de ser un ateo confeso, fue el padre de la masonería moderna… Reorganizó a las logias y las dotó de una “Constitución” basada en los ideales democráticos de la Gran Bretaña de entonces.
Los tejemanejes de la Geopolítica
Mientras los Austrias utilizaban a la Inquisición como una especie de Tribunal de Justicia Internacional que encausaba por heréticos a todos los valientes que se oponían al Imperio, los británicos fomentaron por toda Europa la creación de logias masónicas donde se reunían los burgueses y aristócratas liberales que anhelaban el derrocamiento de las monarquías absolutistas que se oponían al surgimiento de la Democracia.
Por eso no tendría que extrañarnos que, incluso hoy en día, los masones y los católicos no se lleven demasiado bien… Pues durante siglos los primeros conspiraron en la sombra para derrocar a los regímenes anacrónicos controlados por la Iglesia que se oponían al progreso material originado por la Revolución Industrial que emanaba desde Inglaterra. Un caso típico fue el de la unificación italiana de mediados del s. XIX. Los piamonteses lucharon por la independencia política y económica del N de Italia –susceptible hasta entonces a la influencia austríaca y francesa-, mientras Garibaldi, que era masón, hacía lo propio en el S del país tras forzar su liberación de la influencia española y de los Estados Pontificios. Cuando esos movimientos libertadores se encontraron nació Italia. Seria injusto atribuirle a los ingleses el logro de la unificación italiana. Aunque tampoco puede negarse que sacaron tajada de todo aquello; ya que gracias a los tejemanejes de sus “quintas columnas” instaladas en las logias, contribuyeron a la formación de Estados amigos que aseguraron la supremacía de su armada en el Mediterráneo.
Ahora en cambio y de un modo similar, los norteamericanos van promoviendo golpes de Estado y revoluciones de colores en todos los países cuya clase política todavía no se ha alineado con su punto de vista de un mundo unipolar. ¿No os parece interesante? Uno diría que los ingleses aprendieron de los españoles, y los estadounidenses de los británicos. ¿Dónde se estudia todo esto? En los años 70 del pasado siglo, la administración del presidente Nixon comandada por el brillante e infame Henry Kissinger, le lavó el cerebro a los militares latinoamericanos que derrocaron a varios gobiernos elegidos democráticamente para “salvarlos” de la influencia soviética. Para saber cómo lo hicieron basta con leerse el libreto de Curzio Malaparte: Técnicas sobre el golpe de Estado. No tiene desperdicio… Y es que en Occidente siempre es lo mismo. Los españoles querían salvar las almas de los protestantes; los ingleses nos querían liberar de las monarquías absolutistas que impedían el nacimiento de la Democracia; y los yanquis nos quieren sustraer de la perniciosa influencia rusa, china, del yihadismo y de lo que haga falta. No puede negarse que somos hijos del cristianismo. Por eso entiendo a Nietzsche cuando decía que “el cristianismo es una religión de dueños y esclavos”; en el que unos pocos controlan la voluntad de una mayoría agradecida por haber sido “salvada” por la casta que los gobierna. Bueno, la cita exacta decía así:
Hay almas esclavizadas que agradecen tanto los favores recibidos que se estrangulan con la cuerda de la gratitud.
Esto de la “gratitud” también da para unas cuántas líneas. Volvamos a nuestros amigos, los anglosajones. A principios del s. XIX, Europa descubrió el concepto de nación de la mano de los escritores románticos cuyos escritos tuvieron una gran repercusión tanto en la literatura como en la incipiente prensa de la época. La verdad es que los románticos eran una panda de pijos que se enamoraron de un pasado ideal que sólo existía en sus ensoñaciones. Ahora bien, aunque las élites intelectuales de Francia, Alemania e Inglaterra abrazaron con ahínco la nueva fe nacionalista, al pueblo llano le costó un poco más… Bastante tenían con pagar los impuestos y con sobrevivir a las enormes desigualdades asociadas a la industrialización del continente. El caso es que un grupo de románticos ingleses, conocidos como los helenistas –en el que abundaban los aristócratas, militares de alto rango y literatos de renombre-, se “encomendaron” la misión de liberar a los griegos del yugo otomano. Grecia llevaba siglos ocupada por los turcos. En realidad, llevaba tanto tiempo bajo la soberanía de la Sublime Puerta –el nombre con que los historiadores conocen al Imperio Otomano-, que gran parte de sus tradiciones culturales apenas se diferenciaban de las turcas (lo cuál era obvio en la forma de vestir, en la gastronomía y demás). Pero al parecer para los helenistas todo aquello era irrelevante. En su fértil imaginación, los valores de la ancestral cultura griega estaban en peligro y había que hacer algo para remediarlo.
Los escritores románticos ingleses iniciaron una larga campaña en la prensa para forzar la intervención de su armada en la Hélade ocupada. Al principio el gobierno se negó. Sin embargo tras la muerte de Lord Byron por aquellas tierras, se avino a intervenir. Lo de Lord Byron tiene cierta guasa… Como a otros helenistas, les desilusionó no encontrarse a los herederos de la Academia de Platón filosofando sobre la virtud bajo los olivos de la campiña del Peloponeso. Aunque da igual, él quería luchar para “salvarlos” de la dictadura turca. El destino quiso que muriera de malaria antes de entrar en combate, lo que a la postre provocó la intervención del ejército británico. Y así fue cómo, sin comerlo ni beberlo, los griegos se encontraron con una inesperada independencia… Je je. Se liberaron de los impuestos de la Sublime Puerta, sí, pero a continuación sufrieron un sublime saqueo de su patrimonio cultural que hoy encontramos en el British Museum.
La moraleja de esta historia es que el virus del nacionalismo terminó cuajando entre las élites helenas instaladas en el poder por los británicos. Grecia se convirtió en un protectorado de su gloriosa majestad y durante más de un siglo, sus políticos se mostraron agradecidos por el saqueo de sus recursos y por haberles liberado de la bota turca.
Esclavos de la propaganda y del lavado de cerebro universal
Casi nadie comprende la gravedad de la situación de la economía internacional. No hay que ser economista para entenderlo, ni ser un especialista en finanzas. Las señales están en todas partes para quién quiera verlas. Hay un montón de piezas que “no encajan”. Lo único que tenemos que hacer es aplicar el pensamiento deductivo o el inductivo, según, para llegar a nuestras propias conclusiones sin importar lo que digan los demás. Pienso, luego existo… Pero sucede que la mayoría de los mortales que pueblan este planeta prefieren continuar con sus vidas como si no pasara nada, mientras esperan estoicamente la llegada del próximo tsunami.
De esas señales vengo hablando en mi blog desde que lo abrí. Lo más importante es que vamos de cabeza a una crisis malthusiana que involucrará a toda la población mundial. Por una vez, los media de Hispanistán dieron un dato que resume bastante bien el cuadro general: “China ha consumido en sólo 3 años, más cemento que Estados Unidos en todo el siglo XX (durante ese periodo el gigante asiático ha consumido 6’6 gigatones de cemento por 4’5 gigatones por parte de EE.UU.)”. Dicen que la cifra conmovió a Bill Gates… ¡No me extraña! A mi también me dejó alucinado. Es una información que tiene muchas lecturas. Aunque quizá la más obvia es que Beijing absorbe con su “pajita” la mayoría de los recursos naturales de este planeta; dejando muy poco para los demás. El crecimiento económico de China tiene que haber sido mucho más vigoroso de lo que muestran las estadísticas oficiales. Sin embargo últimamente se está desacelerando, lo que para mi es una prueba indirecta de que el modelo de la globalización económico-financiera tiene los días contados.
Es posible que la nueva política monetaria de la FED –que no es tan restrictiva como quieren hacernos creer; pues su balance permanece inmutable porque siguen comprando nuevos bonos a medida que maduran los que ya tiene en cartera-, tenga como objetivo frenar el ascenso de Beijing como nueva superpotencia mundial. Sobre todo porque afecta a sus clientes europeos, cuyas economías están para el arrastre. Tengo dudas porque a medida que Estados Unidos repatria los dólares que puso en circulación a través de los QE, China se mueve con rapidez para ocupar su lugar en la escena internacional; concediendo préstamos a los países ricos en materias primas que van justos de liquidez. Con lo cuál el dólar perderá cuota de mercado. Si a esto le añadimos que los BRICS ya están construyendo un mundo paralelo al FMI, al Banco Mundial y a la OMC, comprendo perfectamente que en Washington estén muy nerviosos y que Obama vaya por el mundo financiando “revoluciones de colores” en Hong Kong, Ucrania y en los países árabes. De un modo parecido a cómo los ingleses se comportaron en Italia, en Grecia y en los protectorados del Imperio Otomano (no puedo olvidarme de Lawrence de Arabia). Aunque los norteamericanos no tienen mucho que ofrecer… Al menos durante el s. XIX el mundo experimentó una II Revolución Industrial que los ingleses utilizaban como carta de presentación para sus tejemanejes geopolíticos. Ahora ni eso. La política exterior estadounidense sólo patrocina el caos, los golpes de Estado y los enfrentamientos fratricidas entre hermanos.
En Rankia hay muchos foreros dando o dándome la matraca con la “promesa de la tecnología”. Lo digo sin acritud. Tengo en mente dedicarle un post o dos a este asunto –todavía estoy recopilando información…-. Me fascina el optimismo de mis colegas. Yo creo que la Humanidad se enamora de sus propias creaciones desde que inventamos la rueda y el arado. Sin embargo crecer económicamente a través de la introducción de nuevas técnicas que mejoran la eficiencia de la producción también tiene graves inconvenientes. Sobre todo dos: 1) la automatización de la economía echa a un montón de gente a la calle, al paro; y 2) hasta que se demuestre lo contrario, incrementa el crecimiento demográfico –especialmente en los países en vías de desarrollo-. O sea, que ya podemos ir preparándonos para un largo periodo de salarios bajos y de endeudamiento masivo hasta que dejemos de respirar…
En realidad, esto es lo que tenemos en Occidente desde el comienzo de la crisis ninja; sólo que ahora, los ninja son los propios Estados (sobreviven con refinanciaciones infinitas de su deuda que jamás podrán pagar). Mientras tanto, las diferencias sociales de riqueza no hacen más que aumentar; y aunque los que manejan el cotarro saben que las quitas y el reset del Sistema son inevitables, seguirán chupándonos la sangre hasta que pongan a buen recaudo su riqueza o ya no podamos aguantar más. Fomentar el consumo gracias al endeudamiento es una forma sensacional de ganar tiempo. Y para conseguirlo han recurrido a las viejas técnicas de los psicólogos conductistas como Watson o Skinner, cuyo propósito era teledirigir la conducta humana mediante la aplicación de estímulos que premian o sancionan nuestros comportamientos. Como los perros de Pavlov. Nunca olvidaré la siguiente cita de Watson:
“Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque. Me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger –médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso un mendigo o un ladrón-, prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados”.
O sea, que Watson parte del concepto de tábula rasa de Locke. Quién lo iba a decir… El único problema que tienen los planteamientos conductistas es que la experiencia de los individuos puede interferir en su previsible comportamiento al azuzar sus procesos cognitivos. Ahora bien, la utilidad de estas prácticas está más que demostrada. Dale dinero a la gente y se lo gastará aunque no lo tenga. La mayoría preferirá el apalancamiento al ahorro. Prueba de ello es que un tercio de la población estadounidense no pude afrontar gastos inesperados de sólo 500$ al mes. Y que decir de España. Y de Grecia… Por eso todos los Bancos Centrales han dejado los tipos de interés al 1% o menos. Para animarnos a consumir como autómatas. Después, cuando ya no podamos más vendrán las quitas o las subidas de tipos. Da igual. Y se desencadenará un gran sufrimiento.
Pienso en todo esto y luego tomo mis decisiones. Pienso, luego existo. Esa es mi recomendación para 2015 y 2016.
Un abrazo amigos/as!!
Nota: Siento la demora en la publicación de este artículo. Me fue imposible escribir antes.